El miedo de las familias al contagio marca la apertura de los centros de día y de atención temprana en la provincia de Málaga
Operativos desde hace aproximadamente un mes, afrontan la nueva normalidad con medidas como la asistencia por turnos, las medidas extremas de higiene y test; aunque mantienen también la atención por vía telemática para los que aún tienen sus reservas
Visto desde fuera, la apertura total de los centros de día y los centros de atención temprana en la provincia, que atienden a personas con ... discapacidad física o intelectual de todas las edades, representa un considerable alivio para las familias. Pero esa descarga se percibe de una manera diferente desde dentro: aún existe el miedo al contagio por Covid-19 y en este sector vulnerable de la población el riesgo se multiplica. Este es el panorama que marca el inicio de la nueva normalidad en los centros especializados que funcionan en la provincia, operativos desde hace aproximadamente un mes con todas las medidas de seguridad necesarias pero conscientes de que, a la hora de dar ese necesario paso de la desescalada, aún quedan muchas dudas.
«Algunas familias sí han decidido empezar con las rutinas presenciales para su familiar, pero también hay otras que por las circunstancias han preferido dejarlo para septiembre. Son conscientes de que el riesgo es casi el mismo«. Lo dice Domingo Collado, director general de Amappace (Asociación de Padres de Paralíticos Cerebrales de Málaga) y presidente de la Asociación de Centros de Atención Infantil Temprana (ACAIT), una plataforma que engloba a 17 de los 25 centros de estas características que funcionan en la provincia. Los centros de atención temprana dan cobertura a menores de entre 0 y 6 años, y los centros de día representan una opción -a veces imprescindible- para usuarios del resto de tramos de edad.
En ambos casos, existen esos recelos por parte de las familias, aunque la puesta en marcha de los centros se haya hecho con todas las medidas sanitarias que exigen los nuevos tiempos. «En el caso de los centros de día se hacen test tanto a los usuarios como a los trabajadores, se han establecido turnos de asistencia y la seguridad está completamente garantizada. En los de atención temprana se funciona igual, pero con test sólo a los terapeutas», confirma Collado, que explica esa excepción en el hecho de que los niños de 0 a 6 años «suelen ser asintomáticos y además la atención que reciben es absolutamente individualizada. No hay contacto con otros niños«.
Con estos antecedentes, el panorama de estos centros especializados es el siguiente: están todos abiertos y en funcionamiento, pero los centros de día mantienen una ocupación en torno al 60% y en los de atención temprana este porcentaje oscila entre el 30% y el 80%, dependiendo del tipo de asociación. Las razones para esa decisión que toman las familias de seguir en casa con las terapias son variadas: en primer lugar, porque esa opción sigue existiendo, es decir, que la teleasistencia y las terapias por vía telemática «han funcionado tan bien durante el confinamiento -sobre todo en atención temprana- que hay padres que prefieren no arriesgarse y seguir con el programa a distancia«, avanza Collado. Además, para los casos que necesiten una intervención directa se siguen manteniendo las sesiones de fisioterapia presenciales una vez por semana. «Y así están más tranquilos», resuelve el máximo representante de Acait, que por la experiencia de este largo confinamiento es capaz de aportar un diagnóstico bastante ajustado sobre las secuelas que ahora perciben tanto en niños como adultos con algún grado de discapacidad: «En general esas secuelas son más evidentes en los adultos, que en algunos casos sí tienen ahora más problemas de movilidad y han llegado a experimentar algún retroceso. Con los niños, la verdad, no hemos visto tanto problema; se adaptan mejor«.
Miedo por lo que ven en la calle
Pero esas secuelas no sólo han sido -en el caso de que se hayan dado- físicas. Muchas veces el miedo a salir y a recuperar rutinas va más allá de las familias y entran de lleno en la percepción que tienen los usuarios de los centros en torno a esta 'nueva normalidad'. «Ten en cuenta que la imagen que les llega ahora en la calle es la de la gente con mascarillas, con distancia... No es a lo que están acostumbrados y eso les produce temor«, explica Collado.
Esa realidad es compartida al cien por cien por José Reyes, presidente de Autismo Málaga y padre de Daniel, un joven de 33 años con TEA (Trastorno del Espectro Autista) que desde hace años disfruta de su terapéutica rutina en la residencia que la asociación tiene en la zona de Pinares de San Antón. «Dani y sus compañeros están allí de maravilla, con sus terapias y sus días muy bien organizados, que es lo que necesitan. Cualquier cambio es un trastorno para ellos«, admite Reyes, que prefirió renunciar a mantener las visitas a su hijo en plena desescalada »porque sé que si me ve detrás de una mampara, que no es lo habitual, se va a poner nervioso y va a ser peor para él. Incluso una teleconferencia, que no es lo que él espera, le puede provocar un problema«. El presidente de Autismo Málaga, pero sobre todo padre, asume que por esas condiciones especiales de su hijo y de otros como él »es mejor no alterar sus rutinas«.
Aunque los TEA dependen de los grados que presente cada persona, el centro de Autismo Málaga de Quinta Alegre (por la zona de Teatinos) ya funciona a pleno rendimiento desde hace un mes en el caso de la atención temprana y desde el pasado 1 de julio en el del centro de día. «Ya hemos recuperado la asistencia presencial con todas las medidas de protección necesaria, pero sí es verdad que algunas familias aún tienen miedo. Volver o no está en sus manos, aunque es lógico que estén a la expectativa. Les ha ido bien en casa con la teleasistencia y prefieren esperar, sobre todo ahora que tanto se habla de rebrotes«, concluye Reyes.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión