«Lo dejaron agonizando en un portal y han vivido 10 años con ese secreto»
La familia de Paco 'El del quiosco' ha recibido con «alivio» la detención de uno de los presuntos responsables de su muerte, que se produjo durante un robo
Carmen y su familia llevaban años sin recibir una llamada de la comisaría de Marbella. Hasta hace una semana. El jefe de la investigación le preguntó si aún se acordaba de él. Ella le dijo que sí. «Le prometimos que no íbamos a parar», anunció.
El responsable del Grupo de Homicidios le informó de que habían detenido a uno de los presuntos autores del crimen de su tío Paco 'El del quiosco', un hombre de 57 años al que mataron a golpes en 2015 en la puerta de su casa para robarle.
Luego le recordó una máxima que le había anunciado 10 años antes y que, para ella, han dejado de ser palabras vacías. «Me dijo que la policía nunca archivaba un caso», explica Carmen, más aliviada tras saber que la muerte de su tío no va a quedar impune. En todos estos años ha tenido, también, el apoyo de la abogada de la familia, Mónica Perez Ojeda.
La noticia ha dado tranquilidad a los tres hermanos de Paco, que ya son mayores. «Ellos se lamentaban porque veían que se iban a morir sin hacer justicia a su hermano. Ha sido una espera muy larga y muy dura», confiesa Carmen.
Ella aún no conoce las interioridades de la investigación. Lo único que tiene claro es que a Paco lo mataron para robarle. «Era demasiado confiado», reflexiona. Accede a hablar para que se sepa lo que ocurrió y que el autor responderá ante la Justicia. «Parecía que a mi tío se lo había tragado la tierra, y no».
Fue una pérdida muy dura para la familia, que siempre ha estado muy unida. Carmen, que entonces tenía 34 años y que solía visitarlo con frecuencia en el quiosco -«tenía a mis niñas muy consentidas, les daba de todo cada vez que íbamos»-, afirma: «Era algo como lo que veíamos en las películas. Y nos había tocado».
También quiere que se le recuerde como lo que era, un hombre bueno muy querido por su familia y por el vecindario donde tenía su quiosco, situado entre las avenidas Nabeul y Ramón y Cajal, a escasos metros de su domicilio, en pleno centro de Marbella.
«Lo conocía todo el mundo, tenía muy buena relación con sus vecinos», explica una de las sobrinas de la víctima, que está convencida de que los autores «lo vieron un blanco fácil», porque era un hombre menudo que ya rondaba los sesenta años.
Paco se mudó junto a uno de sus tres hermanos de Canillas de Aceituno -donde nacieron- a Marbella en busca de mejor fortuna. «Luego se fueron trayendo al resto de la familia», recuerda Carmen, la más pequeña de sus seis sobrinos, con los que tenía adoración. Estaba soltero y no tenía hijos.
«Era una persona super buena, muy generosa. No tenía nada suyo. Después de que lo mataran me pararon varias personas y me dijeron que mi tío les había pagado la luz o les había ayudado económicamente cuando las cosas no les iban bien«.
Carmen no alcanza a comprender cómo los responsables de su muerte han sido capaces de guardar silencio todo este tiempo. «Si sólo ibas a robarle y se te ha ido de las manos, vas a comisaría y lo confiesas. Lo dejaron tirado agonizando en un portal y han vivido 10 años con ese secreto ».
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