¿Cuándo se molestan los alimentos y los medicamentos?
Los alimentos pueden impedir una correcta absorción o el desarrollo de todo el potencial químico del medicamento, pero los medicamentos también pueden dañar de forma considerable la calidad y cantidad de los nutrientes absorbidos
Te puedes comprar un coche con una aceleración de vértigo, un par-motor digno de Le Mans y un agarre en las curvas como las ... pezuñas de una cabra, pero si se te pone un camión delante o te pilla una buena retención no te va a servir de nada. Alimentos y medicamentos comparten, en gran medida, las mismas vías de circulación y es lógico que en ocasiones se toquen las narices mutuamente. Si es el alimento el que impide una correcta absorción o el desarrollo de todo el potencial químico del medicamento, podremos tener un problema grave dependiendo de la incidencia sanitaria que tengamos entre manos. Pero los medicamentos también pueden dañar de forma considerable la calidad y cantidad de los nutrientes absorbidos, algo muy a tener en cuenta en los tratamientos crónicos o prolongados en el tiempo.
¿Leche, zumo o agua?
Empecemos por el principio. ¿Cómo se toma un medicamento? No es raro escuchar consejos del tipo «nada como un vaso de leche calentita» o «un buen zumo, que además tiene muchas vitaminas». Pues puede ser muy contraproducente porque los lácteos o zumos llegan a interaccionar con ciertos tipos de antibióticos como las tetraciclinas disminuyendo su absorción en niveles de hasta el 50%. Fármacos contra la osteoporosis tampoco se van de rositas. Pero si el zumo es de pomelo, los problemas de circulación se acumulan: sedantes, medicamentos para evitar el rechazo de órganos trasplantados o antihipertensivos son algunos de los afectados con un efecto diferente, porque resulta que en este caso el problema es el aumento de sus niveles en sangre.
Así que de forma genérica se puede recomendar que los alimentos deben tomarse con agua. Un buen vaso sería lo ideal, es decir, unos 250 mililitros.
¿Estómago vacío o lleno?
Este es otro capítulo habitual en los consejos de abuela. Pero tampoco acertaban en su recomendación de no tener el estómago vacío. Resulta que de forma habitual lo mejor es tomar los medicamentos en ayunas. La razón es clara: su tránsito por el estómago va a durar menos tiempo y se van a absorber con mayor rapidez y eficacia en el intestino.
Esta es una regla general, pero tiene excepciones, sobre todo en el caso de medicamentos que pueden irritar nuestra mucosa o provocar náuseas. Un ejemplo son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que incluye algunos de los analgésicos más utilizados como son el ibuprofeno o la aspirina. En estas circunstancias, se recomienda que se consuman después de las comidas porque con el estómago vacío podrían causar daños en el tejido, incluso úlceras. Pero también porque la no presencia de alimento impide su correcta absorción y, en consecuencia, la pérdida de efectividad.
Otra excepción a la regla es la conveniencia de que la vitamina C acompañe a los suplementos de hierro. Esta vitamina mantiene al hierro en un estado químico que favorece su absorción dentro de nuestra mucosa.
Las interacciones directas que queremos sortear pueden evitarse teniendo en cuenta los tiempos de vaciado gástrico y absorción. De forma que una buena regla sería esperar dos horas entre la toma del medicamento y el alimento en cuestión.
Otras interacciones a tener en cuenta
- Es sabido que la sal incrementa la tensión arterial. Es fácil entender que si tenemos un tratamiento para la hipertensión la sal no será un buen aliado.
- La soja es rica en fitoestrógenos, de forma que los tratamientos que intentan bajar el contenido de estas hormonas, como sucede en el caso del cáncer de mama, deberán evitar el consumo de dicha legumbre.
- El alcohol es recomendable no tomarlo nunca con los medicamentos, siendo notable su contraindicación con alguno de los más habituales (paracetamol, ibuprofeno, aspirina) y ya no digamos con antidepresivos o antipsicóticos. No es difícil intuir que no se deben mezclar alimentos que interfieren en sistema nervioso con medicamentos de uso psiquiátrico, así que cuidado con el café, té, bebidas energéticas… Tampoco es buena idea mezclar alcohol con antibióticos porque puede estorbar en el metabolismo del antibiótico y alterar su eficacia.
- Los anticoagulantes orales (sintrom…) no se llevan bien con los vegetales de hoja verde con alto contenido en vitamina k como acelgas, espinacas, lechuga…
- El paracetamol reduce su efectividad con dietas altas en hidratos de carbono.
Estas son tan solo unas pinceladas de una problemática muy compleja donde las casuísticas o posibles interacciones parecen no tener fin. Dicha problemática no es ajena al Sistema Nacional de Salud con la publicación periódica de interesantes informes. Algo que nos debe animar a leer ese papelito horrible que viene doblado de forma imposible junto al medicamento; sí, el prospecto. Y aprovechar para preguntar a esos profesionales con bata blanca que se sitúan detrás de un mostrador y que han tenido que acumular muchos conocimientos para poder ocupar ese preciso lugar, sí los farmaceúticos.
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