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Ansu Fati y Vinicius. Álex Sánchez
El clásico se quita las arrugas
Jornada 10

El clásico se quita las arrugas

Ansu Fati y Vinicius lideran el relevo generacional en la colisión de gigantes que monopolizaron Messi y Cristiano Ronaldo durante la pasada década

Óscar Bellot

Madrid

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Sábado, 23 de octubre 2021, 00:16

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El 19 de noviembre de 2005, Leo Messi hizo una irrupción estelar en el duelo que inflama pasiones en todo el planeta. Contaba 18 años, 4 meses y 24 días cuando asistió a Samuel Eto'o en el primero de los tres tantos con los que el Barça de Frank Rijkaard asaltó el Bernabéu. Los titulares los copó Ronaldinho, que rindió a la parroquia merengue con un doblete inolvidable, pero el rosarino dejó su sello. Fue el primero de los 45 partidos que disputaría ante el Real Madrid.

El 29 de noviembre de 2009 era Cristiano Ronaldo quien insertaba su nombre en la colisión entre los dos gigantes del fútbol español, aunque con menos suerte que su némesis: derrota por 1-0 en el Camp Nou. Tendría otros 29 pulsos contra el cuadro azulgrana para labrar su fortuna.

Durante su cohabitación, los cracks monopolizaron un enfrentamiento que el domingo se quitará las arrugas. Ansu Fati y Vinicius lideran el relevo generacional del litigio con mayor resonancia del orbe. La salida de los astros que tiranizaron el deporte rey durante la pasada década ha dejado un vacío de poder que se aprestan a cubrir dos joyas con un futuro espléndido, pero capacitados ya para desnivelar el presente.

En La Masia encontró un diamante Ernesto Valverde, que el 25 de agosto de 2019 daba la alternativa a un querubín de mirada aviesa y cara de no haber roto un plato en su vida. Lo cocinaba Víctor Valdés en el juvenil azulgrana y le bastaron tres entrenamientos con el primer equipo para convencer al Txingurri de que ya estaba listo para salir del horno. Tenía 16 años y 280 días, pero los verdiblancos probaron su insolencia enseguida. Acarició el gol con un remate que salió cerca del palo.

Se desquitó seis días después. Ante Osasuna, y de cabeza, se convirtió en el goleador más joven del Barça en Liga. Tres meses y medio más tarde tumbó otra plusmarca. Con su diana ante el Inter, se erigió en el artillero más precoz en la historia de la Champions. «Es un sueño, todo está pasando muy rápido», reconocía.

No le faltaba razón. La Federación Española de Fútbol se movió rápido y, después de que obtuviese la nacionalidad española por carta de naturaleza, le apresó. El bisauguineano era un meteoro. Su paso por la sub-21 fue testimonial, porque Luis Enrique también se enamoró de sus condiciones y el 3 de septiembre de 2020 le alistó con la absoluta. Poco después llegó la lesión de rodilla que malograría el curso 2020-21 para la perla culé. El clásico del 24 de octubre en el Camp Nou fue de lo poco que salvó. Era el tercero para él y supuso su primer tanto frente al Real Madrid, aunque el Barça sucumbió.

A rey muerto...

Al fecundo vivero del Flamengo acudió el Real Madrid para reclutar a un gambeteador que suscitaba comparaciones con Neymar. El Barça le había birlado a los blancos al paulista años antes en una controvertida operación que aún colea. Florentino Pérez se adelantó esta vez a los azulgranas. Pagó 45 millones de euros por un futbolista que en mayo de 2017 contaba 16 primaveras y solo había participado en un puñado de partidos del Brasileirao.

Tuvo que esperar a la mayoría de edad para cruzar el charco. Rezumaba atrevimiento, pero carecía de la cocción adecuada. Así lo entendió al menos Julen Lopetegui, que le mandó al Castilla. Su estreno, testimonial, se produjo ante el Atlético. Santiago Solari le convirtió en bandera de su regeneración, aunque el proyecto del argentino murió pronto y Zinedine Zidane acogió al carioca con recelo: menos de 5.000 minutos en dos temporadas y media. Alborotaba como nadie, pero su forma de definir le hizo carne de memes. Por mucho menos han descarrillado carreras.

Mas el chaval mostró una personalidad enorme. Trabajo, trabajo y trabajo. Fue su mantra. Alternó unos pocos días de vino y rosas con jornadas languidecientes. Pero la marcha del marsellés, cuya condición de mito le abrumaba, y la llegada de Carlo Ancelotti movieron un resorte. El driblador inabordable que se apocaba en cuanto pisaba el área mutó en un realizador venturoso. Antes solo acertaba de rebote, ahora hasta sella golazos maradonianos.

La madurez de Vinicius y el regreso de Ansu Fati son como agua de mayo para un clásico que echará de menos a Cristiano y Messi. Libraron 30 duelos sin cuartel al mando de Real Madrid y Barça que son leyenda. Sus precoces sucesores apenas están empezando a pergeñar la suya, pero ya apuntan al nacimiento de una nueva era. A rey muerto...

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