Un butrón, una tienda de antigüedades y el blindaje inesperado de un viejo banco: crónica de un robo frustrado en Málaga
Unos ladrones se cuelan por el patio de un edificio en una tintorería, donde perforaron la pared para tratar de acceder a un negocio de numismática
El Málaga Club de Fútbol se disputaba su segundo derbi andaluz contra el Cádiz en Martiricos. Seis y media de la tarde. Misma hora que ... unos delincuentes elegían (casualidad o no) para colarse en un bloque de vecinos del céntrico barrio de La Victoria y acceder, a través de una ventana en el ojopatio, a una tintorería. Pero, los pisos y el textil no eran el objetivo, simplemente el salvoconducto para introducirse, por un agujero y sin levantar sospechas, en una casa de antigüedades, con las reliquias que estos lugares albergan.
Para Antonio los días anteriores no habían sido fáciles, el sábado por la mañana ni siquiera tuvo fuerzas para ir a la tienda. El domingo por la tarde decidió salir a airearse y pasear por el barrio con uno de sus perros. Fue entonces cuando observó a varios vecinos en la puerta de su negocio. «Que te han entrado», alarmaron. Tampoco se sobresaltó demasiado: «Yo pensé, ¿pero qué me ven a robar? ¿Camisas y pantalones?».
Antonio, tras 25 años al frente de La Artesana, en calle Cristo de la Epidemia, no imaginaba que se encontraría con el destrozo: la ropa tirada, revuelta y cubierta por una capa blanca de los extintores que guardaba en caso de incendio. Faltaba el dinero de la caja registradora -se llevaron hasta las monedas más pequeñas-, pero no reparó apenas en ello. El montante, asegura, era menor.
Su fin no era la tintorería. Cuando se percató del butrón que habían abierto detrás del mostrador entendió la película -que bien podría estar inspirada en algunos de los clásicos de Michael Mann o Tarantino-. Los ladrones pretendían burlar la seguridad de la tienda de antigüedades contigua, especializada en monedas, y desplegaron en la lavandería taladros, sierras y demás aparatología que conviniera para perforar la pared.
Fernando, el dueño de Numismática Sánchez, no se enteró del intento de robo hasta la mañana siguiente. «Cuando vi que Antonio venía hacia mí supe que algo iba mal». Aunque conocía que era prácticamente imposible que consiguieran entrar en su local, no respiró hasta que encontró los inmuebles, las esculturas religiosas, las monedas y demás bienes intactos.
La reconstrucción de lo sucedido, coinciden los propietarios de ambos negocios, es la siguiente: los ladrones accedieron al edificio que les sirvió de trampolín a media tarde, tintaron con spray la lente de la cámara de seguridad, se colaron en el patio y, de ahí, quitaron la reja de una ventana para entrar en la tintorería. Según el testimonio de algunos vecinos, mientras los presuntos delincuentes 'trabajaban', colocaron de nuevo los barrotes para no levantar sospechas.
Una antigua sucursal blindada
Fernando abrió las puertas de su tienda hace unos cuatro años, pero hace diez el local alojaba una sucursal bancaria, lo que obligó a reforzar las paredes del establecimiento para impedir, precisamente, butrones. Aunque todo apunta a que los malhechores habían estudiado el golpe minuciosamente antes de ejecutarlo, se les escapó el detalle más importante.
De ellos se sabe más bien poco, ni tan siquiera los afectados conocen exactamente el número de ejecutores. Eso ya es tarea de la Policía Nacional, a quienes ambos acudieron para interponer sendas denuncias. Hasta el lugar también se desplazaron efectivos de la Policía Científica, aunque al parecer los sospechosos vaciaron los extintores para no dejar rastro biológico.
Mientras Fernando hace guardia en la puerta de su negocio, Antonio batalla con el seguro para que evalúen los daños, trata de entregar los pedidos más urgentes con ayuda de amigos del sector y, sobre todo, hacer frente a la frustración y la desesperación. «El 80% del trabajo lo tengo que volver a repetir. Yo no sé si ponerlo todo en orden me llevará tres semanas o un mes, pero desde luego que esto es un destrozo de tiempo y de dinero», lamenta.
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