Regreso de oro de Natalia Baldizzone
La fuengiroleña de 20 años, vigente campeona mundial, ha comenzado la temporada con un oro en la Copa del Mundo de Trieste y un ambicioso abanico de coreografías
Natalia Baldizzone ha vuelto a las pistas y lo ha hecho por la puerta grande, con la energía y la motivación necesarias para demostrar al ... mundo que su brillante gesta de la pasada campaña no fue mera casualidad. Esta joven y talentosa fuengiroleña ya venía avisando desde la adolescencia. Lleva años acumulando innumerables títulos andaluces y nacionales en una vitrina que coronaba con un brillante oro continental júnior conseguido en 2018... Al menos, hasta el pasado año, en el que entró en la historia del patinaje sobre ruedas a nivel nacional al conseguir la doble corona: los títulos de campeona de Europa y mundial absolutos en la modalidad de sólo danza, siendo además su segundo año como sénior. Una gesta con la que, definitivamente, se dio a conocer al gran público. «No me esperaba una temporada así, era mi segundo año sénior», se sincera ella misma.
Tocó echar el cierre a aquella campaña idílica, volver a la rutina en la Universidad (estudia 3º de Magisterio) y empezar a esbozar un nuevo año, consciente de que los méritos de una temporada no viven para siempre y menos en un deporte minoritario. Tras mucho trabajo físico, técnico y largas horas de ensayo para memorizar sus nuevos programas, la fuengiroleña de 20 años ha vuelto a la acción y ha certificado su éxito con un nuevo oro internacional. La pasada semana, Baldizzone consiguió el primer puesto en la primera Copa del Mundo del curso, en Trieste (Italia, tierra natal de su padre). Superó de nuevo a potentes rivales como las italianas y las alemanas, y logró la mayor puntuación gracias a Carmen, de Bizet, que defendió durante tres minutos y medio. «Estamos muy contentos con el resultado de la primera Copa del Mundo, el siguiente paso ya es ir a la final de la Artistic World Cup en Alemania, a mediados de verano», algo que prácticamente ya tiene asegurado por su oro en Trieste. Aunque la fuengiroleña es ambiciosa y autoexigente –sólo así se puede llegar a la élite–, y por eso, asegura que su exhibición fue buena pero aún le queda ser perfecta . «Hay que seguir mejorando y puliendo todos los pasos», afirma.
«Nuestro deporte aún no es olímpico, pero nuestra federación ya ha entrado en París y esperemos ser los siguientes», afirma
Además, porque es consciente de que, al acudir a las grandes citas como la vigente campeona mundial, pasa a estar en el punto de mira de sus rivales: «Presión sí que hay, porque al ganar el campeonato del mundo hay más exigencia, pero lo voy llevando bien». Y continúa explicando: «Me siento muy emocinada por todo el trabajo que ha conllevado ese título y porque repercute mucho en las niñas pequeñas que están empezando, pero prefiero pasar inadvertida».
Natalia tiene dos versiones: la más tímida en su día a día, en el que trabaja duro en silencio, y la versión rompedora cuando saca todo su carácter para ofrecer un espectáculo en la pista. Toda una tranformación, como la que quiere reflejar este año en su nuevo abanico de coreografías, diseñadas por Andrea Bassi: «Los programas son completamente diferentes a los del año pasado, son más difíciles y suponen un mayor riesgo a la hora de actuar», reconoce. Pero asumió ese riesgo en Trieste y salió victoriosa, aun con un escaso margen de preparación «Hemos cambiado todos los programas y ha sido bastante duro porque no ha habido mucho tiempo entre una competición y otra. Sólo han pasado un par de meses y es relativamente poco para aprenderte todos los programas», asegura.
«Es muy complicado repetir lo del año pasado porque el nivel está muy alto. No me quiero confiar. Quiero ir y hacerlo bien»
Ahora debe volver al trabajo cara al intenso calendario que ya tiene programado, con el Nacional como punto de inicio. «El campeonato de España, dentro de un mes, será lo póximo. Aquí lo más importante no será la rivalidad en sí, si no el clasificarme para las competiciones futuras: el campeonato de Europa y el Mundial, a finales de año en Argentina», cuenta Baldizzone. Aunque su humildad le impida a veces alzar el grito al cielo clamando alguna ayuda, lo cierto es que cada año, esta campeona mundial debe afrontar casi sola los costes de su temporada. Una estimación de mínimo 5.000 euros para viajes, indumentaria, trajes de competición diseñados para ella... Asegura que las becas son escuetas y que cualquier ayuda o patrocinio supondrían un impulso más en su carrera.
Una trayectoria que no ha hecho más que empezar y que ya empieza a soñar con ver su deporte en el futuro programa olímpico. «Todavía no lo es, pero nuestra federación (la de patinaje) ya ha entrado para los Juegos de París 2024, a través del monopatín, y esperemos que el siguiente paso seamos nosotros», cuenta, ilusionada. Aunque la malagueña siempre opta por centrarse en el presente y tener los pies en el suelo. Por eso, aunque su campaña ha arrancado con un brillate oro mundial, sabe de la dificultad de igualar los logros del 2021. «Obviamente, es muy complicado repetir lo del año pasado porque el nivel está muy alto, hay mucha exigencia. No me quiero confiar. Quiero ir y hacerlo bien, dar lo mejor de mi».
Se trata de una deportista con margen de crecimiento, trabajadora y extremadamente perfeccionista que apunta a lo más alto y que sigue trabajando, nunca mejor dicho, desde casa; desde el Club El Tejar, fundado por sus abuelos Francisco Morales y Angélica Ortiz, y a las órdenes de su entrenadora y sobre todo, su madre, Angélica Morales.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión