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El naturalista Francis Buckland, entre especímenes animales. S. A. WALKER/WELLCOME COLLECTION
¿Sabías que...?

El padre y el hijo que se lo comían todo, hasta un corazón de rey

El menú de los Buckland no era apto para vegetarianos... ni tampoco para la mayoría de los carnívoros

Domingo, 7 de febrero 2021, 01:07

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Lo peor, el topo y las moscas azules

William Buckland, que vivió de 1784 a 1856, fue pionero de la paleontología, profesor de geología en la Universidad de Oxford y deán de Westminster, ... pero también se le recuerda como uno de los grandes excéntricos del Reino Unido, que ya es decir. Sus clases, impartidas con un cráneo de hiena en la mano, solían causar un impacto duradero en sus alumnos, pero lo más singular de aquel hombre era su obsesión por probar la carne de todos los animales del mundo, como aplicación práctica de su tesis de que «el estómago» rige el funcionamiento del mundo. Su afán le llevó a descubrir delicias como los ratones sobre pan tostado, una de sus recetas favoritas, pero también le hizo probar algunas especies que le parecieron detestables: odió especialmente la carne de topo, aunque todavía experimentó un desagrado mayor al masticar y tragarse unas cuantas moscas azules. La dieta en la casa familiar (una caótica mezcla de zoológico y museo de historia natural, con decenas de animales, cientos de fósiles y una mesa incrustada de excrementos de dinosaurio) incluía especialidades como el pastel de ardilla, el erizo, la lengua de caballo, el cocodrilo, la tortuga, el avestruz o el oso.

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