Zury: de Galería Picasso a restaurante en el Centro de Málaga
El establecimiento ubicado en la calle Santiago de la capital renueva su cocina con el reto de sorprender y alejarse de tópicos
«Don Mariano Nieto Villarrubia impartió clases de pintura y arte en su última 'Galería Picasso' donde enseñó el estilo del legendario autor malagueño. En ... honor a su memoria». Calle Santiago, 4. Allí luce la placa en homenaje al profesor, por cuyo taller han pasado numerosos malagueños.
Ahora, en ese mismo lugar, Esther Marmolejo espera que también lo hagan muchos otros. Pero no para darles clase, sino para sorprenderles. Es lo que busca con la cocina que ofrece en este restaurante llamado Zury que actualmente ocupa aquel local que en otra época fue taller y que desde 2019 pasó a formar parte del mapa gastronómico malagueño, consiguiendo el Solete de la Guía Repsol en 2023 y 2024.
Pero ha vuelto a reconvertirse. Hace unos meses cambiaba de manos, siendo Marmolejo y Juan Toro los encargados de coger las riendas en cocina y gestión, respectivamente, para darle «una vuelta de rosca» y hacer una apuesta por la diferencia en pleno Centro de la capital malagueña con un ticket medio en torno a 30-35 euros.



«No queremos caer en tópicos ni que sea un concepto estático», avisa Juan Toro, en referencia a la apuesta por las sugerencias y los cambios de carta. Pretenden aprovechar la estacionalidad. Ahora, por ejemplo, Esther apuesta por sopas frías como el ajoblanco de coco con sardina anchoada, naranja, gel de cebolla y eneldo, un plato que dice mucho de la cocina que se hace en Zury: producto de temporada, raíces pero al mismo tiempo con un toque exótico y hasta nórdico.
La explicación está en la sangre de la cocinera, una joven de Coín de madre sueca a la que le tiran mucho esos genes. «Quiero alejarme de lo habitual, sorprender», advierte Esther Marmolejo, que poco a poco quiere ir «incorporando cosillas nórdicas». En los postres, de hecho, cuenta con uno llamado 'verano sueco', es decir, galleta de jengibre y canela con helado de vainilla con líneas de toffee salado y mermelada hjortron (de mora típica de Suecia).
No, aquí no encontrarán brownie ni coulant ni tarta de queso. Pero sí otros sabores dulces como la tarta gin tonic o el hojaldre con chocolate, cava y frambuesas. Eso para terminar. Antes, las propuestas pasan por entrantes tan dispares como las costillas de maíz con salsa miso, el mollete con panceta y queso payoyo, el bocado de panipuri relleno de pulpo a la gallega o la personal ensaladilla Zury con patata, aguacate, toques cítricos y lomos de bonito.



Entre los principales, destacan elaboraciones como el risotto de merluza con mayonesa de plancton y limón negro, el solomillo con parmentier trufado y piquillos salteados o la parpatana de atún glaseada acompañada de crema de guisantes con wasabi y verduras encurtidas. «Una cocina ante todo honesta, de calidad y que esté rica», eso es lo que se propone servir en Zury esta coineña que estudió Periodismo pero que pronto se dio cuenta de que su verdadera vocación estaba en los fogones.
En los de distintos restaurantes con estrella Michelin ha ido creciendo hasta llegar a este pequeño refugio del Centro (en torno a 30/40 personas de capacidad) que aspira a hacerse poco a poco un hueco entre los malagueños con una oferta «creativa y sin límites» que juega con sabores, texturas e ingredientes, pero que también se marca el reto de ser punto de encuentro. «Queremos divertirnos y que la gente se divierta», reconoce Juan Toro, que en ese plan incluye eventos como catas y cenas con maridaje. Tiene muchas ideas. «Y sobre todo, ganas».
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