El zar de Málaga

Frío como un témpano, el escolta de Siberia brilló al calor de una Málaga que lo idolatraba por el talento innato que desparramó durante las cinco temporadas en las que vistió de verde y morado, colores de los que se apropió su corazón para siempre, tal eran sus continuas visitas a una ciudad en la que se sintió como en casa. Más allá de sus fundamentos para un deporte que dominó tanto a nivel de clubes como de su selección, Rusia, Babkov se hizo querer por su modestia, hasta el punto de llegar a pedir perdón al club por lesionarse y perderse un 'play-off', como desveló en su día el entonces presidente del Unicaja José Manuel Domínguez. Son los detalles que lo convirtieron en leyenda.

Hace 10 años concedió una entrevista a SUR en la que deleitó con frases que definen su personalidad. Además de confesar que rechazó una oferta de la NBA «porque el proyecto del Unicaja me gustaba más», convino en admitir que esos cinco años «fueron los más felices de mi vida deportiva», además de mostrar su agradecimiento a compañeros como Nacho Rodríguez o Dani Romero, pero sobre todo a Javier Imbroda, quien fue como un padre para él. Así, no es de extrañar que el magnetismo que como jugador mantuvo con el aro se extrapolara al cariño de la gente, como pudo comprobar en mayo cuando acudió al Carpena a presenciar la 'Final Four' de la Champions. Siempre era recibido como un zar, el zar de Málaga.