Más mosquitos que nunca por el calor y la disminución de aves
La venta de repelentes aumenta un 20% en la provincia ante la proliferación de nuevas especies más agresivas en sus picaduras
Jorge López no llevó el miércoles a clase a su hijo porque el pequeño, de 5 años, apenas había dormido la noche anterior por el ... escozor y el malestar que le provocaron los mosquitos que se cebaron con sus piernas por la tarde. Esa misma mañana, Marina Prieto tuvo que pedir permiso en el trabajo para llevar a su hija de 8 años al médico «porque estaba minada de picaduras». Con los antecedentes del último año, la primera impresión es que estas dos familias residen en Guadalmar o Sacaba Beach, donde sus vecinos saben muy bien lo que es una plaga de mosquitos. Pero la realidad es que mientras en el entorno de la desembocadura del Guadalhorce la situación se empieza a normalizar gracias al refuerzo de la vigilancia y los tratamientos preventivos, la presencia de estos insectos se está intensificando en otras zonas de la ciudad. De hecho, Jorge reside en El Molinillo, donde los vecinos ponen sus miras en las charcas que se generan en el cauce del Guadalmedina tanto del agua procedente de la desembocadura del arroyo de los Ángeles a la altura de La Goleta como por el desembalse de la presa de El Limonero que se realiza el primer miércoles de cada mes por mantenimiento. «El río se ha convertido en un foco de mosquitos», se queja. Donde la gente no encuentra una explicación es en La Victoria, el barrio de Marina. «Aquí ni tenemos ríos ni solares ni nada, pero lo de este verano no está siendo normal», comenta.
¿Cuál es la razón? Dando por sentado que nos encontramos en plena temporada alta de insectos, los expertos apuntan a varios factores que motivarían la proliferación de estos ‘compañeros’ tan incómodos, no tanto por su presencia como por su mayor virulencia. Pero no porque el mosquito común se haya vuelto más agresivo, sino por la cada vez mayor penetración de otras especies como el ‘aedes caspius’ o mosquito de las marismas, que es el que ha estado haciendo estragos en el Guadalhorce y el que, sin llegar a ser tan virulento como el ‘tigre’, sí que provoca inflamación y reacciones cutáneas de unos cuatro centímetros de diámetro que incluso llegan a requerir tratamiento médico. Una primavera tan cálida como la que acaba de terminar salpicada por varios episodios de lluvias y el progresivo descenso de aves insectívoras en las zonas urbanas son las principales causas que señalan investigadores en la materia para tratar de justificar este aumento de las picaduras, no sólo en la capital, sino en otras localidades de la franja litoral.
«No es que haya más de lo normal, es que hay varias especies diferentes más molestas que el mosquito de siempre, y cada una de las cuales necesitan distintas condiciones ambientales para eclosionar, por lo que no hay una única causa ni tampoco una única solución», advierte el catedrático de Zoología de la Universidad de Málaga (UMA), Raimundo Real, que ha vuelto a retomar sus investigaciones sobre los mosquitos dos décadas después de la prospección que su equipo desarrolló en la desembocadura del Guadalhorce. Entonces se identificaron hasta siete especies distintas de dípteros, entre ellos el de las marismas. En este sentido, Real procura dejar claro que aunque el ‘tigre’ está cada vez más extendido por el litoral de la provincia, su presencia aún es mínima, por lo que «de momento no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora». «El responsable es el de las marismas», remarca.
Tratamientos preventivos
Desde el Área de Sostenibilidad Medioambiental del Ayuntamiento de Málaga aseguran que una vez controlado el repunte de la pasada primavera en el paraje natural y su área de influencia, el servicio de control de plagas no ha detectado hasta el momento ningún otro pico en la ciudad ni se están recibiendo más llamadas al teléfono gratuito 900 900 000. En la misma línea se pronuncian en otros municipios costeros, donde también se están adoptando medidas para controlar la población, como las fumigaciones en parques, jardines y espacios públicos de Alhaurín de la Torre; el plan de choque que el mes pasado se puso en marcha en Vélez-Málaga; o las trampas de muestreo que se han instalado en distintos puntos de Rincón de la Victoria. En Marbella, las mayores incidencias se están registrando en el área de Las Chapas y Elviria, aunque desde la Delegación Municipal de Sanidad afirman que la situación no es problemática tras las actuaciones preventivas desarrolladas en puntos clave de anidamiento de mosquitos como redes de alcantarillado, fuentes, estanques, jardines y zonas de ribera.
Para prevenir
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En casa Al margen de las mosquiteras en las ventanas, es recomendable evitar la acumulación de agua en zonas ajardinadas, puesto que algunas especies como el mosquito tigre apenas necesita el plato de una maceta para poner hasta cien huevos de una tacada.
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Repelentes naturales Especies arbustivas muy aromáticas como el romero, lavanda, citronela y santolina.
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Productos En farmacias y parafarmacias se pueden adquirir sin receta cremas, lociones, spray, pulseras y parches antimosquitos con esencias naturales (citronela o lavanda) además de otros más fuertes como los que llevan dietiltoluamida (DEET), recomendado para viajes a zonas tropicales.
Efectivamente, en ningún punto de la provincia se puede hablar de plaga. Sin embargo, en las farmacias están haciendo su particular agosto desde que arrancó la primavera y no dan abasto ante la demanda de antihistamínicos para el picor, cremas para refrescar la piel y, sobre todo, productos repelentes en todas sus variedades, ya sea en spray, loción, roll-on o las pulseras para niños, que están tan de moda que hasta las hay de la Patrulla Canina. «En lo que va de año hemos notado un incremento en las ventas de repelentes del 20%», afirma Leandro Martínez, presidente de la distribuidora de medicamentos Cofaran.
Repelentes más fuertes
Un incremento que también avalan en el Colegio de Farmacéuticos. «La virulencia está siendo tan intensa que los clientes vienen buscando repelentes cada vez más fuertes», comenta el secretario del órgano colegial, Diego Rodríguez, quien precisa que la situación ha llegado a tal punto que hay personas que compran productos con DEET (dietiltoluamida), que son los que se recomiendan para viajar a zonas tropicales.
La solución a corto plazo pasa por la aplicación de larvicidas en los humedales para evitar que eclosionen y por las fumigaciones que de forma periódica se llevan a cabo en parques y zonas verdes para reducir la población de mosquitos adulto. Pero el problema a medio y largo plazo exige un estudio más profundo y específico de cada caso «porque no se puede generalizar debido a que depende de factores ambientales y sociológicos, de forma que lo que ocurre en una zona no tiene por qué darse en otras», precisa Francisco Cáceres, director técnico del Servicio de Control de Mosquitos de la Diputación de Huelva, que hace justo un año estuvo en Málaga para trasladar al Guadalhorce la experiencia de este organismo de reconocida trayectoria después de tres décadas combatiendo los insectos en las marismas onubenses.
Para las picaduras
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leves Productos cuyo principal principio es el amoniaco, y si es más serio, corticoides en crema de baja absorción y uso local, o antihistamínicos orales.
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graves Siempre con receta médica, corticoide oral o inyectable, según informan desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Málaga.
¿Y qué es lo que está ocurriendo en Málaga? A juicio del investigador del Departamento de Biología Animal de la UMA, José Luis Postigo, al margen de fenómenos globales como el cambio climático, el problema proviene de un desequilibrio ecológico. ¿Por qué? Por la disminución generalizada de aves insectívoras asociadas a tramas urbanas como el vencejo, el avión común, el murciélago y la golondrina debido a factores ambientales, pero también a la retirada de nidos y a la fijación de estructuras que impiden anidar. «¿Quién no recuerda la nube de vencejos alrededor del edificio de Correos? Las mallas que se instalaron (para evitar desprendimientos) han acabado con una de las colonias de vencejos más importantes de Málaga. Son aves que pueden recorrer largas distancias para alimentarse y comer decenas de mosquitos, por lo que su desaparición debe tener efectos en las poblaciones de mosquitos no sólo en esta zona sino en toda la ciudad», advierte Postigo, quien como experto en especies invasoras también trata de desmontar el mito que culpa a las cotorras argentinas de la disminución de aves insectívoras. «La proliferación de cotorras no tiene nada que ver con el problema de los mosquitos, ya que no compiten con las especies insectívoras ni por el nido (fabrican los suyos) ni por la comida (se alimentan fundamentalmente de césped y pan). Esto no significa que las cotorras no puedan tener impacto sobre las aves locales en el futuro, pero a día de hoy se mantienen totalmente ajenas a la mayor presencia de insectos», precisa.
Explosiones puntuales
En la misma línea, Juan Antonio Gómez Negrillo, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), advierte de que al margen de que sea normal que en determinados momentos pueda darse una explosión de población de mosquitos, sí que debe servir de aviso para adoptar soluciones. No a corto, puesto que a estas alturas sólo quedan los insecticidas y protegerse con mosquiteras y repelentes naturales o químicos, pero sí a medio y largo plazo. Su propuesta consiste en favorecer el regreso de los depredadores naturales «que cada vez tienen menos espacio en las ciudades».
Además de exponer también el ejemplo del edificio de Correos, Gómez recuerda cómo en las urbanizaciones de Guadalmar se retiraron los aproximadamente 250 nidos de aviones comunes. «Es cierto que ensucian mucho, pero también quitan los insectos porque consumen muchos mosquitos para dar de comer a sus crías», subraya. «Se trata de no romper el equilibrio para no dañar el ecosistema», añade Raimundo Real, quien reconoce la complejidad de controlar la población de las distintas especies de mosquitos. Sí, controlar, porque una vez que llegan a una zona su erradicación es prácticamente imposible.
Han colaborado en esta información: Nieves Castro, Eugenio Cabezas y Charo Márquez.
Los depredadores naturales más habituales en áreas urbanas
La primera medida para controlar la población de mosquitos a corto plazo pasa por localizar las principales zonas de reproducción (generalmente en espacios húmedos permanentes o temporales, en función de cada especie) para acabar con las larvas antes de que eclosionen y aplicar tratamientos con insecticida contra los mosquitos adultos. Pero más allá de soluciones a corto plazo, los expertos insisten en la importancia de favorecer la presencia de depredadores naturales, eso sí, sin llegar a convertir su presencia en un nuevo problema. Las principales aves acostumbradas a vivir en entornos urbanos que se alimentan de mosquitos son el vencejo, el avión común y la golondrina, además del murciélago. Todos son grandes consumidores cuando tienen que dar de comer a sus crías durante la primavera y el verano. Además de estos pájaros, hay otras especies como las lagartijas, salamanquesas y algunos tipos de arañas que también se nutren de mosquitos.
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