
Secciones
Servicios
Destacamos
Hay todo un subgénero dentro del periodismo de opinión que podría denominarse «yoyalodijismo»: son esos tertulianos y articulistas que presumen de haber anticipado de forma ... visionaria el éxito o fracaso de alguna iniciativa. Sabían antes que nadie que ganaría Trump, que el apagón se produciría o que Melody arrasaría (o no) en Eurovisión.
No me cuento entre las practicantes de esta irritante corriente. Así que no me importa confesar que cuando Vodafone anunció allá por 2021, en pleno 'efecto Google', la apertura de un 'hub' de innovación en Málaga con 600 empleados, desconfié. Por aquel entonces raro era el día que alguna empresa no anunciaba su apuesta por la ciudad de moda del ecosistema tech. Así que pensé que lo de la operadora podía ser una campaña de marketing más que otra cosa. Una vez se empezaron a concretar sus planes me convencí de que, efectivamente, había un propósito real detrás de aquellos grandes objetivos. Pero entonces empecé a desconfiar de que fueran a alcanzarlos. ¿600 ingenieros? ¿Con la guerra por el talento que se había desatado en Málaga? A ver cómo lo hacen, pensé.
Cuatro años después (uno antes de que se cumpla el plazo que se marcó Vodafone) ya son 500 las personas trabajando en su centro de innovación malagueño. Jesús Amores, su director, fue el primero de esos 500: le dieron los objetivos que debía cumplir, dinero y libertad para decidir cómo conseguirlos. Era un reto difícil que a él le atrajo precisamente porque suponía empezar de cero un proyecto de impacto. En una reciente entrevista contaba cómo se ha construido la «enorme acumulación de talento» de la que hoy presume Vodafone en Málaga. Ingenieros venidos de más de veinte países diferentes, incluyendo a no pocos malagueños retornados (esos jóvenes que durante la Gran Crisis emigraron en busca de oportunidades), que trabajan diseñando las telecomunicaciones del mañana. Las claves para atraerlos y, sobre todo, fidelizarlos (además de lo obvio, que son sueldos atractivos), según Amores, son: primero, que les ofrecen trabajos de ingenieros «de verdad»: I+D, pruebas, testeo, riesgo, cacharreo. Segundo, el clima laboral y la comunidad que han sabido construir en este centro, brindando no sólo un lugar agradable de trabajo sino actividades fuera del mismo, incluyendo voluntariado e iniciativas solidarias y de protección del medio ambiente. Por cierto, Vodafone sigue apostando por políticas de diversidad, a diferencia de otras grandes tecnológicas. Y tercero: sus oficinas están en la ciudad. Seguramente no habrían convencido a sus empleados 'guiris' de venir si estuvieran en el PTA.
Me alegra haberme equivocado respecto a Vodafone. Seguramente llegará a los 600 empleados, sea el año que viene o el otro, aunque eso ya no es lo que importa: el valor de su centro de innovación ya está fuera de duda. Y extrapolando este ejemplo, me alegro de que no se haya cumplido el temor que transmitía Mario García (el fundador de Sequel y Foreworth) allá por 2021: «Si sólo le damos importancia a que vengan grandes consultoras y nos monten centros de desarrollo de 'software', quizá estemos queriendo construir un Silicon Valley pero nos va a salir un Bangalore o un Karachi», advertía.
Creo que va quedando patente que estos años de auge tecnológico nos dejan un puñado de proyectos con verdadero valor en la ciudad. Que se vaya una empresa como Citi no debería preocuparnos; fue un experimento, fracasó y no es un drama, sobre todo porque tampoco aportaba al ecosistema.
Y hablando de otra feliz noticia que no fui capaz de anticipar (y sí lo hicieron en Innova IRV): que Málaga fuera a tener algo que decir en el campo del hardware y no sólo del software no lo vi venir. Pero ahí está IMEC, seleccionando ya a los que serán sus primeros empleados en Málaga.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.