Una semana antes del butrón de Cristo de la Epidemia intentaron entrar en otro local contiguo a la tienda de antigüedades
La alarma del establecimiento impidió que los sospechosos, que trataron de forzar la cerradura, consiguieran colarse en el negocio
Una semana antes de que Antonio se encontrara con un butrón en su tintorería intentaron forzar la cerradura de una financiera dos puertas más para ... arriba. En esta ocasión, los presuntos delincuentes no consiguieron entrar: la alarma saltó, espantó a los sospechosos y todo quedó en una nimiedad. Fernando, el dueño de la tienda de antigüedades que queda en medio de ambos negocios, tampoco le dio importancia. Si bien, ahora todo cobra sentido. La principal hipótesis apunta a que los sospechosos ya habían intentado sustraer las reliquias con el mismo método.
«Este local es muy pequeño y, en cuanto te acercas y tocas la puerta, empieza a sonar la alarma», explica a este periódico el propietario del negocio, convencido de que la sirena evitó un mal mayor, aunque en el interior del establecimiento no alberga nada de valor.
Aunque pudiera ser casualidad que una semana después de este episodio hicieran un butrón en el establecimiento al otro lado del negocio de objetos históricos, la primera teoría apunta a un objetivo claro y a los mismos autores, que no contaron con unas paredes gruesas que fueron sede, hace años, de un antiguo banco.
La reconstrucción de lo sucedido hace un par de sábados, coinciden los propietarios de la tintorería y de la tienda de antigüedades, es la siguiente: los delincuentes accedieron al edificio que les sirvió de trampolín a media tarde, tintaron con spray la lente de la cámara de seguridad, se colaron en el patio y, de ahí, quitaron la reja de una ventana para entrar en la tintorería. Según el testimonio de algunos vecinos, mientras los presuntos delincuentes 'trabajaban', colocaron de nuevo los barrotes para no levantar sospechas.
Fernando abrió las puertas de su tienda hace unos cuatro años, pero hace diez el local alojaba una sucursal bancaria, lo que obligó a reforzar las paredes del establecimiento para impedir, precisamente, butrones. Aunque todo apunta a que los malhechores habían estudiado el golpe minuciosamente antes de ejecutarlo, se les escapó el detalle más importante.
De ellos se sabe más bien poco, ni tan siquiera los afectados conocen exactamente el número de ejecutores. Eso ya es tarea de la Policía Nacional, a quienes ambos acudieron para interponer sendas denuncias. Hasta el lugar también se desplazaron efectivos de la Policía Científica, aunque al parecer los sospechosos vaciaron los extintores para no dejar rastro biológico.
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