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Una torre campanario sin templo, una iglesia rupestre o un mercado donde se puede comprar directamente a los agricultores. Éstas son algunas de las visitas ineludibles que hay que hacer si se visita en Coín, independientemente de la época del año en la que se haga.
Este municipio, que ejerce de cabecera de la comarca del Valle del Guadalhorce, atesora en su territorio no sólo un rico patrimonio histórico sino también valiosos enclaves naturales.
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Para los coínos es uno de los sitios más emblemáticos. No en vano, es el lugar donde tiene su sede el Ayuntamiento y donde se puede ver un Sagrado Corazón de Jesús, al que popularmente se le llama el Santo de la Alameda. Buena parte de la plaza es peatonal, lo que hace posible que sea una zona idónea para pasear. Incluso hay un punto de liberación de libros o biblioparque para quienes quieran intercambiar sus últimas lecturas de forma anónima.
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Desde la Alameda a pie se puede visitar singular y solitaria torre campanario, que llama la atención no sólo por no tener un templo que le acompañe sino por su forma triangular, lo que resulta excepcional (sólo hay algunos casos similares en Andalucía en la iglesia de Santa Ana de Archidona y en el convento de Mínimas y Marroquíes de Écija). Fue levantada junto a un convento de trinitarios en el siglo XVIII, pero en 1835 el conjunto fue abandonado en la conocida como desamortización de Mendizábal. Después, pasó a manos de franciscanos que usaron el edificio como escuela. La iglesia fue saqueada e incendiada en los años previos a la Guerra Civil.
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En el centro histórico, este edificio fue la primera parroquia de Coín, ya que pasó de ser mezquita árabe a templo cristiano en 1.485. Posteriormente, a principios del siglo XVIII, se construyó el convento, en el que sobresale su claustro barroco. En su interior hay actualmente una sala expositiva que alberga temporalmente distintas muestras culturales, etnográficas y artísticas. Incluso en su interior se encuentra el Centro Antonio Reyna Manescau.
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Esta emblemática zona verde de Coín se levantó sobre los restos de un antiguo convento de los agustinos. En el centro de esta zona verde hay un obelisco que rinde homenaje a los caídos en la Guerra Civil. Allí bajo la sombra de una amplia arboleda ornamental se reúnen cada día muchos vecinos, que tienen este céntrico espacio como un punto de encuentro. Además, es el escenario idóneo para muchos eventos.
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Este templo es la principal parroquia de la localidad. Levantada y restaurada entre los siglos XVI y XVIII, conserva tanto en su interior como en su exterior rasgos arquitectónicos muy dispares, como el gótico final, el mudéjar, el renacentista y el barroco. Según se recoge en algunos textos históricos, se mandó a erigir en los restos de una antigua alcazaba. En su interior se pueden ver dos imágenes de gran valor para los coínos. Por un lado, la de la patrona, la Virgen de la Fuensanta, que salvo en mayo, está todo el año allí. Su tamaño apenas supera los diez centímetros. Por otro, en su interior también se puede ver una imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, datada en el siglo XVI.
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Este templo, construido también entre los siglos XVI y XVIII, es también conocido como la iglesia de la Caridad, ya que perteneció en su día a un hospital. En concreto, fue su capilla para después convertirse en iglesia. En la actualidad, sólo se puede ver desde fuera, ya que se están acometiendo unos arduos trabajos de restauración para ponerla en valor.
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A unos tres kilómetros del casco urbano, junto al recinto ferial, se puede ver tanto la ermita de la Virgen de la Fuensanta como la cueva donde, según la leyenda, fue encontrada su imagen, que tiene un tamaño de 11 centímetros. El santuario es uno de los lugares más emblemáticos de la Ruta Mariana del Valle del Guadalhorce. Hasta allí se puede llegar perfectamente en vehículo, aunque también se puede acceder a pie desde el propio casco urbano gracias a una ruta de senderismo homologada.
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Este templo, hoy de titularidad privada, fue en su día una antigua iglesia mozárabe. Estuvo formada por un conjunto de cinco cuevas rupestres excavadas sobre la piedra en el siglo IX. Se trata de uno de los conjuntos rupestres de mayor importancia en la provincia de Málaga, con casi doscientos cincuenta metros cuadrados de superficie. De hecho, en tamaño sólo es superado por muy poco por la ermita de la Virgen de la Cabeza de Ronda. Pertenece desde hace más de seis décadas a la familia Moreno, que lo ha utilizado incluso para guardar madera. Pese a ello, el interior se encuentra en buen estado. Los propietarios no suelen ofrecer impedimentos para ver su interior. En los últimos años, la Fundación García Agüera está intentando divulgar esta joya arquitectónica, que se encuentra a unos pasos de la emblemática Alameda de Coín.
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Este espacio cultural está dedicado al pintor nacido en Coín Antonio Reyna Manescau . Gracias a un proyecto promovido por la Fundación García Agüera y desarrollado conjuntamente con el Ayuntamiento de Coín,, este espacio está abierto al público en dependencias del antiguo convento de Santa María de la Encarnación, una ubicación que está muy próxima a la que fuera la casa de la familia del pintor. Allí se pueden ver muchas de sus obras de arte.
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El mismo agua que riega sus fértiles campos está también presente en todo el casco urbano, a través de numerosas y originales fuentes, como la de Santa María, que data del siglo XVIII o la de la plaza Escamilla, con forma de estrella de ocho puntas. Son tantas las que se pueden ver que hay quien incluso ha acuñado el sobrenombre de 'ciudad de las fuentes' para la localidad.
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La riqueza acuífera del Valle del Azahar hace posible que en sus tierras se puedan encontrar numerosos cultivos. Los más famosos son los cítricos y los tomates de la variedad huevo de toro. Pero, estas fértiles tierras hay aún muchos más productos, que se cosechan con entusiasmo por parte de muchas familias de agricultores. Así, además de las frutas y hortalizas ecológicas de la Familia Hevilla, en Coín también se pueden encontrar chumbos (El Tío Lo Chumbo) o las nueces pacanas ecológicas (Haza del Palmar),
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La molturación del trigo para convertirla en harina es una tradición ancestral en este municipio del Valle del Guadalhorce. Aunque hoy se han reducido notablemente los molinos que trabajan con estos cereales -hubo casi una veintena en su día-, aún se pueden visitar y comprar harinas en algunos de ellos. Entre ellos, se encuentran la Fábrica de la Fuensanta, la Harinera San José o El Molino, situado en el centro histórico desde el siglo XVIII. Además de moler el cereal de la forma más tradicional posible, allí se puede ver un auténtico museo etnográfico.
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Sólo abre los domingos de 9 a 14 horas, pero se ha convertido en uno de los referentes para quienes quieren comprar directamente a los agricultores del Valle del Guadalhorce. Cada semana, bajo un amplio techado, a un paso del centro comercial La Cañada, allí se montan puestos de distintos hortelanos de la zona, que venden frutas y verduras de temporada. Además, tampoco suelen faltar otros productores de Coín, como queserías, panaderías o empresas cárnicas o de embutidos.
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Fuera del casco urbano, tras desviarse por la A-355 y seguir unos metros por la carretera que lleva a Alhaurín El Grande, hay un desvío que lleva hasta el enclave conocido como El Nacimiento, donde además de un área recreativa se encuentra el lugar de partida para hacer varias rutas de senderismo por el espeso pinar que lleva hacia Matagallar. Entre las rutas que pueden hacer a pie o en bicicleta desde allí (dificultad media) está la que lleva al mirador Cerro Alaminos, un balcón natural de Coín que permite divisar buena parte de la Costa del Sol.
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En el vasto territorio de Coín también se pueden ver paisajes donde el agua es protagonista. Merece la pena salir del pueblo en dirección a Alhaurín El Grande para acercarse hasta el espectacular paraje de Barranco Blanco, donde cascadas vertiginosas y pozas de aguas cristalinas trasladan al viajero hasta una estampa insólita a pocos kilómetros de la concurrida Costa del Sol. Se trata de un tramo del curso del Alaminos, un afluente del río Fuengirola, muy frecuentado en la época estival.
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