El mejor Unicaja emerge en el peor momento (86-84)

Pese a que las esfuerzas estaban justas, el Unicaja completó una puesta en escena tan buena como inesperada. El cansancio de los dos últimos partidos podía hacer pensar en un desplome físico. Nada más lejos de la realidad. El equipo malagueño se comía en cada defensa a su rival y con esta solidez atrás empezó a construir un ataque solido en el que emergió un gran Kravish, sobre el que pivotaron la mayoría de las acciones ofensivas. El Unicaja ganaba 15-7 a los seis minutos después de una canasta de Osetkowski, recuperado para la causa tras su 'castigo'. Era fundamental ver cómo respondía, pues en el californiano la comunicación no verbal es clave para comprobar su nivel de mentalización en cada partido. Los síntomas era inmejorables. Metía manos en defensa, peleaba los rebotes y buscaba el aro en cada acción. Con Osetkowski a pleno rendimiento la dimensión del Unicaja se dispara. Anotó cuatro puntos más y el Unicaja cerró un gran primer cuarto dominando 23-13.

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El guion cambió cuando se sentó Tavares. Entonces el equipo malagueño atacó con buenas penetraciones de Djedovic y acciones a media distancia de Kravish, sensacional en todas sus apariciones. La ventaja del Unicaja seguía creciendo y lo hacía porque no daba un paso atrás en defensa. Alberto Díaz, con energías renovadas, marcaba el nivel de un equipo que superaba ahora sí al Madrid con claridad. Del 37-27 en el minuto 15 se pasó al 48-29 en unos instantes brillantes de energía del Unicaja. Buena defensa, contragolpes y ataques fulgurantes al ritmo que marcaba Perry. Eran los mejores minutos del cuadro cajista en toda la eliminatoria y el descanso rescató a un Madrid que se tambaleaba por momentos. ¿Cuál era la explicación para ese cambio respecto a los dos primeros partidos? Había varias respuestas. Sólo tres pérdidas, limitación del acierto exterior del rival y el hecho de tener a varios jugadores por fin enchufados.

Para el Unicaja era fundamental parar la previsible oleada del Real Madrid tras el intermedio. Cinco puntos seguidos de Osetkowski mantenían una renta amplia, pero la defensa zonal dispuesta por el equipo blanco se le atragantó hasta el extremo al malagueño, que encajó un parcial de 0-13 hasta el 53-51. El partido empezaba de nuevo y a los de Ibon se les encendió la luz de alarma. La respuesta del Unicaja fue fantástica, emergiendo Tyson Carter como desatascador desde la línea de tres puntos. El cuadro cajista recuperó la intensidad defensiva y la rapidez de ejecución para volver a poner tierra de por medio para conseguir llegar al último cuarto con diez puntos de ventaja (70-60), y todo pese que los s tiros libres alimentaron las opciones del Madrid en medio de la bronca del público hacia los árbitros.

El partido entró en su fase de mayor tensión y dejó paso al talento de los jugadores, aunque con una tendencia preocupante para el Unicaja, porque aunque Osetkowski seguía metiendo, le faltaba un respaldo. En el bando contrario, Musa, Henzonja, Tavares, Feliz y Campazzo ganaban a sus pares en el uno contra uno. La renta malagueña se iba reduciendo de forma alarmante hasta el 80-79 a falta de dos minutos y medio. Lo tuvo todo en contra el Unicaja, hasta algunas decisiones de los árbitros muy cuestionables, como un codazo de Tavares que le abrió una brecha en la ceja a Sima y que se quedó sin sanción. Tocaba sufrir y el Unicaja supo hacerlo, además con valentía porque sus dos siguientes canastas fueron sendas penetraciones de Carter y Perry ante Tavares (84-79, min. 38:30). La victoria estaba cerca, pero un triple de Hezonja añadió emoción a los últimos 31 segundos con posesión para el Unicaja (84-82). Llegó entonces la acción clave. Perry se jugó un triple arriesgado y el Madrid lanzó un contragolpe fulgurante para empatar el partido. Musa penetró haciendo falta a Perry. El golpe fue claro. Tan claro como que le abrió la ceja. Antideportiva, tiros libres de Alberto Díaz y victoria.