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Miguel Torres y su familia en la azotea de su casa, donde están instalados los paneles y baterías que les permiten autoabastecerse.
Todos quieren ser como los Torres: desengancharse de la luz

Todos quieren ser como los Torres: desengancharse de la luz

El malagueño que se desenganchó de la red eléctrica se convierte en un héroe ciudadano

Nuria Triguero

Domingo, 7 de junio 2015, 12:09

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«Creía haber hecho una cosa que ya había hecho más gente, pero me estoy dando cuenta de que no». El ingeniero malagueño Miguel Torres asegura una y otra vez que es «una persona muy normalita», pero a los ojos de muchos ciudadanos se ha convertido en un héroe. Su gesta: haberse librado del yugo de las compañías eléctricas tras instalar un sistema fotovoltaico que ha convertido su casa un adosado normal y corriente en Málaga capital en una isla energética autosuficiente. Desde que SUR publicó su historia, hace una semana y un día, no deja de recibir llamadas y correos electrónicos de medios de comunicación, empresas interesadas en promover sistemas de autoconsumo eléctrico, comunidades de vecinos y, sobre todo, gente de a pie que quiere seguir su ejemplo. La que no le ha llamado es Endesa, por cierto.

Miguel Torres y su familia su mujer Carmen, ama de casa y sus dos hijos: Marta y Miguel, que estudian Arquitectura e Ingeniería, respectivamente intentan seguir con su vida normal mientras atienden amablemente las consultas de allegados, conocidos y desconocidos que ahora se interesan por cómo convertir su casa en autosuficiente. «Me dijeron muchas veces que estaba loco por hacer esto, incluso arquitectos amigos míos. Pues mira, este loco lleva un año sin pagar a Endesa», bromea el ingeniero malagueño, que se confiesa «abrumado» por la atención mediática. «Es una locura, esto me viene grande, pero si sirve para que la gente empiece a pensar que es posible hacer las cosas de otra manera, habrá valido la pena», afirma, esperanzado de que si cunde su ejemplo, el Gobierno acabe dando marcha atrás en sus planes para instaurar el llamado peaje de respaldo, que obligará a los usuarios que tengan un sistema de autoconsumo conectado a la red a pagar por la energía que ellos mismos generan.

«Vida normal»

Para Miguel Torres, el interés que ha despertado su historia revela el «inconformismo silencioso de la sociedad». «Ojalá nuestro granito de arena sirva para que cambien las cosas y se impulse el autoconsumo eléctrico en los hogares, pero el autoconsumo conectado a la red, que es el realmente interesante porque así podríamos inyectar la energía que nos sobra para que la usen otros», afirma.

Sus hijos se muestran sorprendidos de la atención que está recibiendo su hogar, donde ellos llevan una vida «absolutamente normal». Eso sí, con una salvedad: pueden consultar en cualquier momento en su ordenador la electricidad que se produce, se almacena y se consume, lo que les permite participar en la gestión del consumo eléctrico familiar. Por ejemplo, este invierno, cuando se encadenaban varios días sin sol y la batería iba bajando su nivel, sabían que era preferible esperar para poner la lavadora.

El ingeniero reconoce que la proyección mediática de su doméstica victoria contra las eléctricas le está generando oportunidades profesionales. Torres tiene una empresa, Atepo, dedicada a prestar asesoramiento a empresas y particulares sobre proyectos de eficiencia energética y energías renovables. «Me han llamado empresas con proyectos muy interesantes y también particulares decididos a poner un sistema similar al mío en su casa. Yo lo primero que les digo es que hay que hacer números y que luego decidan, no quiero engañar a nadie», afirma.

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