La maldición que debe acabar

El probablemente mejor jugador de baloncesto español de todos los tiempos, cada vez más cerca de su retirada, se consagró en Málaga en 2001, cuando hasta entonces sólo era un jugador de una innegable proyección que aún no había dado un golpe sobre la mesa. El Unicaja cedió a las primeras de cambio ante el Real Madrid (70-73), a la postre subcampeón, en un partido tenso, cerradísimo (con ventajas de no más de cuatro puntos) y que se decidió, cómo no podía ser de otra forma, en los minutos finales. Dos triples de Alberto Herreros llevaron a los locales del 65-61 al 65-67. Aquel Unicaja de los Berni Rodríguez, Mrsic, Abrams o Petruska, murió en la orilla. Un intento de triple de Sonko en el último segundo hubiera podido forzar una prórroga, pero el 33% en tiros de dos y 29% en los de tres hacían casi inviable ganar a todo un Real Madrid. La derrota pesó más al ser en casa y tener un cruce en semifinales contra el Cáceres.

Un Barcelona muy superior truncó esta vez las ilusiones del Unicaja. No hubo partido propiamente dicho. El conjunto azulgrana ganaba de doce al descanso (30-42) y se impuso por 62-77 al final imponiendo una gran defensa ante los Cabezas, Faison, Welsch, Jiménez, Santiago, Pepe Sánchez, Berni Rodríguez y Pietrus. «Hemos jugado con mucho descontrol y cedimos canastas fáciles», sentenció el hoy seleccionador nacional, Sergio Scariolo, y entonces al frente del Unicaja, al descanso. Como curiosidad, la cita fue la del estreno del nuevo videomarcador. «Fue un partido de segunda categoría, con un baloncesto mutilado, sin juego interior», definió sin ambages el articulista de este periódico Jose María Martín Urbano.

Fue el fiasco más importante. Esta vez el Unicaja partía por primera vez con la etiqueta de favorito en el partido, con las lógicas cautelas que impone siempre un torneo de este corte. Pero el cuadro malagueño no pudo con el CAI Zaragoza (74-79). Con Calloway lesionado, no acudió al mercado a buscar un sustituto, y uno de sus líderes, Kuzminskas, que había logrado 18 puntos sin fallo en los dos primeros cuartos, únicamente jugó tres minutos más en el resto del partido. Un 'expediente x' que nunca terminó de aclarar su entrenador, Joan Plaza. Pese a que el conjunto local llevó la iniciativa del choque en el primer tiempo (38-31) los nervios le devoraron después. Los georgianos Sanikidze (12 puntos y siete rebotes) y Shermadini (15 puntos y 18 de valoración), que luego sería del Unicaja, sentenciaron por dentro. El caprichoso destino ha querido que el viernes por la noche sean de nuevo el Unicaja y el Casademont Zaragoza los que se vean las caras en el duelo de cuartos de final en el Carpena.

Desde el año 2009, y ya hace más de una década de ello, el Unicaja sólo ha ganado un partido en la Copa del Rey. Este el principal motivo de dolor. Por aquel entonces se proclamó subcampeón en la edición en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, tras deshacerse del Kalise Gran Canaria (79-69) y del MMT Estudiantes (71-78), pero perdió por un margen mínimo ante el Tau Vitoria (98-100) en una final muy recordada. Luego no acudió a las fases finales de 2010, 2011, 2013 y 2016, y sólo en 2015, en una edición celebrada en Las Palmas a la que acudía tras haber pasado el corte de la Copa como líder de la Liga ACB, pasó a semifinales. Superó al Bilbao Basket, su verdugo el sábado, por 86-78, pero cedió después ante el Barcelona (87-79). Finalmente, en 2012 le superó el Banca Cívica Sevilla (65-75) en el Palau Sant Jordi de Barcelona; en 2014, el mencionado tropiezo de local contra el CAI Zaragoza (74-79); en 2017 no salió airoso de un complicado cruce de cuartos de final con el Barcelona (82-70), igual que en 2018, cuando cedió sólo de cinco ante el Real Madrid (89-84), y fracasó en 2019 con una inesperada derrota ante el Iberostar Tenerife (88-78) en el WiZink Center.