La emigración de los años 60
ÁNGEL ESCALERA
Domingo, 18 de abril 2010, 03:48
El paro, la falta de oportunidades y la miseria obligaron a miles de malagueños a hacer las maletas y marcharse al extranjero en busca de un mundo mejor. La emigración se presentó como opción para encontrar un empleo en países como Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda e, incluso, la lejana Australia. Ese éxodo se produjo sobre todo en la década de los años sesenta del siglo pasado. Muchos de esos emigrantes regresaron a Málaga con el paso del tiempo, pero otros echaron raíces en las ciudades que los acogieron.
Francia y Alemania fueron los destinos preferidos de los malagueños que traspasaron las fronteras. El 67% de esas personas eligieron el país galo como punto en el que trabajar a lo largo de los sesenta. La barrera del idioma y un estilo de vida diferente supusieron las principales trabas que debieron sortear los emigrantes. Su objetivo era atesorar los ahorros suficientes que les permitiesen volver con capacidad para comprar una vivienda y montar un pequeño negocio con el que ganarse el sustento.
El Instituto Español de Emigración se encargó de coordinar el envío de malagueños al extranjero. Este organismo convocaba cursos en los que los aspirantes a irse fuera de España recibían una preparación ambiental y social previa a su viaje. Uno de esos cursos se convocó en 1964 para formar a trabajadores que iban a firmar un contrato laboral en Alemania. Durante veinte días esas personas recibieron enseñanzas en régimen externo. Las clases se impartían tres días a la semana, de seis y cuarto de la tarde a nueve y cuarto de la noche. Los requisitos exigidos eran ser español, no tener cualificación profesional, disponer del certificado de estudios primarios o, en su caso, superar una prueba que determinase que se sabía leer y escribir, ser mayor de 18 años y menor de 40, no padecer enfermedad física o defecto que impidiese ser declarado apto en los reconocimientos médicos. A los asistentes a ese curso se les pagaba un sueldo compensatorio de cuarenta pesetas y se les daba clases de cultura general, lengua alemana y ambientación de Alemania. Los interesados presentaron sus solicitudes en la Delegación Provincial del Instituto de Emigración, situada en la avenida Manuel Agustín Heredia.
Despedida y regalo
La estación de ferrocarriles de Málaga era el lugar desde el que solían partir los emigrantes. Así, en la edición de SUR del 6 de febrero de 1964 se recogía que había partido rumbo a Alemania y Holanda la expedición más numerosa del año de emigrantes malagueños: setenta en total. Los destinos, las ciudades de Colonia y Amsterdam. Antes de que saliera el tren expreso, el sacerdote que ocupaba el cargo de delegado diocesano de Emigración dirigió unas palabras de ánimo a los expedicionarios y a los familiares que acudieron a desearles suerte. Además, les entregó un pequeño regalo de recuerdo. El periódico informaba que durante 1963, ese cura había despedido a casi 2.000 emigrantes que viajaron a doce países europeos.
No sólo Europa fue punto de llegada de malagueños. La lejana Australia también los recibió. En 1963 hubo tres expediciones que partieron de Málaga hacia Sidney en los meses de julio, octubre y noviembre. En las dos primeras los viajeros salieron del puerto a bordo del barco italiano 'Aurelia'. El buque hizo el siguiente trayecto: Málaga, Génova, El Pireo, Port Said, Suez, Aden, Premantte, Melbourne y Sidney. El tercer contingente se trasladó hasta Australia en avión, en un vuelo directo desde el aeródromo de Málaga hasta el de Sidney.
Sumando los tres grupos, en 1962 más de 400 emigrantes malagueños se trasladaron al país de los canguros. La mayoría de ellos eran solteros, aunque en algunos casos se viajaba con la familia al completo. Una vez en Australia, se les ofrecieron distintos trabajos para que eligiesen el que más les interesase en función de su profesión. El Gobierno australiano garantizó que nadie se quedase sin empleo.
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