Muere en Málaga Chema Cobo, una de las miradas más ácidas y críticas de la pintura contemporánea
El artista gaditano de 71 años, afincado en Alhaurín el Grande desde hace décadas, es un nombre clave del arte figurativo de los siglos XX y XXI
Dijo en una ocasión que se sentía en una «disidencia permanente», fuera de cualquier grupo, pero hay uno donde su nombre es imprescindible e incuestionable: ... el colectivo de los artistas más inquietos del arte contemporáneo español. Chema Cobo, gaditano afincado en Alhaurín el Grande desde hace décadas, ha fallecido hoy a los 71 años tras una larga enfermedad. Deja tras de sí un legado inmenso, casi cinco décadas de búsqueda constante en la pintura que le ha llevado a estar presente en colecciones de instituciones como el Metropolitan Museum of Art (MoMA) de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o el Museum of Contemporary Art de Chicago.
Referente de la figuración contemporánea, Chema Cobo era dueño de una de las miradas más ácidas y críticas de la pintura actual. Autor de una obra tan irónica como lúdica, tan compleja como libre, decía moverse más por «la intuición» que por ese color que tanto resaltaba en sus piezas. Con su rica paleta -incluso en los blancos y negros- difuminaba imágenes y creaba atmósferas donde nada era lo que parecía, donde tras un primer impacto se descubrían capas y capas de significados. Porque cualquier cosa que leía, veía o sentía, y que anotaba en su cuaderno de notas, podía transformarse en una obra de arte que colgaría después de las principales galerías y museos del país.
Por allí desfilaban personajes recurrentes, como el Joker, referencias literarias y musicales que combinaba con guiños a la cultura popular. Alta y 'baja' cultura en un mismo lienzo. Siempre tuvo un discurso propio, un universo particular, que afianzaba su afán de ir por libre, de no estar adscritos a movimientos, modas y corrientes. Un autor inclasificable, de los de verdad, dentro del panorama plástico español contemporáneo.
De Tarifa al mundo
Natural de Tarifa, donde nació en 1952, dejó pronto el confort de la casa para estudiar Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid entre 1970 y 1974. Ciudadano del mundo, ha vivido en Ronda, Cádiz, Sevilla, Madrid, Nueva York, Chicago, Bruselas y Roma. En sus comienzos estuvo relacionado con la nueva figuración madrileña. Pero a partir de los primeros 80 se aleja de los presupuestos de sus inicios y se conecta con movimientos internacionales como el neoexpresionismo y la transvanguardia. Y de ahí seguiría evolucionando, investigando y creando, pero sin llegar a borrar nunca del todo la figura, en cualquiera de sus formas.
Desde 1999 instaló su cuartel general y vital en Alhaurín el Grande. En Málaga, su arte fue protagonista de exposiciones en el CAC Málaga, en la Casa de Gerald Brenan y en galerías como la de Javier Marín y Alfredo Viñas, uno de los grandes defensores de su arte en los 80 y 90.
Pero su proyección era internacional, con obras en colecciones de Europa y Estados Unidos, entre otras en el Kunstmuseum de Berna, en la Galería Nazionale d'Arte Contemporaneo de Roma, en la Fundazione Lucio Amelio de Nápoles, en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, en el Museum of Art de Nueva York, en la Frederick Weisman Collection de Los Ángeles y en el Museum of Contemporary Art de Chicago. Apreciado y reconocido, respetado por la crítica y muy querido por los suyos, el arte español pierde hoy a uno de sus grandes baluartes.
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