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López Domínguez en sus tiempos de ministro de la Guerra.
José López Domínguez, el militar que ayudó a configurar la izquierda española

José López Domínguez, el militar que ayudó a configurar la izquierda española

Nacido en Marbella, fue dos veces ministro de la Guerra a finales del siglo XIX y presidente del Gobierno durante cuatro meses

Antonio M. Romero

Sábado, 25 de febrero 2017, 00:14

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En la historia de España pocos han sido los malagueños que han ocupado la presidencia del Gobierno. Uno de ellos fue el militar José López Domínguez a principios del pasado siglo, quien también fue dos veces ministros de la Guerra a finales del siglo XIX. En su faceta política, el malagueño fue una figura fundamental para la configuración de la izquierda española, según destaca el investigador Pablo González-Pola de la Granja en el tomo XXX del Diccionario Biográfico Español, editado por la Real Academia de la Historia en 2012.

Nacido en Marbella el 24 de noviembre de 1829, López Domínguez ocupó su primera cartera ministerial en 1883 dentro del Ejecutivo de Posada Herrera estando al frente del departamento de Guerra, aunque tan sólo ocupó la cartera durante tres meses. En ese periodo le dio tiempo a esbozar una reforma moderna del Ejército, reorganizando el ministerio y la orgánica de los cuerpos facultativos de Artillería e Ingenieros.

Nueve años después volvió al Ministerio de la Guerra bajo la presidencia de Práxedes Mateo Sagasta. Intentó, como todo ministro liberal, tomar las riendas del Ejército potenciando el ministerio a costa de las todopoderosas inspecciones de las armas y los cuerpos. Suprimió la Academia General Militar, no pudo resistir las presiones contra la reorganización racional de las guarniciones militares, fue muy criticado por la desastrosa organización del envío de tropas a la guerra de Melilla en 1893 y, sobre todo, aceptó el llamado 'presupuesto de paz', cuando ya se intuía el conflicto con los separatistas cubanos. Su defensa de los oficiales subalternos que habían arrasado el 13 de marzo de 1895 los locales del diario 'El Resumen', fundado por él diez años antes, le enfrentó con Sagasta, dimitiendo del ministerio el 23 de marzo de 1895, habiendo sido ascendido a capitán general el día antes, resume González-Pola de la Granja en la obra citada.

Su última experiencia gubernamental comenzó en julio de 1906 al ser nombrado presidente del Consejo de Ministros, en cuyo gabinete contó con dos ministros malagueños Agustín de Luque Coca (Guerra) y Bernabé Dávila Bertololi (Gobernación) -sus figuras ya han sido analizadas en reportajes anteriores sobre los ministros malagueños en la historia-. La gestión del Gobierno radical-liberal presidido por López Díaz fue muy contestada, sobre todo, por la jerarquía eclesiástica, tanto por las disposiciones previstas sobre el matrimonio civil como por la Ley de Asociaciones, que pretendía frenar el exceso de corporaciones religiosas. A la crispante situación política se unieron los conflictos laborales en el País Vasco, recoge González-Pola de la Granja.

Precisamente, la tramitación de la Ley de Asociaciones provocó la caída de López Díaz tras la llamada 'crisis del papelito': el presidente del Gobierno fue a despachar con el rey y se encontró con que Alfonso XIII le informó bastante molesto de que había recibido un papelito -una carta de Segismundo Moret, enfrentado al laicista José Canalejas, valedor de López Domínguez- advirtiéndole de que dicha ley suponía un recorte del poder de las órdenes religiosas. Tras conocer esta maniobra de su adversario político Moret, el político malagueño dimitió de la presidencia del Ejecutivo.

En 1908 fue nombrado presidente del Senado, cargo que ostentó en 1905, y se le concedió el Toisón de Oro. Tres años después, el 17 de octubre de 1911 murió en su casa de Madrid rodeado de sus familiares y su esposa, Manuela Liaño Liaño, con quien se había casado en 1892.

Toda su carrera, política y militar, se vio fuertemente influenciada por el general Francisco Serrano, duque de la Torre, pariente de su madre y muy allegado a la familia. Hijo de un oficial de Guardia de Corps, José López Domínguez se encaminó pronto al mundo militar. Con 16 años ingresó en el Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia, donde destacó como un aplicado estudiante en un centro significado por estar a la vanguardia científico-técnica del arte de la guerra.

Tras salir como teniente de Artillería comenzaría una exitosa carrera militar que le haría llegar a la máxima jerarquía -capitán general-. En su trayectoria formó parte de la comisión de Artillería que asistió al frente de guerra en Crimea, a mediados del siglo XIX, donde Inglaterra, Francia y el Piamonte apoyaban a Turquía contra las pretensiones soberanistas de Rusia. Su experiencia militar internacional le llevó a conocer el funcionamiento de los ejércitos de Hungría, Alemania, Bélgica y Francia. También estuvo en Italia en la campaña de unificación del país encuadrado en el ejército de coalición sardo-francés.

En 1857 entró en el mundo de la política de la mano del general Serrano en la Unión Liberal y un año después fue elegido diputado por la circunscripción de Coín. Durante años compatibilizó sus responsabilidades políticas con las militares; entre estas últimas formó parte de las tropas desplegadas en Marruecos.

López Domínguez fue arrestado en 1866 por firmar un manifiesto en el que se exigía al general Narváez la convocatoria de nuevas elecciones tras la disolución de las Cortes; pasó por las prisiones de Madrid, Málaga y Melilla. Volvió a servicio activo en enero del siguiente año. Formó parte de las tropas que participaron en la batalla del puente de Alcolea que derrocó a Isabel II. Por méritos en esta campaña fe ascendido al generalato con 39 años. Fue sumando nuevas responsabilidades miliares hasta que a partir de 1874 su actividad política es mayor que la militar y empezó a formar parte de dos gobiernos y a presidir uno siempre en los partidos de la llamada izquierda dinástica.

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