«Cuando ocurrió el 11-S yo estaba en Costa Rica. No me dejaban volver a España»
Ana Salinas explica cómo ha cambiado el terrorismo desde los atentados de las Torres Gemelas
CLAUDIA ARANDA
Martes, 15 de diciembre 2020, 00:04
San José, Costa Rica. Era 11 de septiembre de 2001 y Ana Salinas se preparaba en su apartamento para dar una conferencia en el Tribunal ... Supremo de Costa Rica. Mientras veía el telediario español de las 15h - allí eran las 8 de la mañana - cayó la primera de las Torres Gemelas. No se sabía muy bien qué había ocurrido. Un coche recogió a Salinas para llevarla al Tribunal Supremo, de camino cayó la segunda torre. Vuelta a casa. Se suspendió la conferencia. «Por el camino las gasolineras y los supermercados estaban arrasados porque la gente pensaba que iba a haber una guerra», cuenta Ana Salinas.
Tenía un vuelo de vuelta a España el día 13, que iba de San José a Miami, de Miami a Atlanta y de Atlanta a Madrid. «Yo empecé a ver qué pasaba con mi vuelo y nadie me daba respuestas de cómo volverme», explica la catedrática. Llevaba dos días allí, la Universidad le aseguró el alojamiento tanto tiempo como fuera necesario, pero desde la agencia de viajes no le daban respuestas sobre cómo volver a casa. Las comunicaciones se perdieron en Costa Rica por saturación de las líneas, la gente estaba histérica llamando por teléfono, los móviles no existían como ahora. «Y entonces yo decidí comprar un vuelo completo vía La Habana», afirma.
Salinas llevaba un visado de trabajo de Estados Unidos en su pasaporte, porque la habían contratado para dar un curso de doctorado en Florida. El presidente George W. Bush había hecho unas declaraciones anunciando que le declaraba la guerra a todos los países que colaboraban con los grupos terroristas, incluyó a Cuba. «Cuando llegué a La Habana y vieron que llevaba un visado y que yo había cambiado mi ruta de viaje, me pusieron aparte, me encerraron en una habitación y me estuvieron interrogando», cuenta Ana Salinas. Le quitaron su maleta, la llevaron a una sala de interrogatorio, la desnudaron y dos señoras le preguntaron una y otra vez las mismas cosas durante 5 horas. «Yo tenía 6 horas para salir de La Habana», detalla.
«Me pusieron aparte, me encerraron en una habitación y durante 5 horas me estuvieron interrogando»
«Mi familia no sabía que yo había cambiado el billete de avión porque no podía hablar por teléfono con ellos. Yo no conocía a nadie en el vuelo, nadie sabía que a mí me habían detenido para interrogarme. Pasé mucho miedo. No caí en ese momento en que tenía derecho a llamar a mi cónsul y que viniera al aeropuerto, pero en ese estado de 'shock' tú no te acuerdas», detalla.
Al cabo de 5 horas le dijeron que podía irse, sin más explicación. A Salinas le dio tiempo a soltar rápidamente las maletas y montarse en el avión. «Lo pasé francamente mal. A la llegada a Madrid, iba a unas jornadas a Cuenca y no pude ir porque venía con los nervios destrozados. Me vine para Málaga directamente», relata.
Cambios en el terrorismo
Salinas asegura que el 11-S marcó un antes y un después en la forma de ejercer y entender el terrorismo. «Hasta aquí lo que habíamos visto eran grupos políticos armados que buscaban bien la independencia, bien un cambio de gobierno por la vía revolucionaria o cosas así», explica. En América del Sur había grupos terroristas como respuesta a los gobiernos militares, «también mezclados con los problemas raciales, de las minorías de los pueblos indígenas que había allí y su situación de desigualdad». En Europa estaba ETA, el IRA (Ejército Republicano Irlandés Auténtico) o la banda alemana Baader-Meinhof, «era un terrorismo ideológico político, pero no religioso», asegura Salinas.
Para la catedrática este tipo de terrorismo era más delimitado, profesional en el sentido de que era gente que de alguna forma atentaba contra aquello que entendía que iba en contra de sus principios. «De esta forma sentían que tenían que atacar al gobierno, al estado, a las instituciones políticas... Pero no era una carnicería de población civil», explica. En cambio, a partir del 11-S lo que vinieron fueron ataques hacia la civilización.
«Es un llamamiento al odio, religioso, racial, es un terrorismo furibundo, un terrorismo fuera completamente de control. Llama a matar con cualquier cosa, con un martillo, con un hacha, con un cuchillo, con lo que tengas a mano. Es un terrorismo mucho más mercenario que el terrorismo anterior, porque a pesar de que se utiliza el credo religioso como excusa, la verdad que lo que hay detrás es mucho mercenario viviendo de ese poder y de ese control», confiesa.
El atentado contra las Torres Gemelas cambió completamente el patrón y la forma de combatirlo. Se entendió que la manera en que se afrontaba el movimiento terrorista anteriormente ya no era eficaz, porque era un terrorismo de masas, que exigía mucha más cooperación internacional, una persecución más formada, más exigente. «Que además no solo se basa en la represión sino que intenta adelantarse al ataque terrorista, busca la prevención, sobre todo en los últimos años. Cambió la forma de entender la seguridad», concluye Salinas.
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