«Celo» en la conservación del patrimonio e intervención integral: premisas del Ayuntamiento en las obras de la Casa de María Barrabino de Torremolinos

El pasado marzo, se conoció el nombre de la firma encargada de la rehabilitación, la granadina CYRA, con experiencia ya en Málaga, al recibir el encargo del Obispado para la restauración de las fachadas y la portada barroca de Nuestra Señora del Reposo, en Campillos. Además, entre sus méritos, está el de haber sido responsable de la rehabilitación del empedrado en los jardines del Partal en el conjunto de la Alhambra.

Con la visita de la alcaldesa, Margarita del Cid, la fase de obras comienza oficialmente y la máxima responsable municipal torremolinense ha deslizado algunas claves con las que ha querido evitar suspicacias sobre el resultado. Del Cid ha dejado claro que se trabajará con celo profesional para garantizar la conservación y protección de «un patrimonio que es de la ciudad de Torremolinos».

En esta tarea se va de la mano de Junta de Andalucía, con un conservador que fiscalizará el respeto a los valores del inmueble. No en vano, la Administración regional incluye este inmueble en el catálogo de Patrimonio Arquitectónico de la comunidad como exponente «de los escasos edificios residenciales que se conservan de la burguesía decimonónica en Torremolinos», en el que, como consta en la ficha, «el gusto estético es fiel reflejo de una arquitectura historicista que conjuga la tradición constructiva con los nuevos elementos ornamentales».

De hecho, aunque no tiene la consideración de Bien de Interés Cultural, sí pesan sobre la finca las cautelas recogidas en la figura de Bien de Catalogación General, tal y como han explicado fuentes municipales. Esto, en el caso concreto de la antigua propiedad de la familia Barrabino, supondrá que se respeten los frescos de la planta superior, en la pared que mira a la escalinata, o la solería, de gres de Nolla, siempre que sea posible o se proceda a su sustitución con baldosas de la misma fábrica, además de mantener algunos artesonados y vidrieras, aunque no estén completos. Así lo ha aclarado Alfonso Valencia autor del proyecto de rehabilitación, a la alcaldesa durante el recorrido por el edificio, abierto a la prensa.

Del Cid ha asegurado que está previsto «reutilizar o reproducir todos aquellos elementos que se puedan aprovechar, como tejas, pavimentos y pinturas». «No es una simple rehabilitación. Estamos hablando de una actuación integral para poner en valor un edificio del siglo diecinueve, historia de Torremolinos, y ponerlo a disposición de su vecindad», ha insistido.

Esta apertura al público implicará, ha precisado, labores en todo el inmueble, especialmente en la estructura interior, cubiertas, instalaciones y revestimientos«. Además, como ha recordado, se van a incluir elementos de eficiencia energética y accesibilidad. De hecho, este objetivo es el que ha permitido que Torremolinos reciba una subvención de la Unión Europea concedida para las obras, valoradas en 2,5 millones de euros, de los que Bruselas aporta el 65,03% en el marco del Programa de Impulso a la Rehabilitación Energética de Edificios Públicos del Gobierno.

Tras unos 11 meses de ejecución, en el límite del plazo previsto por la UE para la entrega de la ayuda, condicionada a que el proyecto este concluido y recepcionado antes del 26 de febrero de 2026, la apertura de la Casa de María Barrabino permitirá ofrecer espacios, según la alcaldesa, que puedan ser utilizados «desde un punto de vista social y cultural» para acoger dependencias, tal y como avanzó Del Cid en el pasado Fitur, relacionadas con la regeneración urbana o la historia del turismo.

Sobre el cumplimiento de los tiempos, la alcaldesa ha hecho hincapié en que está garantizado y, al respecto, la concejala de Regeneración Urbana, Marina Vázquez, ha precisado que no hay que contar el comienzo de los trabajos en este 28 de mayo, ya que arrancaron antes, con labores como el acopio de materiales y otras de preparación que, ha afirmado, «también computan».

Además de en los interiores, que presentan un importante deterioro, las obras también se ejecutarán en el exterior, que precisan igualmente cuidados, tanto en la jardinería como en toda la pavimentación.

El proyecto en el que se basa esta intervención, impulsada por el Ayuntamiento, no está exento de polémica, por las críticas de José Ojeda Martos. Este arquitecto local fue uno de los tres licitadores que optó al contrato para elaborarlo, adjudicado finalmente al estudio de Alfonso Valencia. Esto ocurrió en segunda instancia, ya que hubo un concurso anterior, en el que la propuesta de José Ojeda fue la elegida, al ser la única que se presentó, pero la Administración local lo anuló, «para incluir las partidas que, según José Ojeda, debían de cuantificarse» en los gastos.

A partir de ahí, Ojeda puso en marcha una campaña, para alertar de que los trabajos contemplados en la casona no serían respetuosos con sus valores, con el impulso de un manifiesto en este sentido, que firman voces de la Cultura malagueña, entre otras acciones.

Esta vivienda burguesa está ligada a los orígenes de Torremolinos como destino para viajeros, una apuesta por disfrutar de la ciudad para el ocio y el descanso que es la esencia de la evolución socioeconómica local.

«El principal valor de esta actuación es que conseguimos poner en valor y al servicio de la ciudadanía, uno de los pocos vestigios decimonónicos con los que contamos», ha resumido Del Cid.