Un lugar para comenzar de nuevo
La recuperación pasa por seguir el tratamiento médico, la terapia psicológica, talleres específicos y la intervención social El Centro Provincial de Drogodependencia cumple 26 años luchando contra las adicciones
AMANDA SALAZAR asalazar@diariosur.es
Sábado, 10 de noviembre 2012, 10:39
Jesús Ángel tiene 21 años. A los doce años empezó a consumir drogas. Primero, cannabis. Luego «de todo», como él mismo reconoce. Cocaína, hachís, ... tripi, speed, coca base, revuelto... «Lo veía en la calle», explica este malagueño para justificar cómo un niño de tan corta edad puede perderse en ese mundo.
Su familia, asegura, trató de sacarle de aquel agujero. Pero él no atendía razones. Colocado todo el día, su mundo se limitaba a buscar dinero para mantenerse en esa nube. «He robado y he atracado para conseguir dinero que me permitiese sentir el subidón», dice. Para él, no existía el futuro, solo un día tras otro consumiendo alguna sustancia que le alejase de la realidad. «Las drogas eran toda mi vida», dice.
Hasta que se topó con la Justicia y le condenaron por tráfico de estupefacientes. «Me pillaron en la aduana del Puerto de Algeciras cuando volvía de Marruecos; intentaba introducir hachís que llevaba escondido en el interior de mi cuerpo», explica. Según señala, el juez le conmutó la pena de cárcel por un tratamiento para su adicción. «Yo traficaba para consumir, el juez me vio y me dio esta opción antes de ingresar en prisión», indica. Y así llegó hace siete meses al Centro Provincial de Drogodependencia (CPD) de la Diputación de Málaga.
En este tiempo, la terapia y la labor de un equipo multidisciplinar del organismo han conseguido abrirle los ojos. «Ahora me doy cuenta de que he perdido mi juventud; dejé de ir a la playa con los amigos, de jugar al fútbol, de disfrutar del tiempo con mi familia», dice. Su paso por el taller de carpintería del centro le han dado una esperanza de futuro. «Me gustaría dedicarme a esto, creo que soy bueno trabajando con las manos y me encanta hacer cosas con la madera», indica.
La dramática historia de Jesús Ángel es solo una entre las que pueden encontrarse en la sede del CPD, que cumple 26 años. La Diputación también cuenta con tres Centros de Tratamiento de Adicción (CTA) en los barrios de Palma-Palmilla y Carretera de Cádiz y en Mijas-Costa. Estas cuatro instituciones atienden en la actualidad a 6.369 usuarios, según explica el director del CPD, Juan Jesús Ruiz, y forman parte de la Red de Atención a la Drogodependencia de la Junta de Andalucía en la provincia, que cuenta en total con una quincena de entidades públicas y concertadas.
El inicio de la rehabilitación
El CPD coordina toda la red en Málaga y determina en el tratamiento más adecuado para cada usuario, atendiendo a su adicción, su situación psicológica o circunstancias sociales. Muchas veces, los afectados llegan por su propio pie o animados por familiares para buscar una salida a su dependencia. Otras, son derivados desde los centros de atención primaria o desde las unidades de salud mental. «Realizamos la acogida del paciente y un equipo formado por un médico, un psicólogo y un trabajador social analiza cuál es su patología, qué tipo de consumo realiza o si tiene alteraciones psíquicas o físicas», señala Ruiz.
Carlos Liébana, enfermero del centro, es uno de los encargados de realizar ese recibimiento. «Hemos notado que con la crisis económica ha crecido el número de usuarios», señala. Las dificultades económicas, aseguran los expertos, han podido provocar que muchas personas se refugien en las sustancias estupefacientes para huir de una situación incierta. En otros casos, ha provocado recaídas. «Tenemos readmisiones de antiguos usuarios», dice Liébana.
Una vez analizado cada caso, se decide orienta al paciente hacia la abstinencia o hacia la reducción del consumo y se le ofrece la cartera de servicios «para que sea él quien decida y se sienta protagonista de su recuperación». «Existen patologías que permiten la abstinencia tras un periodo de desintoxicación, pero otros, como el alcoholismo o la adicción a barbitúricos pueden causar la muerte por 'delirium tremens', concreta Ruiz.
El tratamiento de una persona drogodependiente puede ser ambulatorio, es decir, acudiendo parte del día a las terapias y talleres del CPD, pero volviendo a su domicilio después; o si por el contrario es preciso el internamiento en alguna de las comunidades terapéuticas disponibles en la provincia o en la unidad de desintoxicación hospitalaria existentes en Algeciras, Granada y Sevilla.
En el CPD se ofrece tratamiento ambulatorio. Además del seguimiento individualizado o en grupo por parte de los especialistas, se trabaja la terapia motivacional a través de talleres de artes plásticas, carpintería, deporte, sociocultural o de fontanería y electrónica, orientados a buscar una salida laboral a estas personas. Manuel Rodríguez imparte el taller de artes plásticas. Esta semana, los usuarios trabajan la técnica de la cuerda seca sobre azulejo.
Expertos en motivación
No se trata de simples manualidades. En este taller se realizan grandes avances cada día. Personas que habían perdido muchas capacidades debido al consumo de drogas consiguen con esfuerzo concentrarse en una actividad, controlar sus nervios y permanecer sentados, pensar en una imagen, dibujarla y seguir las líneas establecidas en el boceto a la hora de colorear. «Es un ejercicio que les sirve a nivel cognitivo, emocional y social, porque aquí tienen que hablar con otras personas, relacionarse y compartir», dice Rodríguez.
Roberto (42 años) lleva sin consumir tres años. Es una cara conocida del CPD desde que lo abrieron. A los quince años, empezó con la heroína y la cocaína. Tiene tantos problemas físicos que dice que tiene «el cuerpo hecho polvo». Ahora sigue el programa de metadona, que realizan en los centros de la diputación unas 2.000 personas. Pero las drogas también dejaron secuelas sociales. Su familia rompió con él hace tiempo. «Venir aquí y estar con los compañeros pintando me ha dado la vida; si no, estaría muerto», dice.
En el taller de carpintería, Noemí (51 años) asegura que lleva tres meses sin tomar nada. Empezó a consumir caballo a los 19 años. Luego, se enamoró y dejó las drogas. «Quería a mi pareja y le prometí que dejaría este mundo; pasé el mono en una playa», recuerda. Tras 20 años limpia, su marido falleció y ella se vio sola y perdida. «No podía soportarlo y volví a caer; llegué a vivir un mes en la calle y solo quería colocarme», dice. Ahora, se está recuperando, pero su familia ha tenido que cuidar a su hija por ella.
«Los casos son muy dramáticos porque cuando llegan aquí ya han sufrido consecuencias laborales, familiares o sociales por el consumo», dice Ruiz. El CPD no cuenta con estadística de los casos de recuperación. «Muchos dejan el tratamiento cuando se encuentran mejor y sin recibir aún el alta terapéutica», indica. Luego están las recaídas. «Nuestro trabajo es que dejen el consumo, evitar la recaída o que ésta dure lo menos posible», indica. Más del 50 % de los pacientes cumplen periodos largos sin consumir. Cada día de abstinencia significa una nueva oportunidad.
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