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Foto del descubrimiento de la Cueva de Nerja, publicada en SUR en 1959.
Un paseo por la Nerja del siglo pasado

Un paseo por la Nerja del siglo pasado

Cada trozo de tierra tiene un nombre que lo distingue de los otros. Nerja no es una excepción y los navegantes prehelénicos la dotaron de su actual nombre, si bien aquellos comerciantes-marineros llegados de Micenas siglos antes de Cristo llamaron Nar-issa (lugar de agua) a todo un gran territorio, que milenios después se concretó en el actual municipio y en el núcleo urbano-capital

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Sábado, 15 de noviembre 2014, 01:41

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La Cueva de Nerja fue el inicio de la ocupación humana en el municipio, al menos del que se tienen datos por restos arqueológicos hallados. Según el profesor Jordá Cerdá, es uno de los asentamientos paleolíticos más importantes del Mediterráneo peninsular, y desde luego el que posee una mayor y más rica secuencia cultural de toda la Andalucía oriental.

Los testimonios de las diversas etapas prehistóricas de la gruta (Auriñacense, Solutrense, Magdaleniense, Calcolítico y Edad del Bronce) investigadas y estudiadas por los profesores Jordá Cerdá y Pellicer Catalán dan como resultado que el primer asentamiento en el municipio, salvo nuevos descubrimientos, debió de ser hace unos 25.000 años; por tanto, ha de considerarse la primera capital de la Costa del Sol.

La aparición del hombre moderno (homo sapiens sapiens) en esta zona trae consigo la aparición del arte como expresión de una espiritualidad más compleja, el hábitat generalizado en cuevas y abrigos rocosos, sin excluir esporádicos campamentos al aire libre, el perfeccionamiento de las técnicas para la fabricación de utensilios para el trabajo y la caza, y en torno al 5.000 antes de Cristo aparece el Neolítico, caracterizado por las cerámicas impresas y otros tipos de objetos. Después de albergar la Cueva diferentes culturas a lo largo de varios milenios, ésta se deja ocupar de un modo continuado, presumiblemente por el desarrollo de los poblados al aire libre del Calcolítico y Edad del Bronce. Lo más curioso de esta etapa es la actividad textil y sus técnicas. Lo afirma un tensor textil, verdadero precursor del telar vertical, que permite la fabricación de tiras o bandas de fibras vegetales o animales y con las que se podían tejer cualquier tipo de prendas de abrigo u objetos de uso cotidiano.

ARTE RUPESTRE

Las manifestaciones del Arte Parietal o Rupestre conservadas se extienden prácticamente por la totalidad de las salas de la gruta (galerías altas, como la de la Lanza y de la Montaña, y por las abiertas al público). Se distinguen dos conjuntos artísticos en las representaciones halladas, separados en lo conceptual y en el tiempo: por un lado, el complejo Paleolítico con grandes temas de animales e ideoformos del arte pleistoceno, como cérvidos, cápridos, équidos y otros motivos pisciformes (Santuario de los Delfines, en las galerías altas, así como la iconografía simbólica con figuras circulares asociadas con o sin apéndices, trazos rectilíneos agrupados, cuadrangulares y otros matices), y por otro, el arte postpaleolítico, en grupos esquematizados, uno de ellos localizado y datado por el profesor Sanchidrián Torti en la Sala de Torca, destacando dos figuras antropomórficas, confeccionadas con pintura roja, conjunto que presenta gran dinamismo, recordando la composición de los personajes una escena de danza o lucha. El profesor Jordá Cerdá, con su peculiar humor, dijo que eran los primeros bailaores de flamenco del mundo.

Los estudios finalizados por el profesor Turbón sobre los cromañoides de la Cueva de Nerja señalan que los restos humanos de estos seres prehistóricos son los mejores conservados en España. Este cro-magnon es considerado como el «Hombre de Nerja».

DESCUBRIMIENTO

El 12 de enero de 1959 pasará a la historia no sólo como el simple descubrimiento de una cueva llena de fantasías pétreas, sino como el hallazgo de unos yacimientos arqueológicos que ayudarán sensiblemente al conocimiento de los orígenes del hombre y sus asentamientos en Andalucía y la evolución del mismo desde el Musteriense.

Como todos los santos tienen octava, así reza el dicho popular, Francisco Navas Montesinos, alma máter de la expedición, los hermanos Manuel y Miguel Muñoz Zorrilla, José Luis Barbero de Miguel y José Torres Cárdenas hicieron el mejor regalo de reyes al pueblo y al mundo de la ciencia con su hazaña: el descubrimiento la Cueva de Nerja.

Poco después estos cinco jóvenes comentan con sus maestros, Manoli Mora Plaza y Carlos Saura Garre, el mundo subterráneo que habían encontrado en el lugar conocido por La Mina, a pocos metros del núcleo urbano de Maro, junto al viejo cementerio. Así, realizan una nueva expedición a la gran cavidad.

Transcurrieron más de dos meses hasta que José Padial, fotógrafo nerjeño, tomara las primeras instantáneas de tan grandioso monumento. El 19 de abril de 1959, a instancias de José Luis Barbero de Miguel, Padial, acompañado por un grupo de jóvenes (José Sánchez Millón, quien se encargó de avisar a los expedicionarios, Francisco Ortega Olaya «Ayo», Antonio García Muñoz, José Fernández Ortiz, Luis Cortés, Miguel Viñolo, Antonio Pezzi), marchó a Maro para explorar la gruta. El guía habría de ser José Luis Barbero, pero por encontrarse en cama con sarampión les acompañó otro de los descubridores, Miguel Muñoz Zorrilla. Dentro de la gruta se incorporó otro grupo, compuesto por José Casanova Muñoz, José Luis Pezzi, José Casanova López, Antonio Alaminos y Antonio Ruiz.

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Padial, que estrenaba equipo de trabajo, hizo más de un centenar de fotografías, todas ellas alucinantes. Al día siguiente montó una pequeña exposición en su laboratorio de calle Granada. Y el día 22 de abril el diario SUR, a través de su corresponsal en Nerja, José Cobos Ruiz, da la noticia de tan feliz descubrimiento. En su primera página inserta una magnífica fotografía de la Cueva, realizada por Padial, y en la tercera amplía la información.

El entonces gobernador civil, Antonio J. García Rodríguez Acosta, con una gran visión del futuro turístico de Málaga y de la Costa del Sol, toma importantes decisiones en lo concerniente a la Cueva. En febrero de 1960 crea el Patronato que actualmente la rige, del que forman parte la Diputación, el Ayuntamiento y vecinos de Nerja, así como otros organismos oficiales. Con un préstamo de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, por un importe superior a los dos millones de pesetas, se realizan las obras necesarias para el acondicionamiento e iluminación de la gruta, así como de la ordenación y urbanización del exterior.

ABIERTA AL PÚBLICO

La inauguración tuvo lugar el domingo día 12 de junio de 1960 con el que después sería el I Festival Internacional de la Cueva de Nerja. Actuó el grupo francés de Le Tour de París, que escenificó la gran obra del maestro ruso Tchaikowski «El lago de los cisnes». La resonancia de este acto cultural, que abría una nueva etapa cultural en la Costa del Sol, fue internacional, ya que por primera vez en la historia de la danza se interpretaba una obra de ballet en el interior de una gruta.

En los cuarenta años transcurridos desde el feliz hallazgo la gruta se ha convertido en una de las atracciones, tanto cultural como científica, más importantes del sur de Europa. Los festivales internacionales son, sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos más felices del verano malagueño. La presencia de Antonio el Bailarín, Maya Plisetskaya, M. Rostropovich (la Reina doña Sofía acudió la noche de su actuación, el 26 de julio de 1991), Menuhin, Alfredo Kraus, Jean Pierre Rampal, Carlos Álvarez, Joaquín Cortés, Antonio Canales y la Orquesta Ciudad de Málaga así lo avalan.

DE MÁRUM A MARO

La romanización también dejó su huella en el municipio, aunque está claro que existieron asentamientos fenicios en el litoral, y prueba de ello es la tumba descubierta en el Cortijo de las Sombras, en el término municipal de Frigiliana, y lo más lógico, tomando como referencia Nar-issa, es que los navegantes micénicos visitaran con cierta frecuencia esta zona.

El dato más significativo de la presencia de Roma son los restos del «Item Cástulo-Malaca» que aún quedan en Tragalamocha, junto a la vieja fábrica de azúcar de San Joaquín, y como confirmación de ello los historiadores Lafuente Alcántara y Guillén Robles sitúan a la actual Maro junto a la referida vía romana, entre Sexi (Almuñécar) y Claviclum (Torrox). En las crónicas de dichos historiadores Maro aparece como Detunda, que debió ser un «castro-factoría» desde donde los romanos protegían sus intereses en este entorno. Su construcción debe datar del siglo I antes de Cristo, levantándose sobre un antiguo asentamiento fenicio o cartaginés, para después, en los albores de la Era Cristiana, transformarse en villa, a la que se denominó Márum (Maro), planta de color blanco muy abundante en aquella época en este paraje.

Pero cuando Maro toma notoriedad es a partir del 28 de marzo de 1490, tras el primer título que hizo de tierras de este término, concesión de los Reyes Católicos a favor del judío Maymon Leví, cuyas heredades le señalaron los repartidores Juan de Cortinas y Diego de Vargas, en Nerja y Maro.

SEÑORÍO DE MARO

El Señorío de Maro data de comienzos del siglo XVI, y tuvo indudablemente por origen algunas de aquellas mercedes con que los reyes Isabel y Fernando recompensaron el esforzado valor de los capitanes que contribuyeron a la finalización de la Reconquista; pero no se ha podido averiguar con certeza el nombre de la primera persona que ostentó el título de Señor de Maro. Consta, sin embargo, que en 1568 era dueño y señor de esta localidad Gonzalo de Castro, que habiéndose permitido roturar terrenos de los montes públicos concejiles y realengos fue condenado a su restitución, más media fanega de trigo por cada fanega de tierra. Se pronunció esta sentencia, ante el escribano Cosme Damián, el 3 de julio de 1597.

El señorío se consolida en la primera mitad del siglo XVII. En 1640 lo ostentaba don Lucas Navío de la Peña, poeta que mereció ser premiado en el certamen literario celebrado en Granada el 17 de septiembre de 1669, con motivo de la colocación de la imagen de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.

Consta que el 11 de enero de 1733 don Dionisio Baillo, ministro de corte en la ciudad de Granada, por orden de su Real Chancillería, despojó a don Jacinto Sabila del lugar o Señorío de Maro, y sus tierras e ingenio fueron entregadas en la misma fecha al conde de Morianas (miembro de la célebre cuerda granadina). En 1768 era dueño del lugar don José Miguel Cañaberal, maestrante de Granada, a quien sucedió, por herencia, su hija Soledad Cañaberal y Osorio.

Más tarde pasaron estas tierras al marqués del Solar, ascendiente de la familia Pérez del Pulgar. Después estas propiedades en su mayor parte pertenecieron al marqués de Tous y conde de Casas Chaves y Cueva del Rey, que mandó construir la fábrica de azúcar de San Joaquín, conocida popularmente como fábrica vieja de Maro, y el acueducto del Águila. Hoy pertenecen a la Sociedad Azucarera Larios, que mantiene un litigio con los colonos con motivo del acceso a la propiedad de estos arrendatarios rústicos históricos y otros comunes.

El primer párroco de Maro fue Francisco Ponce, cuya responsabilidad sacerdotal la ejerció por el año de 1668. La iglesia parroquial de Maro de Nuestra Señora de las Maravillas quedó destruida en un incendio a finales del siglo XVII, siendo erigida de nuevo en el XVIII a expensas de la familia Pérez del Pulgar.

Los primeros datos de estos cultos son de mediados del siglo XVIII, debido al apoyo y mecenazgo de Rosa María de Vera, que impulsó en gran medida el inicio de los desfiles procesionales, ofreciendo el mantenimiento económico de por vida.

En estos comienzos, la procesión, que se realizaba en la tarde del Vienes Santo, se mantuvo, aunque no con regularidad, a lo largo del siglo XIX; en este periodo se añade, en la tarde del Jueves Santo, la celebración de un vía crucis por las calles del núcleo urbano.

En la década de los 30 de este siglo se interrumpen estas manifestaciones religiosas, para recuperarse a mediados de los 40 con la procesión del Santísimo Cristo Crucificado, que con cierta irregularidad temporal se mantiene en la actualidad.

Tras el auge del siglo XVIII adquiere de nuevo relevancia la Semana Santa en las décadas de los sesenta y setenta, por iniciativa del entonces párroco de El Salvador de Nerja, Antonio Ruiz Pérez, y ae dona a Maro la imagen de María Santísima de los Dolores por parte de la Hermandad del Nazareno, imagen que ya no se procesiona.

El pórtico de cada año no es otra cosa que las fiestas en honor de San Antón, cuya tradición data de comienzos del siglo XVIII. En la víspera del 17 de enero los vecinos encienden grandes hogueras, llamadas popularmente «lumbres» o «lumbrerás», donde queman todo lo viejo como símbolo de lo negativo del año anterior. También los mayordomos de las fiestas premian la vara más larga que se presente en la víspera.

La festividad de San Antón tiene un significado muy especial, que el pueblo manifiesta en el recorrido de la imagen por sus calles. En cada puerta o fachada de vivienda se quema una rueda o pequeña vista de fuegos artificiales, en prueba de agradecimiento al santo por los beneficios obtenidos en las cosechas del año y por la protección a los animales.

Hasta las primeras décadas de este siglo existía la costumbre de engordar un cerdo durante el año, conocido popularmente como «guarrillo de San Antón», para subastarlo en la víspera y con el dinero obtenido se pagaban los gastos del homenaje y cultos al santo. La subasta se inició en el siglo XIX, ya que anteriormente se sacrificaba el cerdo y luego se vendían las morcillas, chorizos, jamones, lomos y demás ricos aditamentos con el mismo fin.

Septiembre es un mes singular para el mareño, ya que el día 8 se celebra la festividad de su Patrona, Nuestra Señora de las Maravillas. Esta fiesta parece que surge en el siglo XVII, cuando algún señor de Maro entronizó a la Virgen de las Maravillas como tutelar y Patrona de la localidad.

Desde entonces cada año se eligen los mayordomos que organizan las fiestas de cada año con actividades lúdico-religiosas. Son días de encuentro entre familias y especialmente para los hijos del pueblo que vuelven de sus lugares de trabajo para festejar a su Patrona. El acto más considerado de la fiesta es la procesión de la imagen de la Virgen de las Maravillas por las calles, momento que el pueblo aprovecha para rendirle homenaje. El último día de las fiestas se celebra una ceremonia pública muy singular, la elección de los mayordomos o miembros de la Junta de Fiestas del año siguiente, como se ha comentado anteriormente.

El desarrollo socioeconómico desde aquel 12 de enero de 1959, día en que se descubrió la Cueva, no ha sido ajeno al segundo núcleo urbano del municipio nerjeño. Hoy cuenta con unos 800 habitantes, tres hoteles y numerosos establecimientos dedicados a la hostelería, aunque su principal base económica es la agricultura. Visto el origen del territorio donde se asienta el municipio de Nar-issa, realizaremos un vuelo milenario, hasta los albores del siglo XXI.

Era el año 917, el actual territorio de la Axarquía (Lora de Rayya) estaba controlado por el rondeño Omar ben Afsum, rebelde contra el emirato de Córdoba, cuando Ebn Sadí, poeta y geógrafo árabe, acompañado de su padre, durante su visita a esta zona deja escrito el primer documento que habla de Nerja como entidad urbana, que recoge el historiador árabe Almacarri de Tremecen en su trabajo de los «Analectos», cuyo texto fue traducido a principios del siglo XX por el profesor del colegio militar de Ceuta Sid Medani y el canciller del consulado español en Tánger, Villalta Atalaya, y versificados por Narciso Díaz de Escovar. Son una serie de pareados donde deja constancia de las bellezas naturales y urbanas de la alquería Naricha, situada en el hoy Castillo Alto, a algo más de un kilómetro del casco urbano, en la carretera de Frigiliana. Sus primeros versos dicen así: «Tendido sobre alfombra de mágicos colores,/ mientras el dulce sueño mis párpados cerraba,/ Naricha, mi Naricha, broyando entre las flores/ con todas sus bellezas mi vista recreaba...».

En esta época, según el propósito Leopoldo Eguilas, los tisúes y sedas tejidas en Naricha competían ventajosamente con los confeccionados en las fábricas privilegiadas de los reyes Alamares de Granada y se vendían a muy buen precio en los mercados o zocos de Damasco y Bagdad. También el escritor Ebu Alivardi afirma que los frutos de huerta, de vides, higueras y olivos se exportaban a Bretaña, Flandes, Egipto, Siria, Irak y la India.

Nobles de la alquería en tiempos de la Reconquista fueron Jamete Javala, Sofran el Sordo, Omán Muza, Aliatar (comerciante en sedas y militar, y familiar del que sería después suegro de Boabdil el Chico), Hamete Zafí, Ben Cazin Alfaquí, Mohamé Alozaine y Alfaquí Alaquí, entre otros muchos.

El núcleo urbano árabe llegaba desde el actual Castillo Alto hasta las ramblas del río Chillar, donde tejían y teñían las sedas.

En 1487, tras la toma de Vélez-Málaga y los pueblos de la zona por el duque de Nájera de manos del líder nazarita Abel Cacín Venegas, surge una nueva Nerja, junto a la Torre de los Guardas (Balcón de Europa).

Hace unos 500 años, Nerja, primero puebla y después villa, tuvo su origen en tres calles: El Salón (playa), El Corralón (bajada a la referida playa, donde se levanta el restaurante Marissal, antiguo cine Olimpia) y El Tajillo, que tiene acceso por la calle Iglesia, tomando forma urbana entre los años de 1490 y 1500. La Naricha árabe de Castillo Alto desaparece a comienzos del siglo XVI con la marcha de los moriscos a África, como se acredita con lo dispuesto por don Fernando desde Toro en abril de 1505 para que se procediese a poblar el lugar, ya que sus habitantes lo habían abandonado.

El nuevo ente urbano se forma en el entorno del castillo, que en 1505 se levantó sobre las ruinas de la Torre de los Guardas, vieja fortaleza árabe, para mayor seguridad de sus vecinos contra los piratas berberiscos. Los primeros alcaides del castillo fueron Pedro de Córdoba y el hacendado García de Guzmán, persona acaudalada de este lugar.

A finales del siglo XVIII Nerja alcanza su independencia, cuando la Intendencia del Reino de Granada, como consecuencia de unos disturbios, dispuso la igualdad de todas las clases sociales en orden a la contribución de alcabalas y cientos, y, por tanto, comienza el XX con gran esplendor. Entonces el Cabildo Municipal estaba formado por dos alcaldes, tres diputados del común y un síndico personero.

En 1818 se construye la primera Casa Consistorial en el paseo Balcón de Europa, entonces de la Batería, donde hoy se levanta la Arquería y Oficina de Turismo. Había tres escuelas de primeras letras y dos academias de niñas, que atendían a doscientos doce alumnos. La parroquia de El Salvador estaba servida por un cura párroco, un beneficiado y tres tenientes de cura, uno de los cuales residía en Maro, para atender a aquella feligresía. El presupuesto municipal era de 18.000 reales, que se financiaba con un repartimiento entre los vecinos. Y los impuestos totales que pagaban los ciudadanos ascendían a 98.784 reales.

En 1655 tenía 400 habitantes, y el casco urbano estaba compuesto por las calles Tajillo, Iglesia, Corralón, Granada, Puerta del Mar, Carabeo, plaza Cabana y Balcón de Europa (éstos son sus nombres actuales). En el reinado de Carlos IV y primer tercio del siglo XIX es el momento en que se consolida el casco urbano antiguo, con La Cruz, plaza de la Ermita y Huertos, llegando a tener cuarenta y ocho calles, cinco callejones y tres plazas públicas con un total de novecientas dieciséis casas. A finales del siglo XIX su expansión llega hasta la plaza de Cantarero, por el norte; por el oeste, el Callejón de la Torna, y el camino viejo de Vélez, por el este, con el Tablazo Bajo.

El siglo XX comienza en el municipio con la epizootia, que deja muy diezmada la cabaña de ganado. Pero no queda ahí la cosa, pues a esta epidemia se unió una serie de vicisitudes adversas para la población: una helada afecta muy negativamente a la caña de azúcar, los cultivos de la vega quedan destrozados por una plaga de langosta. Y si esto no es bastante, el paro crece; la situación social se agrava. Ante este panorama el Ayuntamiento se ve en la necesidad de acudir con urgencia al Fondo Provincial de Calamidades, que envía mil quinientas pesetas, que se destinan a obras municipales que ocupen jornaleros en paro. En 1911 se producen serios enfrentamientos entre labradores y fabricantes de azúcar a causa del precio de la caña. La zafra se interrumpe y el Ayuntamiento media en el conflicto hasta que consigue un entendimiento entre las partes.

Mediada la segunda década, sobre 1915, la actividad del ingenio El Progreso, creado por Francisco Cantarero, consigue paliar el paro y se vive con un poco de esperanza. En estas fechas, siendo alcalde el mismo Cantarero, se construye la red de abastecimiento de agua al pueblo desde el nacimiento de la Fuente Santa, en el río Chillar. Unos años antes también se volvieron a explotar las minas del Pinar y Dehesa del río Chillar, conocidas por La Alta, La Valcánica, La Gallina, Diana, Los Montesos y El Olvido, por una empresa dirigida por Cesaire Baille (francés) y Federico de Chaves y Pérez del Pulgar. Durante el periodo de la primera guerra mundial fue capataz de estas minas Miguel Álvarez, conocido por «El Francés».

El primer conato revolucionario de nuestro siglo tiene lugar en Nerja en 1902. Era alcalde José Martínez Gómez, hombre muy preocupado por los problemas sociales, quien tuvo que pedir ayuda a la Diputación Provincial para mitigar la crisis socioeconómica que azotaba al trabajador. La socialista Belén Zárraga dio varios mítines en la plaza contra la situación de pobreza y marginación de la clase trabajadora. Se construyen las fábricas de energía eléctrica en el cauce del río Chillar, Salto Grande (ésta aún funciona), San Modesto y Santa Rita.

Llega la República el 14 de abril de 1931 y la decadencia del pueblo no se detiene. La guerra civil acrecienta la pobreza, que no mejorará hasta 1959, cuando se abre la gran esperanza de la población: el turismo. El 1950 se inaugura el mercado de abastos, proyecto centenario, y en 1953 se instala el teléfono, siendo alcalde Antonio Millón.

INDUSTRIA DEL AZÚCAR

En 1591 arranca la industria azucarera en el municipio, momento en que el malagueño Juan de Briones, autorizado por el general de la Costa Alonso de Cárdenas, construye el primer ingenio azucarero, conocido por San Antonio Abad, en la rambla derecha del río Chillar, junto a la actual carretera de Frigiliana, que viene a recoger la tradición morisca de la fabricación de la miel de caña de azúcar. A lo largo de casi cuatrocientos años la caña de azúcar, entre 1591 y 1965, ha sido uno de los principales medios de vida de la comunidad nerjeña.

Varios ingenios y fábricas se levantaron en el entorno del casco urbano. En siglo XVII, el de San Miguel, en la bajada de la Cuesta del Ingenio; en el XVIII, el de San Isidro o Nuestra Señora de las Angustias, próximo a la Ermita; en el XIX, San Clemente (sociedad formada por varias familias de agricultores), en Los Cangrejos; San Joaquín (fábrica vieja de Maro), en el pago de Las Mercedes; San José, en El Chaparil, y en el siglo XX, El Progreso, de Francisco Cantarero que fabricó azúcar moreno, miel de caña y fue destilaría de licores, y La Maquinilla o Fábrica de Miel Rifol, la última que cesó en su actividad en los años setenta, al norte de casco urbano antiguo.

PUERTO DE CABOTAJE

El comercio de cabotaje en el litoral nerjeño tuvo una gran actividad entre los siglos XVIII y XIX. El movimiento marítimo arrojó un gran balance para la economía local con exportaciones de productos agrícolas, sedas y minería a Francia, Italia y Levante español.

En el reinado de Carlos III, la puebla de Nerja queda definitivamente incorporada al litoral oriental malagueño como puerto de cabotaje. En los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX este negocio alcanzó tan extraordinaria importancia que hasta se establecieron viceconsulados de los estados y repúblicas italianas, como Venecia, Génova, Nápoles y las Dos Sicilias; lo conforman los apellidos Cereto, Cabalín, Laín y otros. El número de habitantes en estos años rondaba la cifra de 7.500.

Como referencia a este gran movimiento del comercio marítimo del puerto de cabotaje los atraques se distribuían entre las playas de Calahonda, El Salón (la menos frecuentada por su dificultad en los accesos) y Burriana, donde también existió una fundición, cuyo edificio se conservó hasta hace unas décadas, decir que en 1965 Nerja arroja este balance: 175 barcos (pailebotes-goleta de dos palos o más) con 4.000 toneladas y 950 tripulantes, en cuanto a las entradas; saliendo a su vez 173 goletas con 3.600 toneladas y 1.000 marineros. A través de estas vías marítimas se exportan la pasa larga encerada, aceite, sedas y diversos productos agrícolas, además de los minerales procedentes de las minas de plomo, hierro y amianto, situadas en los Montes de Propios y cuyas explotaciones eran concesiones del consistorio. Durante esta época en la localidad se crean el servicio o departamento de Aduana, la Comandancia de Marina y la cabecera de la compañía de carabineros.

La última goleta que a finales del siglo XIX cargó boniatos para Italia en Calahonda se fue a pique frente al Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo a causa de un fuerte temporal.

Varias calles del casco urbano están vinculadas a personajes singulares de la localidad, como el historiador y alcalde de la villa en los años 1926 y 1927, Alejandro Bueno, que nos dejó su «Reseña histórica» que representa las señas de identidad del pasado del municipio; el almirante Carranza y Echevarría, nacido en 1828 y considerado como un héroe en la guerra del Pacífico, donde combatió de forma directa en la fragata «Banca» con los célebres almirantes Casto Méndez Núñez y José Manuel Pareja. Carranza, con el cargo de comandante general de la flota, llegó a la bahía de Nerja el 10 de octubre de 1888, enarbolando su insignia de almirante en la mítica fragata «Numancia», que fondeó frente a Burriana junto con las también fragatas «Navarra», «Gerona» e «Isla de Luzón». Eran las fiestas de Nerja y la banda de música de la Armada desembarcó con el almirante para amenizar el baile del día de la Patrona, Nuestra Señora de las Angustias, y asistir a la procesión.

El cardenal Herrera Oria, padre de la iglesia y obispo de Málaga, también tuvo su vinculación con esta villa, ya que en los años 50 creó la Escuela Femenina de Magisterio Rural, así como el seminario de verano para teólogos, en el chalet de Jesús Hueso, situado en la calle Málaga. Otro marino, el almirante Ferrándiz Niño, por sus vivencias y estancias en esta localidad en las primeras décadas de este siglo, también dio su nombre a otra vía urbana del casco antiguo.

En la historia más reciente la corporación municipal dedicó todas las calles de una barriada de la localidad a poetas malagueños, como Alfonso Canales, Muñoz Rojas, Moreno Villa, Emilio Prados y Altolaguirre, entre otros.

Hay personajes que han dejado su huella como hijos de Nerja, entre ellos se encuentra Manuel Centurión Guerrero de Torres, gobernador de la provincia de ultramr La Guayana (1766-1776) en el reinado de Carlos III, que realizó una gran labor social entre la población indígena de las misiones del alto y bajo Orinoco y el río Negro, junto al capuchino fray Miguel de Nerja, pues creó escuelas y especies de comunas agrícolas que favorecieron en parte la autonomía de los poblados indios, granjeándose por otra parte la antipatía de los ricos terratenientes de dicha provincia. De los malagueños que ostentaron responsabilidades en Hispanoamérica, salvo los del 98, es el único que vuelve a su tierra natal, donde vive casi un cuarto de siglo, desde 1788 hasta su muerte en 1802, realizando una intensa actividad militar, social y económica entre Nerja y Málaga. Se convierte en terrateniente y empresario al constituir un mayorazgo a favor de su hijo Luis, y en el que se incluye el legendario Molino de Papel, construido por el propio coronel en el río de la Miel.

Pedro Coronado Zambrano fue también otro nerjeño con responsabilidades en ultramar en el siglo XVIII, y que al ceder los terrenos necesarios propició la construcción del cementerio, que en su día se ubicó en la plaza de las Américas, donde hoy se levanta el cuartel de la Guardia Civil.

También han pasado a la historia del municipio el sacerdote de la Orden de Predicadores José Gutiérrez Navarro, que asistió con otros religiosos en el patíbulo a la heroína de la libertad, Mariana Pineda; José García Waldivia, general gobernador del castillo de la Cabaña en La Habana; Juan Gutiérrez Correa, deán de Córdoba, que renunció a ser obispo, y el abogado Manuel Jiménez Saavedra del Pino, que fue diputado a Cortes y redactor de «La Iberia».

Francisco Giner de los Ríos Morales, aunque nacido en Madrid, siempre se consideró nerjeño, e incluso durante su exilio en México en muchas de sus obras evocaba constantemente a Nerja. Su presencia en la calle de Carabeo, sobre los acantilados del mismo nombre, dio un realce literario a la Nerja de finales del siglo XX. Su casa y el Huerto del Rubico se han convertido en el santuario de poesía de la Axarquía. En este lugar hace unos años se volvieron a encontrar dos grandes escritores y amigos, Octavio Paz y Francisco Giner de los Ríos, en una tarde de primavera. Fue un acto lleno de sensibilidad y ternura. Una de las obras más interesantes de este poeta es «La rama viva». Giner de los Ríos se caracterizó siempre por su espíritu de concordia y solidaridad. Su esposa, María Luisa Díez-Canedo, fue su más fiel amiga y colaboradora.

PRIMERA COFRADÍA

La primera hermandad reglada y constituida en este municipio data de 1792, se trata de la Cofradía de Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, activa hasta hoy. El Jueves y Viernes Santos son los días de la semana grande del cristianismo que procesionan a sus titulares, la Esperanza, el Santo Entierro y la Soledad. La otra hermandad es de reciente creación, la de Jesús Resucitado y María Santísima de la Asunción, que data de 1966.

Las fiestas patronales de la localidad en sus aspectos lúdico-religiosos se remontan a principios del siglo XIX (1804), aunque desde el XVII se le viene rindiendo cada 10 de octubre homenaje a la Patrona, Nuestra Señora de las Angustias, si bien el 23 de septiembre de 1804 Nerja proclama copatrono a San Miguel Arcángel, y se inicia el sentir festivo en el pueblo.

TURISMO

El lanzamiento de Nerja y su entorno como destino turístico en la Costa del Sol es irreversible a partir 1959, fecha en que se descubre la Cueva. El primer hotel se construye en 1961 y se inaugura al año siguiente. Se trata del hotel Portofino, cuyo propietario y promotor fue el matrimonio Torriglia-Parrilla. El segundo establecimiento hotelero lo edifica en 1963 una sociedad formada por Enrique González Lahore, como presidente, Antonio Hinojosa y Luis Álvarez. Se denomina Balcón de Europa por estar situado en la parte oeste del carismático mirador.

Entre 1963 y 1965 se construye el Parador Nacional de Turismo, que constituyó otro factor importante para el desarrollo socioeconómico de la zona. La iniciativa parte de Antonio J. García Rodríguez-Acosta, subsecretario de Turismo y gran valedor de la Nerja de la década de los sesenta. Se levanta sobre un solar de 15.000 metros cuadros, cedidos por el Ayuntamiento en los acantilados de Burriana. Aunque comenzó a funcionar en el verano de 1965, fue inaugurado oficialmente por Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de Información y Turismo, en la primavera de 1966.

Desde ese primer lanzamiento se han construido en este municipio más de veinte hoteles, numerosos hostales e infinidad de apartamentos. En la actualidad existen sesenta y dos urbanizaciones y el casco urbano se ha triplicado en los últimos cuarenta años. El censo de establecimientos es de 1.300, de los que el 60 por ciento lo forman el sector de hostelería. En 1960 se hospedaron en las pensiones de Nerja 115 extranjeros porque no había hoteles, cantidad insignificante si nos referimos a los 200.000 contabilizados en 1998.

En 1900 la población era de 7.112 habitantes; en 1920 baja a 5.798, debido a la emigración a Hispanoamérica y Argelia; en 1940 alcanza los 7.224 y en 1960 desciende de nuevo a 7.032. En 1970 hay censadas 8.498 personas, cifra de habitantes que se incrementa hasta l4.975 en 1997 y 15.410 en 1998, aunque ésta no es real, ya que en el municipio hay más de 4.000 residentes estables.

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