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Carmen Machi (Madrid, 1963) ya tiene billete para el próximo Festival de Málaga. El certamen la ha otorgado el Premio Málaga-SUR, su máximo galardón honorífico que entrega en colaboración con este periódico. Propietaria de una carrera versátil y personal, sigue considerándose una actriz de teatro que nunca se planteó hacer televisión o cine. La popularidad le llegó de la mano de '7 vidas' y 'Aída', aunque asegura que se le «hace raro» que la sigan vinculando con la comedia. Para esta entrevista telefónica responde tras regresar del rodaje en Valencia del 'thriller' 'La vida negra', basado en en el caso real de Maje, la viuda negra de Patraix. «Nunca había hecho un 'true crime', así que a ver qué tal», asegura esta mujer acostumbrada a «cambiar de trabajo cada tres o cuatro meses».
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–Enhorabuena por el Premio Málaga-SUR.
–Muchas gracias. El Festival de Málaga es muy especial para todos. Cuando digo todos, me refiero a mis compañeros del cine porque el certamen forma parte de nuestras vidas. Yo he ido muchas veces y mola mucho. Y es un escaparate tan grande que significa mucho. Formar parte del Premio Málaga-SUR lo vivo como ir a una segunda casa a vivir algo emocionante.
–El galardón no es una retrospectiva, pero quería pedirle un momento especial de su trayectoria.
–Qué difícil. Reconozco que he sido muy afortunada y me han pasado cosas muy chulas. Si hablamos de cine te diría una película que además se proyectó en el festival, 'Que se mueran los feos', que hice además con el último Premio Málaga SUR, Javier Cámara. Tuvo una acogida magnífica y creo que fue mi primera vez en el festival.
–¿No fue la película dirigida por Alexis Valdés?
-Sí, es verdad, se tituló 'Un rey en La Habana' (2005) y estuvimos en Málaga. ¡Cuánto tiempo!
–Esas películas fueron comedias, un género reivindicado por el Festival de Málaga.
–En otro momento llegó a parecer que era un festival del género, pero lo que hizo simplemente es acoger la comedia. Y claro, no hay cosa más bonita que ver todo un teatro como el Cervantes metido en la película y riéndose. En eso, el Festival de Málaga fue pionero y ha crecido una barbaridad desde lo nacional abriéndose al mundo.
–Volvamos a sus momentos, ¿me dice alguno más allá del festival?
–Al trabajar en los tres medios he tenido varios. Quizá lo que marca un antes y un después en mi vida fue la televisión con '7 vidas'. Y en el cine tuvo mucho que ver Pedro Almodóvar, porque realmente lo primero que hice fue con él, 'Hablé con ella'. Y en teatro, la compañía La Abadía ha sido muy importante en mi vida.
–Usted se instaló como una cómica en la mente de todos los espectadores con '7 vidas' y 'Aída', pero le puso fin. ¿Fue un punto de inflexión?
–No. Nunca he tenido necesidad de poner fin a algo por ser comedia, porque sería como si la comedia fuera algo negativo o menor. Yo llevaba muchos años haciendo el personaje de Aída en las dos series y ya está. No es que quisiera cambiar ni esa cosa del encasillamiento que es un error y una mala interpretación de las cosas. Mi vida cambia al entrar en '7 vidas'. Yo era una actriz de teatro y prácticamente no había hecho comedia. Por eso, el hecho de que me asocien a la comedia se me hace raro, porque antes de empezar en '7 vidas' llevaba 20 años en teatro. Entonces, un director de casting, Luis San Narciso, me vio en una función y me llamó para un capítulo de '7 vidas'. Y ahí cambia mi vida porque yo iba por un camino y me llevó por otro. Nunca estuvo en mi mente hacer televisión. No era un reto ni una meta. Entonces, no hay punto de inflexión. No dejé algo porque considerara que me estaba comiendo o estaba cambiando.
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–¿Y por qué la dejó?
–Decidí irme de ahí porque llegué al acuerdo de que iba a estar tantos años y, cuando pasaron, les dije: 'Oye, os recuerdo que ya me voy, que tengo otras cosas que hacer'. Y así fue. Lo que pasa es que a la gente le cuesta ver desde fuera que cuando se tiene 'éxito', entre comillas, el hecho de que te vayas tiene que ser por una cosa gordísima. Y no es verdad. Llegué a un acuerdo y decidí irme. Ellos querían que continuase porque la serie era exitosa, pero yo tenía otros planes. Solo eso.
–Se lo pregunto porque lo fácil era seguir instalada en ese éxito.
–¿Sabes qué pasa? No es mi manera de ser. Yo he cambiado de trabajo toda mi vida, cada tres o cuatro meses, desde mucho antes de estar en esa serie. Estar tanto tiempo entregada a un personaje no va conmigo. No es por renegar de lo anterior o porque te encasilles.
–¿Y la fama ha podido surfearla?
–La fama, la popularidad y el éxito no tienen nada que ver. Puede ser famosa una persona que de repente se convierte en un héroe urbano. Otra cosa es ser popular. Cuando te conviertes en popular, no es tu intención y es desmesurado, tienes que gestionarlo y aprender a llevarlo.
–Usted pasó por ahí.
–Evidentemente, estuve mucho tiempo haciendo una serie que tenía una audiencia estratosférica. Después no he seguido haciendo tanta televisión, sino cine. No sé qué habría ocurrido de haber seguido en otras series. Entonces, cuando eres tan popular, la gente conoce tu cara, pero no a ti. Hay momentos que los llevas mejor que peor en el sentido de que te apabullan más que otros. No siempre se tiene energía para estar disponible 24 horas. Cuando entiendes que va de eso, pues no pasa nada, porque en mi caso no ha bajado la popularidad. Lo único que te cambia la vida es que lo tienes que ir surfeando, porque no vas con la misma tranquilidad. Esto de que te pidan fotos continuamente no lo entiendo, pero la gente lo hace con mucha amabilidad. Lo que pasa es que la acumulación cansa. Así que es cuestión de gestionarlo y vivir con ello, porque no es traumático ni pasa nada.
–Con 'Celeste' es candidata a los premios Feroz y Forqué. ¿Después de una inspectora de Hacienda ya lo que le echen?
–Desde luego, no esperábamos que tuviera una acogida tan grandísima. Diego San José –creador de la historia– es un crack con una mente privilegiada y creó un personaje, le puso mi cara y yo con él al fin del mundo. Cuando he interpretado a Sara no pensé en una inspectora de Hacienda, sino en una mujer que se encuentra en una etapa particular de su vida, recién jubilada, viuda, sola y decepcionada que es un regalazo para una actriz. Y además es inspectora fiscal. Y claro, ¿quién quiere tener cerca a alguien de Hacienda? Nadie. Lo primero es pensar: 'Dios mío, la que nos va a caer'. Cuando me lo propuso me pareció fabuloso y me partí de la risa.
–Usted humaniza al personaje. Ya veo a los inspectores de Haciendo poniéndole una medalla.
–¿Te imaginas? Ja, ja. Lo que sí sé es que ellos no están descontentos. Y es verdad que sin el personal de la Agencia Tributaria no podríamos haberla hecho y nos han ayudado mucho. Claro, ellos no habían sido protagonistas de nada hasta ahora y ha provocado mucha cercanía, cosa que nunca habían tenido. Ha habido una valentía por parte de Diego al contar así esta historia y las sensaciones de una mujer en la jubilación. Lo ha clavado.
–Hablando de jubilación. ¿Se le pasa por la cabeza?
–Es que para los actores no existe la jubilación. No entra en nuestro vocabulario. No conozco a ningún actor ni actriz jubilada. Los hay, pero a la mínima que pueden, trabajan.
–¿Pero porque lo pide el cuerpo o porque la situación obliga?
–Nosotros tenemos la suerte de trabajar en lo que nos gusta y no a todo el mundo le pasa. La mayoría de la gente está deseando que llegue la jubilación porque normalmente trabajas para ganar dinero, pero te puedo asegurar, aunque suene raro y nadie lo crea, que muchas, muchas, muchas veces los actores no trabajamos para ganar dinero, no lo hacemos por el sueldo, sino por una necesidad muy difícil de entender si no perteneces al mundo del arte. Cuando puedes vivir de ésto, sí que eres un privilegiado y eso es el éxito realmente. La diferencia para nosotros es que jubilarse significa que no hay personajes ya para nosotros, pero también hay que interpretar a los personajes de 60 o 90 años, entonces por eso digo que mentalmente no está en nuestro vocabulario. Te digo esto y a lo mejor, lo lee algún compañero y dice que lo está deseando. Y seguro que lo hay, pero ya te digo que en general ese es el sentimiento.
–Y ahora que llegamos a Navidad, ¿un deseo para el año que viene?
–Yo no cambio por años, sino que veo continuidad en la vida. Y mis deseos son los mismos que los de cualquier ser humano. Tenemos necesidad de ser felices, así que cada uno agarre la vida por donde considere que le hace feliz. Para mí, ser feliz es sufrir poco. Las Navidades son una cosa extraña que producen melancolía, a la vez que alegría. Es un batiburrillo emocional y estás deseando que llegue, pero también que pase.
–Aunque sea por acabar de comer por encima de nuestras posibilidades.
–Totalmente. Además, mi cumpleaños es el 7 de enero y nunca lo celebro. Imagínate lo que es que después de todo lo que hemos comido, bebido y quedado, ahora llega mi cumpleaños. Imposible. La Navidad para mí es un lío.
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