Varón, 34 años y con una vida normalizada, nuevo perfil del consumidor de drogas
Proyecto Hombre alerta de la creciente falta de percepción de riesgo en el consumo, que lleva a los adictos a posponer su recuperación hasta 17 años
El perfil tipo suele moverse en el siguiente escenario: varón que ha comenzado a probar las drogas entre los 15 y los 17 años. Con ... el paso del tiempo, la adicción se vuelve parte de la rutina: el alcohol y la cocaína (en la mayoría de los casos) o el alcohol y el cannabis se hacen compañeros de viaje mientras el adicto mantiene una vida relativamente normalizada en las esferas laboral y familiar. La creciente falta de percepción del riesgo –no sólo por parte del consumidor habitual sino también por parte de la sociedad– permite que el afectado mantenga este ‘juego’ de tiras y afloja con la droga hasta que algo hace ‘clic’. Un ultimátum en la pareja, una quiebra considerable en la empresa que lo lleva a peder el puesto de trabajo, el deterioro progresivo y evidente de la relación con el entorno... Llega entonces el momento de pedir ayuda, un SOS que en Málaga, y en el resto del territorio nacional, cuenta con un ‘salvavidas’ de referencia: Proyecto Hombre. Hasta allí llegan hoy en día consumidores que llevan una media de 15 o 17 años consumiendo y que se dan cuenta de que tienen que parar en torno a los 34 años. Y ahí empieza el otro camino.
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Las cifras crecientes de ese ‘otro camino’ son contundentes y ayer fueron presentadas en Málaga por parte de los promotores de esta organización que en la actualidad atiende a 700 afectados en sus diferentes programas y que además desempeña un papel clave en la prevención de la mano de un proyecto específico que ofrece herramientas a unos 11.000 escolares para que no emprendan ese camino que a veces ya no tiene retorno.
Así era hace 30 años
«Seguramente muchos de vosotros conoceréis en vuestro entorno o en vuestro trabajo a alguien que tiene este tipo de problemas». La reflexión partía de la directora de Proyecto Hombre en Málaga, Belén Pardo, durante la presentación de la memoria de la entidad, que en esta ocasión no sólo se ha limitado a ofrecer los datos correspondientes a 2016 sino que ha hecho una comparativa sobre perfiles y consumos tomando como referencia los años 1988, 1989 y 1990, «cuando la realidad de la droga era diferente pero con la sensación, 30 años después, de que la gente nos sigue viendo como entonces».
En ese ejercicio de revisión del pasado y de cómo ha evolucionado el consumo en la provincia de Málaga hay varias conclusiones que dan que pensar: en primer lugar por el perfil de los afectados que a finales de los 80 tocaban a la puerta de Proyecto Hombre. Entonces los consumidores eran varones –la proporción es casi lo único que se mantiene fijo con el paso del tiempo, de modo que antes el 85% eran hombres y el 15% mujeres y hoy es igual– enganchados en un porcentaje abrumador (el 98%) a la heroína. Además, ocho de cada diez no trabajaba y tardaban una media de seis años en pedir ayuda especializada. Hoy, sin embargo, esta voz de alarma se da entre los 15 y 17 años desde el inicio del consumo, la mayoría de los afectados (casi el 80%) tiene trabajo y la heroína se ha convertido en algo residual en favor de un perfil ‘policonsumidor’ (más de una adicción): en cabeza están la cocaína (42%), el alcohol (20%) o el cannabis (16%).
La segunda de las conclusiones que arroja esta comparativa está precisamente relacionada con las causas que llevan al adicto a pedir ayuda tan tarde, y las explicaba la propia Pardo: «Hoy se puede compaginar una vida relativamente normalizada con el consumo de drogas, entre otras cosas porque el deterioro físico no es tan alarmante como cuando nos enfrentábamos a la heroína y tardan más en aflorar los problemas asociados a un consumo continuado». A eso se une, además, una falta de percepción del riesgo por parte de la sociedad que la directora de Proyecto Hombre ilustraba en un dato inquietante: «Hace treinta años el consumo de drogas era la segunda preocupación de los españoles, sin embargo hoy ni siquiera está entre las veinte primeras».
En este contexto, la atención que brinda Proyecto Hombre a los afectados también ha ido adaptándose a los nuevos tiempos, con programas específicos que también buscan soluciones para otros colectivos como el de las mujeres y el de los menores. En el primero de los casos con el proyecto ‘Estima’, en el que ellas son mayoría (70%) y en el que se abordan otros problemas relacionados «con codependencias afectivas y dificultades en el entorno familiar», en palabras de Pardo; y en segundo lugar con el programa ‘Apoyo joven’, que atiende a menores (y a sus padres) que ya han normalizado el consumo y que tienen graves problemas de comportamiento. Y este apartado deja un último aviso: la creciente dependencia de las nuevas tecnologías, cuyo tratamiento se reparte entre más organismos además de Proyecto Hombre pero que en este caso ya arroja cifras que empiezan a ser «preocupantes»: en 2016 se atendieron 11 casos relacionados con el abuso de las TIC, y cinco de ellos eran menores.
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