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El mundo mira a Totalán
El rescate del pequeño Julen se atasca en su recta final por la aparición de otra veta de roca de extrema dureza
El rescate de Julen terminó como empezó: lleno de contratiempos, en una lucha titánica y angustiosa entre el hombre y la montaña. El epílogo ... del mayor operativo de búsqueda que ha vivido este país lo escribió, de nuevo, la roca, ese complejo maláguide, propio de esta zona de la provincia, que se caracteriza porque mezcla capas blandas de tierra con piedra subvolcánica de una dureza extrema. Y contra esas rocas, las cuarcitas, se ha estrellado una vez tras otra el dispositivo creado para devolver a Julen a la superficie.
Anoche, al cierre de esta edición, los mineros estaban ya solo a unos centímetros del pequeño. Julen estaba casi al alcance de la mano, pero con una montaña en medio. La última cifra oficial hablaba de que se habían excavado 3,35 metros. Esta madrugada, sobre la una, habían superado ya los 3,50 metros, pero aún no habían accedido al pozo donde se considera que se encuentra Julen. Continuaba la operación de rescate, que se ha prolongado durante 12 días y ha encadenado un contratiempo tras otro. La última fase correspondía a los mineros asturianos, que iniciaron el primer descenso a las 17.00 horas del pasado jueves tras realizar varias comprobaciones de seguridad y comprobar que la trayectoria de la ventana por la que se disponían a excavar coincidía con la dirección del sondeo donde está el menor.
(Sigue el directo del rescate, minuto a minuto, aquí).
Esa primera tarde, y hasta la medianoche, los brigadistas excavaron el primer metro. Pero lo peor fue la madrugada. En las 12 horas siguientes tan sólo consiguieron avanzar medio metro más porque se encontraron, como ya hicieron las máquinas, con una roca de gran dureza. No sería la última.
Fue entonces cuando decidieron echar mano, por primera vez, de las microvoladuras que habían previsto los responsables del operativo si al excavar a mano la galería los mineros se topaban con un terreno de la misma dureza que el que se encontró la perforadora.
Los mineros intentan salvar los últimos centímetros de la galería horizontal para alcanzar el punto en el que se cree que está Julen
En la franja del mediodía, los especialistas de la Guardia Civil detonaron las tres primeras microvoladuras después de taladrar la roca que se les resistía a los mineros. Gracias a esas explosiones controladas consiguieron avanzar hasta los 3,15 centímetros en solo unas horas, según el último parte emitido por la Subdelegación del Gobierno a las 17.00 horas.
En esos momentos, la llegada de dos helicópteros de la Guardia Civil –que se sumaban al que por la mañana se desplazó a Sevilla para traer más material explosivo– generaron un importante revuelo entre los periodistas desplazados a Totalán para cubrir el rescate. Las aeronaves llevaron hasta la montaña a cuatro especialistas en espeleología y microvoladuras. Dos venían de Baleares –volaron hasta Jerez de la Frontera (Cádiz), donde los recogió el helicóptero– y los otros dos, de Cantabria –en este caso tuvieron que hacer un primer tramo en coche y el segundo, en helicóptero–. Con la llegada de estos cuatro agentes de la Guardia Civil, 10 de 16 expertos en espeleosocorro que hay en España estaban ayer en Málaga a disposición del operativo de rescate del pequeño Julen. El motivo de este refuerzo era, según las fuentes consultadas por este periódico, las horas de trabajo acumuladas por los TEDAX que empezaron el servicio, y que por su protocolo de seguridad debían ser relevados, ya que trabajan con material explosivo de alto riesgo.
A las 20.30 horas, último parte oficial, la excavación alcanzaba los 3,35 metros
La Guardia Civil detonó cuatro microvoladuras para facilitar la labor de los mineros asturianos
El operativo de rescate entraba ahí en su fase más delicada y compleja, por el riesgo de emplear microvoladuras ante la cercanía del punto del pozo en el que se considera que está Julen, ya que había que minimizar el riesgo de un posible desprendimiento de tierra. Sin embargo, en toda la tarde los mineros apenas lograron avanzar unos centímetros. El motivo: «La cuarcita es muy mala para perforar –explicó un mando de los TEDAX–, pero muy buena para romper con explosivos». Según el último parte oficial, emitido en torno a las 20.30 horas, los mineros alcanzaban los 3,35 metros.
Congregación
Mientras se iban conociendo los detalles del trabajo de los mineros de salvamento, agentes de la Guardia Civil y Bomberos, en las calles de Totalán se iba acumulando más gente a la espera de conocer el desenlace. Desde la vigilia que se celebró en la noche del jueves al viernes, a la que acudieron unas doscientas personas para pedir por los mineros y arropar a la familia, no dejaron de acudir cada vez más personas en diferentes puntos de la pequeña localidad de la Axarquía. El cruce entre Totalán y Olías, donde los responsables de la Guardia Civil mantienen el puesto de mando avanzado y un primer control de tráfico, grandes grupos de personas pasaban horas esperando el desenlace del caso. En la plaza junto a la rotonda del Camaleón (en la que se celebró la vigilia), también hubo mucho movimiento durante toda la tarde.

Expertos en microvoladuras de la Guardia Civil participan en el rescate de Julen
El rescate de Julen ha movilizado una cantidad ingente de medios tanto materiales como de especialistas que han trabajado sin descanso para conseguir llegar hasta el menor. Muchos héroes anónimos llegados desde empresas particulares, voluntarios o de los cuerpos de emergencias. Entre ellos se encuentran los agentes del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM), que ayer dispusieron las microvoladuras que se emplearon en el dispositivo.
Desde que se acabó el remonte y se estableció la plataforma desde la que trabajan los efectivos de rescate, los miembros del GREIM formaron parte del dispositivo que se desplegó en la zona. Entre ellos especialistas en microvoladuras, que llegaron a Totalán desde diferentes puntos de España, como Palma de Mallorca o Cantabria.
En concreto, son especialistas en microvoladuras para espeleosocorro. Se trata de una especialidad que surgió hace años en el cuerpo, después de que un hombre se precipitara desde una altura de cien metros y perdiese la vida cuando hacía espeleología en Cantabria.
El problema surgió para recuperar el cuerpo. Había que atravesar pasos estrechos por los que cabía una persona, pero no la camilla en la que los guardias civiles le tenían que transportar. Por ello, los agentes tuvieron que improvisar con un ingeniero de minas unas detonaciones para poder romper la piedra y sacar de la gruta el cadáver.
Tras esta experiencia, se decidió poner en marcha la citada especialización, para la que hace falta pasar un curso en Madrid, durante el que los guardias civiles estudian aspectos como técnicas de demolición o diseño de voladuras, centrándose es temas teóricos como la física. También realizan prácticas en minas y canteras, antes de obtener el titulo.
Estos agentes están tan especializados que en el país solo hay 16 guardias civiles expertos en microvoladuras. La dureza de la roca en la que se excava la galería para llegar hasta Julen ha provocado que se tenga que recurrir a estas detonaciones para romper las piedra y seguir progresando.
Con este objetivo, durante la jornada de ayer, los helicópteros de la Guardia Civil se ocuparon de trasladar desde diversos puntos del país hasta Totalán a agentes del GREIM especializados en microvoladuras. Llegaron desde Cantabria y Palma de Mallorca, así como el explosivo, que fue transportado desde Sevilla para disponer de este material en el caso de que fuese necesario.
Los especialistas llevaron a cabo cuatro microdetonaciones. Fueron los encargados de descender por ese tubo hasta una profundidad de 71 metros y colocar la carga. Con unos taladros, realizaron los barrenos, que rellenaron de material explosivo, custodiado por los TEDAX.
Las cargas tenían entre seis y siete gramos por barreno. Una vez colocadas y tirados los cables pertinentes, se fueron llevando a cabo las microdetonaciones. Éstas producen una onda de choque y de esa salen ondas de compresión, que provocan la deformación elástica de la roca. Al final, una onda de tensión es la que hace que se rompa la piedra.
Tras ello, había que ventilar el tubo. En total unas dos horas de tiempo invertido en cada explosión. Pero era la única forma de plantarle cara a la montaña, cuya dureza hace que la punta de los martillos neumáticos quede roma. Gracias a las detonaciones, al romper la piedra, los mineros asturianos que participan en el despliegue lograron avanzar con mayor rapidez.
Especialistas en microvoladuras consultados por este periódico explicaron que los trozos de piedra salen hacia delante tras la detonación, por lo que el pequeño Julen no sufriría ningún daño. Se trata de un mecanismo que rompe mucho la piedra, pero que no sería lesivo para el niño.

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