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El 14 de febrero tiene una connotación especial en el pueblo malagueño de Arriate. Más allá del Día de los Enamorados, lo que allí se recuerda sobre todo es un aniversario, el de la emancipación definitiva de la villa de la ciudad de Ronda, a la que pertenecía precisamente hasta esa fecha del año 1661.
Hace ahora, por tanto, 360 años este pueblo se independizó de la ciudad del Tajo, lo que no resultó nada fácil. De hecho, aquel 14 de febrero tuvo que pagar una importante suma a Ronda. En concreto, la cantidad que trasciende en las crónicas históricas de la época es de 352739 maravedíes.
El primer intento formal para conseguir ser el señorío de Arriate se produjo, en realidad, tres décadas antes, en 1629, pero, el 16 de febrero del año siguiente, fueron negados los derechos que le reconoció en primera instancia Ronda. Meses después, el 8 de agosto de 1630 se anuló la venta efectuada por la Corona a favor de Don Rodrigo de Ovalle. Así, tuvo que reincorporarse al dominio de Ronda.
Fueron muchos años de lucha de los arriateños para conseguir que en la última etapa del reinado de Felipe IV se consiguiera, previo el pago antes mencionado, tener no sólo el poder propio sobre su territorio y la segregación de Ronda sino también el título de 'villa de Arriate'. Aquel 14 de febrero de 1661 ante el escribano Don Gabriel Rodríguez de la Cuevas se dejó así constancia de su definitiva independencia.
Para conmemorar ese hito histórico, los arriateños decidieron que el patrono sería el que marcaba el calendario, San Valentín, que es, además una de las jornadas festivas locales de esta villa. Este año al caer en domingo, la jornada no laborable se pasará al lunes.
Además, salvo este año por la pandemia, cada 14 de febrero se celebra un evento con distinciones a las personas y colectivos más destacados del pueblo. En este 2021 se ha aplazado para su celebración en octubre, con motivo de la festividad de la patrona, Nuestra Señora del Rosario.
Eso sí, en la parroquia del municipio, la iglesia de San Juan de Letrán, no hay ninguna imagen de este santo mártir. Por tanto, ni este año por la pandemia ni antes se celebran procesiones en su honor por las calles del pueblo.
Pese a ello, San Valentín está muy presente entre los vecinos de Arriate de diversas formas. De hecho, tiene más de media docena de cánticos en su honor, como todavía recuerdan muchos vecinos. Esas coplas las suelen entonar los auroreros de Arriate, los miembros de una singular hermandad religiosa que habitualmente suele ir de madrugada por las calles entonando sobre todo salves a la Virgen.
La letra de una de esas canciones dice así: «El catorce del mes de febrero/el santo bendito de San Valentín/ lo tenemos por patrón dichoso,/ aquí en esta Villa con dicha feliz./ Venir y pedir/ a este santo que nos dé su gracia/ para aquella hora que hemos de morir».
También hay una copla tradicional de las fiestas de Carnaval en la que incluso se relata lo ocurrido en vísperas del patrón, en el que hubo un accidente de avión. Éste cayó en la zona conocida como Espejo y así lo refleja esta canción popular «Un día 13 de febrero en vísperas del patrón,/un aparato en un trigo averiado cayó./Acudió mucho gentío para el aparato ver./Más de 1500 ollas se quedaron sin cocer».
La fecha del 14 de febrero de 2003 también está señalada en el calendario de este pueblo malagueño, ya que fue en ese día cuando sus vecinos eligieron su actual bandera, en un referéndum popular. Cuatro años, también coincidiendo con el Día de San Valentín, que es fiesta local en este pueblo, se inauguró su actual casa consistorial.
Hoy el término municipal de Arriate, con poco más de ocho kilómetros cuadrados, se antoja en el mapa como una isla dentro del territorio rondeño. Esto ha dado lugar incluso a alguna broma repetida por muchos vecinos, en la que se dice que esta relación es como la de un huevo, donde Arriate sería la yema y Ronda, la clara».
Pero, más allá de ésta y otras anécdotas, Arriate es un municipio idóneo para disfrutar de una visita, en cuanto se pueda. Argumentos turísticos tiene de sobra. Bodegas que visitar (tanto en su término municipal como en Ronda), un sendero que discurre por un bosque de ribera único en Málaga o su patrimonio histórico son algunos de los alicientes que justifican visitar esta localidad, que curiosamente está rodeada por territorio rondeño.
Enclavado en el valle del río Guadalcobacín, afluente del Guadiaro, esta localidad es una de las antesalas de la Serranía. Arriate cuenta con su propio paisaje, compuesto por una extensa dehesa llena de contrastes cromáticos, como el que ofrecen los extensos olivares, varios viñedos y las parcelas dedicadas al cultivo del cereal.
A todo esto hay que añadir las sierras de las Cumbres y de las Salinas, una zona de montaña que ronda los mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Pero, sin duda alguna, la principal joya natural de Arriate son los bosques de galería que se pueden encontrar a pocos kilómetros del casco urbano, en la ribera del arroyo de la Ventilla. Se trata de un paraje singular, y en su mayor parte de titularidad pública.
A su indudable atractivo geológico, hay que unir su biodiversidad, que, en algunos aspectos, supera a la que tienen algunos parajes naturales de Andalucía. Basta con citar a modo de ejemplo las nueve especies de helechos que se pueden encontrar entre sus más de cuatrocientas plantas. Entre ellas, están las típicas de ribera o las rupícolas, que se adaptan perfectamente a las zonas calcáreas existentes.
Con todo ello se obtiene un vergel único, en el que conviven especies botánicas propias de un bosque de ribera atlántica, pero en un entorno mediterráneo. Esa paradoja hace posible que en un espacio relativamente reducido –apenas tres kilómetros cuadrados– se puedan ver plantas y árboles tan dispares como juncos, hierbas de San Antonio, cañas, salicarias, chopos, fresnos, álamos, olmos y sauces, en el entorno del río, y quejigos, encinas, higueras,los citados helechos y otros ejemplares muy mediterráneos, en el perímetro de ambas orillas.
Este enclave también tiene un indudable interés etnográfico. No en vano, los arriateños conocen esta zona como Molino Canto. Allí hasta el siglo pasado se aprovechaba la fuerza del agua para convertir el trigo en harina. Todavía se puede ver incluso un refugio natural usado por los molineros, la cueva de las Culebras.
Dentro del municipio se pueden visitar las calles más típicas del casco antiguo, situado en los alrededor desde la actual residencia de ancianos, que antaño fue el Cortijo de los Marqueses de Moctezuma. En sus alrededores se encuentran las calles y fachadas más típicas de Arriate, conservando en su mayoría las puertas de estilo rústico. En esta zona se encuentra también la iglesia de San Juan de Letrán, que tiene en su torre uno de los emblemas del núcleo urbano de Arriate.
También es conocida la rivalidad que existe en el seno de su Semana Santa, entre cristinos y jesuitas. Es decir, entre los miembros de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y Santo Entierro y la del Real, Muy Antigua y Venerable Cofradía de Nuestro Padre Jesús. Ambas compiten prácticamente todo el año por preparar la mejor procesión en una semana que se vive de una forma muy intensa.
Mucho más curiosa es la costumbre de las coplas de la Aurora o de los auroreros, que se ha perpetuado en este pueblo, mientras que en otros ha desaparecido prácticamente. Se trata de un grupo de campanilleros que salen por las calles de Arriate al amanecer de casi todos los domingos, cantando a los sones de las guitarras y otros instrumentos. Eso sí, actualmente, debido a las restricciones de la pandemia se ha dejado de celebrar esta tradición, aunque se espera que, en cuanto sea posible, se vuelvan a realizar. Ésta es, sin duda, una de las joyas del patrimonio intangible de esta localidad, ya que esta costumbre comenzó a extenderse en otras villas andaluzas en el siglo XVII, si bien pocas han conseguido mantenerla y mucho menos con esa periodicidad dominical.
Otra de las peculiaridades festivas de Arriate es la de contar con dos días para celebrar el Corpus Christi. Esta excepción –es el único pueblo del país que tiene ese privilegio– está permitida desde 1769. Según algunos historiadores, esta doble celebración está avalada por una bula del Papa Clemente XIV. Y lo más curioso es que esta costumbre se instauró debido a que en las fechas en las que se celebra este día buena parte de los habitantes del pueblo estaba segando cereal en municipios cercanos, así que se decidió festejarlo también cada 29 de junio, es decir, durante la festividad de San Pedro.
Por todo ello, Arriate es un pueblo que enamora tanto a sus propios vecinos como a quienes lo visitan.
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