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Sr. García .
Microrrelatos SUR I Premio Pablo Aranda: décima entrega

Microrrelatos SUR I Premio Pablo Aranda: décima entrega

Envía tus microrrelatos a microrrelatos@diariosur.es. No existe límite de edad ni ninguna temática obligatoria, sólo hay que cumplir un requisito: no superar las 150 palabras

Sábado, 21 de agosto 2021, 00:09

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SUR renueva su apuesta por el microrrelato, y le reserva un espacio este verano tanto en las páginas del periódico cada fin de semana como en la web, el sábado como el domingo. El certamen recibe el nombre de I Premio Pablo Aranda en memoria del genial escritor malagueño y columnista de este periódico, fallecido el año pasado. El ganador recibirá un premio de 1.500 euros y además habrá dos menciones especiales dotadas con 500 euros cada una. Los originales se pueden mandar a microrrelatos@diariosur.es.

Microrrelatos sur i premio pablo aranda

X entrega de relatos (21/08/2021)

Kike Ocaña Doblas

Clic

Mis cálculos son erróneos. Marta se va a enfadar si olvido otra vez nuestra fecha de aniversario. Ahora estoy frente a la caja fuerte. De mi mejilla resbalan gotas de sudor casi inapreciables que desprendo por la tensión. Intento averiguar el motivo por el que la condenada fecha no abre la caja. Recapacito, ¿era la fecha de nuestra boda o nuestra primera cita? No me ayuda a pensar el cañón del revolver presionando mi nuca, ni tampoco la certeza de que la alarma habrá avisado a la policía y dentro de poco hará acto de presencia. Escucho el clic del percutor. Ese sonido es el lenguaje universal por el que personas que no hablan el mismo idioma se hacen entender. Su paciencia se está agotando. Ruido de sirenas, no quedan más intentos, me susurra algo ininteligible y todo pasa a negro. Marta no me lo va a perdonar.

Mario Virgilio Montañez Arroyo

Día uno

Al abrir los ojos, Adán vio huellas.

Mª Carmen Becerra García

El espejo

La niña se sentía contenta y orgullosa de su pequeño espejo, tan pequeño que podía ocultarlo en la palma de la mano. Todos los días preguntaba a su espejito mágico quién era la más bella, y él contestaba:

—Tú eres la más hermosa del mundo.  

Mientras fue niña, tuvo un espejo niño. A medida que crecía y se convertía en mujer, el pequeño adminículo parecía crecer con ella. Fue también el confidente de la primera adolescencia, quien acompañaba sus ánimos cambiantes, el que reflejaba silenciosamente los momentos de alegrías y tristezas. El tiempo fue pasando y, cuando las arrugas comenzaron a cotidianeizar su rostro, el espejo se vio invadido por unas manchas inexplicablemente oscuras. Una mañana de otoño, sin previo aviso, el espejo se puso totalmente negro. De inmediato, el sol se destiñó y una hermosa sensación de bienestar la poseyó de repente.

José Alberto González Hidalgo

La herencia

Ahora que la has olvidado, te contaré tu vida.

Es una esfera perfecta. El origen es el destino. Eres un punto en la circunferencia.

¿Vas hacia el lugar de donde vienes? No lo sabe nadie. Ni tú.

¿Por qué tanteas como si te rodease la oscuridad? Tiemblas y te emocionas con nada. Lloras porque no me reconoces a mí, ni te acuerdas de ti. Pero quieres. Eres piel, carne, huesos, sangre y amor. Ni deseo ni odio. Enemiga de los relojes, nunca más preguntarás por la hora.

Naciste y no sabes que naciste. Tuviste padres pero se fueron y creíste que no los olvidarías. Tu marido te amó. Tampoco recuerdas su nombre. Solo el cariño y una caricia que dejó antes de partir.

Yo, hijo, te cuento tu vida, cierro mis ojos y aborto mis lágrimas. Heredo el amor, todo ese amor que conservas intacto antes de irte.

Adiós, mamá.

Rosa Vilanova Clavaguera

Fede y Pablo

Fede quería ser pirata. Un pirata completo, con un barco que flotara, dos piernas y linterna. Pablo era de esa gente que hace que parezca fácil conseguir lo que uno quiere en la vida. Como tanta gente que se cruza en nuestro camino cotidianamente, un día Fede y Pablo se cruzaron. Pablo, que sabía que no se puede alargar la vida, pero sí ensanchar, le habló de surcar mares y viajar a Ucrania y Marruecos, a Bilbao y Málaga, de viajes geográficos, sentimentales y con compromiso. Como buen contador de historias, le detalló cómo hacer que suceda la vida en lugar de esperar. Desde aquel encuentro Fede quiere ser pirata escritor. Con calcetines en los dos pies y una vida completa.

Mónica González Inés

Los zapatos

Entraron apremiados por la lluvia incesante que los había acompañado durante todo el viaje a París. Era pronto para comer; el restaurante estaba desierto. Se sentaron en una mesa con vistas a la zapatería cuyo escaparate ella había contemplado tantas veces desde su llegada. Mientras él leía el periódico, ella miraba con ansia hacia el otro lado de la calle. «Qué lástima que no haya mi talla», dijo. Él enarcó las cejas y siguió leyendo. Comieron en silencio. Cuando el metre retiró los platos, ella se levantó y pidió su gabardina: «Creo que me los probaré de todos modos». Sin apartar la mirada del periódico, él murmuró: «Te acompaño, si quieres». La lluvia repiqueteaba con fuerza tras los cristales. Cruzó sola la calle y preguntó por los 'stilettos' del escaparate. Se probó el único número que quedaba. Le apretaban. «Son fabulosos», dijo mientras abría su cartera.

Ángela Fernández Barrientos

Descalza

Salí descalza de las páginas del libro que alguien dejó abierto, olvidado en un bosque de otoño. Había buscado, entre sus palabras, una vida que no tuviera huecos de afectos ni una memoria llena de recuerdos prestados. No la encontré. Pisé las hojas secas. Seguí el sendero. Sin volverme. La historia comenzó a escribirse sola.

Borja Jiménez Salmerón

Libertad creativa

En un claro en medio del bosque, al son del murmullo del río, se alzaba la casa de madera como un último refugio. Las pequeñas ventanas…

@alvar0286 ¿Ventanas pequeñas? Eso no tiene sentido. No al menos para una #casaRustica #noTienesNidea.

Los pequeños ventanucos superiores no son sino el ensayo de dos generosas cristaleras que filtran en ambas paredes los rayos que iluminan el prado. Una bella mecedora a la entrada…

@lucyluck ¿Una mecedora exterior? ¿En el bosque? Alguien no se ha documentado bien.

@drak397 en respuesta a @lucyluck Eso y que al ser tan frondoso es imposible que el sol ilumine bien ese claro.

@herm2685 en respuesta a @drak397 Sin contar el daño que hace la humedad a la madera #documentateUnPoco.

El autor ha dado me gusta.

En medio del árido llano, en la quietud del desierto, se alzaba la mansión de madera como un último refugio. Las imponentes ventanas….

Abel García Carrasco

Árbol marchito

Cierra los ojos. ¿Ves a ese niño? El que está solo, sin nadie. ¿Su refugio? La imaginación. Está divisando las flores que brotan de un árbol. Las coge, las convierte en damas haciendo ballet cuando caen del árbol o soldados heridos cuando son pisadas en el suelo. Incluso las coloca sobre su oreja creyendo ser él también un pequeño árbol de cuyas ramas crece tan preciado tesoro. ¡Ojalá serlo! Pero él piensa ser uno que no florecería ni en primavera.

Ahora te mira fijamente. Dile que no está solo, que hay personas dispuestas a valorarlo y hacerle florecer como merece. Necesita oírlo, necesita saberlo. ¡Rápido! Grítaselo al mundo. ¡Dile que es dueño de su vida, que solo él decide cómo ser, a quién amar y qué soñar!

Espera. El bullicio de la multitud le impide oírte. O quizá a ti hablar. Ya es demasiado tarde. Se ha ido. Está marchito.

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