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Víctor Rojas
Sábado, 9 de septiembre 2023, 00:20
Septiembre ha comenzado con la muerte de dos grandes. Una de la comunicación, María Teresa Campos, y otra de la canción, María Jiménez. Hace cuarenta años, en este mes, también nos dejó un icono. José Pérez Ocaña falleció de manera trágica el 18 de septiembre de 1983, con sólo 36 años. Ahora, cuarenta años después, se publica un libro que hace un repaso por su historia, sus pinturas y su vida, marcada por una infancia en su pueblo, Cantillana, Sevilla, y una madurez en Barcelona, donde desarrolló gran parte de su carrera artística. El libro 'Ocaña. El eterno brillo del sol de Cantillana' nace para conmemorar el 40 aniversario de la muerte. «Es un personaje que ha aportado mucho al movimiento LGTBI, tanto en su época como ahora», cuenta Carlos Barea, coordinador de este libro.
Ocaña es un personaje sobre el que se ha hablado, se ha escrito y sigue presente como referente LGTBI. Por ejemplo, ha sido homenajeado en dos de las ediciones de 'Drag Race España', tanto por Marina como por Pakita. «Todo el mundo sabe que se travestía, que vivía en Barcelona, que era andaluz, pero no hay una idea clara de quién era Ocaña. Este libro nace un poco con la vocación de poner en orden todas esas ideas», explica el coordinador, quien asegura que no es un libro sólo pensado para la gente del colectivo.
Dentro de la universidad es una figura que se ha estudiado y a la que se ha prestado atención, es la institución que lo ha rescatado gracias a la teoría queer y los estudios LGTBI. «Como personaje de calle, que hizo muchas cosas, histórico de Las Ramblas y andaluz está muy difuso», comenta el escritor.
'Ocaña. El eterno brillo del sol de Cantillana' es un libro en el que participan distintos autores. Por un lado, los que vivieron y se relacionaron con el pintor como Ventura Pons, director del documental 'Ocaña, retrato intermitente' de 1978; Nazario, que era su mejor amigo, y una entrevista a su hermano mellizo, Jesús Pérez Ocaña. Por el otro, hay autores que reflexionan sobre su figura y su arte: Pedro G. Romero, comisario de una de las exposiciones más completas dedicadas al artista, en su capítulo habla sobre su trayectoría artística como pintor, es el que cierra el libro; otro autor es Juan Ramón Barbancho, quien analiza la parte de su performance y también se centra en lo artístico. « Luego hay otros autores que reflexionan sobre su propia figura o sobre lo que supuso para el colectivo LGTBI», reflexiona el coordinador. Luis Maura escribe sobre el sexilio, que es cuando las personas disidentes se van de los entornos rurales para vivir su identidad u orientación sexual en libertad, y la artista Roberta Marrero hace un retrato del contexto social en el que se movió Ocaña. «Es esa transición que nos han vendido como una maravilla, que fue una explosión de libertad, pero tenemos que recordar que solo fue para unos cuantos, no para todos los sectores de la población», dice el autor.
«Ocaña era pintor, cuando se hizo conocido en los años 70 se le tomaba como un personaje provocador, performer, si acaso. A él le molestaba muchísimo que no le tomaran en serio como pintor. Él inauguraba una exposición y daba una entrevista si sacaban los cuadros y luego en la pieza no lo hacían. Le enfadaba mucho», subraya Barea. En este libro los distintos autores han apostado por ensalzar la figura de Ocaña, no sólo como icono LGTBI por la lucha de libertades, sino por su profesión.
El libro también incluye dos documentos inéditos. Una autobiografía, que abre el libro, y una carta que escribió a su amigo Felipe de Paco, que lo cierra. Ambos textos cedidos por su gran amigo Nazario. «La autobiografía es un texto que escribió en el que cuenta cómo nació, son cinco o seis páginas, pero es muy curioso como él mismo reflexiona sobre su propia biografía», dice Barea. No se sabe exactamente para qué se hizo este escrito si para publicarlo en un catálogo de una exposición o para alguna película, es decir, que se hizo público y se ha perdido o que es inédito total.
El libro lo cierra la carta que Ocaña le escribió a su amigo Felipe de Paco. «Lo que se dice es un poco trivial, pero como documento histórico es muy interesante para toda esa gente que admira a Ocaña. Hasta para los más expertos en él hay documentos y cosas a las que pueden recurrir», hace hincapié Barea. Una obra que ofrece novedades para los que han seguido a este icono y que lo descubre para aquellos que no tienen claro quién es o qué hizo.
Hasta ahora, el principal documento para conocer a Ocaña es el documental de Ventura Pons. «Una de las labores de este libro es poner en contexto toda su vida», asevera Barea. Pero antes de esta obra, después de su muerte y tras el documental, Ocaña hizo varias entrevistas. Una de ellas con Terenci Moix y otra, semanas antes de su fallecimiento, con Jesús Quintero. «Este libro también recoge todo eso, de cuando te pones a buscar quién es Ocaña y no llegas a estas entrevistas», dice.
Ocaña murió con 36 años, una de las cosas que lo ha hecho que no caiga en el olvido. «En la sociedad un fetiche por la muerte trágica, que convierten a los artistas en mitos», cuenta Barea. El pintor murió tras participar en la Semana de la Juventud de Sevilla, donde decidió vestirse de sol, un traje hecho con papel. En las puntas había colocado bengalas, estas provocaron que el traje saliera ardiendo. Además, el pintor llevaba puesto un chaleco de fibra sintética, que ardió rápidamente. En el hospital se le diagnosticaron quemaduras en el 35% de su cuerpo. Y, mientras se recuperaba, notaron que tenía secuelas de una hepatitis mal curada. Dos hechos que provocaron su muerte de Ocaña el 18 de septiembre de 1983. Otro de los motivos de que siga siendo un referente es la actualidad de su discurso. «Ves el documental y parece que está hablando con el pensamiento de ahora y con las ideas del activismo actual. Eso sorprende. Tiene un pensamiento natural que está muy acorde con los pensamientos de ahora», comenta.
La idea de escribir un libro sobre la figura de Ocaña parte de Carlos Barea. «Ocaña ha influido bastante en mi vida. Lo conocí a los 15 años con el documental y su figura siempre me ha acompañado», cuenta. El escritor ha ido encontrando documentos sobre el artista, hasta el punto de haber visto la película Manderley, que se rescató en la Academia de Cine, pero que es difícil de ver. «Ha sido un personaje que me ha acompañado y que he ido conociendo poco a poco. Lo siento como parte de mi familia, como un familiar que murió y que he tenido que investigar y que ir montando piececitas para construir su retrato», confiesa que ha cumplido un sueño de la adolescencia: «20 años después estoy devolviéndole lo que él me ha dado».
Sin embargo, Barea reconoce que aún faltan muchas cosas por conocer de Ocaña. Con este libro ha ordenado todo lo que se conoce de él. «No voy a decir que es fuente inagotable porque tampoco tuvo tantos años para trabajar, pero sí se tiene que conocer más. Hace falta», asevera. Además, fue un personaje adelantado en su época. En el documental, 'Ocaña, retrato intermitente', habla con un discurso que sigue estando vigente. «Fascina tanto porque lo podría decir un activista queer en la actualidad», asegura el coordinador. Ocaña rehuía de las etiquetas al igual que los movimientos de ahora. «Lo mismo hay cosas que todavía nos tiene que decir que están ocultas como en una cápsula del tiempo», concluye.
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