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Domingo, 29 de agosto 2021, 00:21
SUR renueva su apuesta por el microrrelato, y le reserva un espacio este verano tanto en las páginas del periódico cada fin de semana como en la web, el sábado como el domingo. El certamen recibe el nombre de I Premio Pablo Aranda en memoria del genial escritor malagueño y columnista de este periódico, fallecido el año pasado. El ganador recibirá un premio de 1.500 euros y además habrá dos menciones especiales dotadas con 500 euros cada una. Los originales se pueden mandar a microrrelatos@diariosur.es.
Microrrelatos sur i premio pablo aranda
Verónica Toscano Hierro
No puedo creer que fueras tú. Aquella criatura siempre entregada que aparecía en el peor momento para desvivirse por ti. Aquella alma cándida con cara de no haber roto un plato. Aquel dechado de virtudes, con el costurero todo el día en el regazo. Que hayas tenido que ser tú. Lo que nada más abrir la puerta estos ojos tuvieron que presenciar, eso no puede describirse, ni mucho menos perdonarse. Así que, te adelanto, ahórrate las excusas (en el caso de que se te pase por la mente pedirlas) porque no habrá olvido ni perdón. Que hayas sido precisamente tú (bueno, a lo mejor iba contigo la rollista esa que últimamente siempre te acompaña). No sé si volverás a estar ahí (tú siempre solías estar 'ahí', en el momento justo), o te irás con la rueca a otra parte a tejer tu venenosa maraña por la eternidad.
Juan Francisco Burgos Román
La conocí sin darme cuenta y la perdí sin darle importancia, pero por entonces quizás era más estúpido que ahora, que estoy plantado frente a su morada sin valor para actuar, incapaz de hablar. Antes compañera, amiga y amante: ahora, inalcanzable. En mis manos un obsequio a ella, flores, que se me antojan ridículas frente a la magnitud de lo que, ahora lo sé, sentía por ella. Las dejo en el suelo, musito un adiós y salgo del cementerio, camino a un hogar que ya no me cobija.
Julián Sesmero Carrasco
Mi profe de Lengua, don Sancho, está a punto de jubilarse... En su primer año de docencia, sobre 1987, nos cateaba si en un examen acumulábamos tres faltas de ortografía. El otro día me lo encontré casualmente. Tomaba café en una triste terraza cuyo suelo estaba lleno de polvo, colillas, restos de piquitos y chicles. Me reconoció y rompió a llorar sin consuelo. Con una mirada de conmiseración, me acerqué y le pregunté por la familia. Pero solo acertó a mascullar una frase que ya forma parte de mi decálogo sobre la destrucción del castellano o español: «Me toca sufrir a tres tipos de alumnos: los agresores del idioma, los violadores del idioma y los asesinos reincidentes del idioma. ¡Viva el reggaeton, carallo!». Su irónico exabrupto con final gallego me conmovió. Decidí pagar su consumición y, acto seguido, me fundí con él en un abrazo sincero, compartiendo lágrimas y sollozos.
Carla Iguanire Oval Medina
a) Si pensaba que seríamos 2, porque en el amor todo viene 2x1, pero no hay 2 sin 3…
b) Si dicen que si divides, vencerás; pero yo me encariñé con el suma y sigue…
c) Si me olvido de cómo multiplicar las razones de porqué debería olvidarte, pero me acuerdo de pensarte cada 2x3…
d) Si nuestros vectores tenían la misma dirección, pero no el mismo sentido…
e) Si nuestro límite tendía hacia el infinito, pero resultó ser un número imaginario…
f) Si pensé que si elevaba nuestro amor al cuadrado, tendríamos un denominador común…
g) Si para ti soy un cero, pero me resto…
h) Si nuestra derivada ha derivado en un valor con el que no contaba…
i) Si esto es una incógnita que ya no sé cómo despejar…
¿Cuál es el resultado final?
Nerea Cota Calvo
El mar guarda secretos. Eso era lo que me decía mi abuelo cada tarde sentados en el antiguo faro del pueblo, contemplando como el sol se escondía tras el horizonte. Una de esas tardes me contó que el mar es como el amor; hay millones de gotas salinas en este y solo encontrarás una que te complemente. Hoy me encuentro en el mismo sitio donde solíamos sentarnos cuando aún vivía, con dos hijos y el amor de mi vida rodeando mi cuerpo en un cálido abrazo. Aún le percibo cada día en el inmenso mar, en el atardecer, en las olas estampadas en el acantilado, en la brisa marina que respiro… Volvimos a casa. En ese momento recordé nuevamente sus sabias palabras; «sólo somos gotas solitarias en un mar infinito de otras, esperando a que una nos colme de felicidad y nos haga sentir tan llenos como el propio mar».
Ana María Navas Corrales
Soñé que volvía al colegio y jugábamos en el recreo. Todos mis antiguos amigos en el patio, corríamos intentando que el que se la quedaba no nos tocara. El timbre sonó y formamos fila delante del acceso a las aulas. Nuestro profesor salió para guiarnos a clase, pero me cogió del brazo y me llevó a una fila diferente. Justo delante estaba Carmen. Carmen murió el año pasado en un accidente de tráfico, pero en mi sueño la vi como la niña que era en aquel año de 5º de EGB. Le grité al profesor que por qué me cambiaba de grupo, él no respondió, pero Carmen se volvió y me dijo: porque estás muerta, como yo.
Nunca más he vuelto a esperar en una fila para hacer algo.
Anteriores entregas
Pilar Marina Bravo Jiménez
Clara se sentó en la sala de espera de su psicóloga y miró a la izquierda. Una chica joven, de unos 20 años, leía ávidamente las páginas de un informe. Le picó la curiosidad, quería saber qué es lo que estaba leyendo. Intentó acercarse, pero la chica se dio cuenta e instintivamente se apartó. Aun así, consiguió leer unas palabras: «Los traumas asociados con la adopción…». Clara se quedó con ganas de más. Llevaba tiempo apática y con un nudo en el estómago que le había hecho perder varios kilos. Su cuerpo no era el mismo, su mente tampoco.
–¿Puedo hacerte una pregunta? –soltó–. La chica la miró aturdida e incómoda.
–Inés, ¿por qué estás aquí?
Inés, que no sabía cómo esa mujer sabía su nombre si nunca la había visto, contestó sorprendida:
–Vengo porque necesito entender muchas cosas de mi vida. Pero, ¿cómo sabes mi nombre?
–Soy tu madre.
Laura Aguín Uhía
Fin del mundo en tres actos
I
- Energía, electricidad, explosión.
Un punto transformado en una línea que atraviesa un vacío frío y oscuro salpicado de otros puntos.
Puntos quietos, puntos muertos.
La explosión tiene una misión y se dirige a ella a la velocidad de la luz.
Carne. Meta. Líquido amniótico que le da sustento.
II
- Expansión, calor, ebullición.
Del punto se formó una línea, la línea se transformó en esfera.
Tiene que crecer, ocupar más espacio.
Absorbe. Transforma dolor en crecimiento. Se expande.
Contención. Por primera vez encuentra una barrera, un límite.
Jaula flexible y cálida.
Quiere salir, seguir creciendo. Tiene memoria.
Energía, electricidad, explosión.
Mil puntos se dispersan. Puntos transformados en líneas. Carne. Meta.
III
-Expansión. Crecimiento. Explosión.
Expansión. Crecimiento. Explosión.
Expansión. Crecimiento. Explosión.
Misión cumplida.
Vida en la tierra extinta.
Ya no hay dolor.
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