Las diez claves de un Unicaja que enamora y divierte

Sólo Alberto Díaz, Brizuela y Barreiro siguen del curso anterior. El Unicaja es otro, y juega a una cosa distinta. Tras dos años con una desidia defensiva preocupante, que le fue letal en algunas salidas, se le ha dado un giro a la propuesta en intensidad sin balón. Es un equipo agresivo, sin dejar de ser atractivo, que conecta con la grada, con excelentes individualidades, y sin depender para el éxito de su acierto en el tiro exterior, lo que fue una constante los cursos anteriores.

El Unicaja juega con doce literalmente. Todos suman. El reparto de minutos es muy equitativo. Un buen ejemplo de ello es que Brizuela, antes referente, ahora es el noveno con más tiempo en pista, por más que le condicionara al inicio del curso su desgaste al venir del Europeo. Con doce piezas, el Unicaja exprime a los rivales sin depender en exclusiva del rendimiento de uno de los suyos. Quien flojea juega menos, y la variedad de opciones por puesto permite ofrecer un punto más de agresividad para cometer faltas.

El Unicaja era el mejor en la estadística avanzada de la eficiencia defensiva (se entiende como tal, los puntos recibidos por el equipo por cada 100 posesiones), con 99,4, antes de esta décima jornada liguera. Este dato refleja la intensidad recuperada por un equipo lastrado antes precisamente por eso. Hay muchos jugadores en el equipo que dan un plus a nivel defensivo. Desde especialistas como Díaz, Barreiro, Ejim o Thomas, pasando por jugadores que, pese a su perfil anotador, también saben fajarse como Perry, Djedovic o hasta Kalinoski o Carter.

Casi un corolario de la mejora defensiva es el amplio volumen de recuperaciones del equipo por partido. El Unicaja también lideraba esta estadística antes de la jornada décima, con 12,70 por choque. Esto ofrece más posesiones que el rival y la posibilidad de correr.

El Unicaja sólo ha encajado dos veces más de 80 puntos esta campaña: los 103 de su derrota en Vitoria y los 86 en Santiago, ante un Obradoiro al que derrotó. Por contra, apenas en cinco ocasiones se quedó por debajo de los 80 en cuanto a anotación. Y en tres de ellas le valió para ganar: 70-63 al Gran Canaria, 59-73 en Girona y 77-63 al PAOK, duelos de más espesura de los que salió airoso. Sí que perdió, por contra, en el 71-76 ante el Real Madrid y en el 74-65 sufrido en la pista del Joventut.

En la confección de la plantilla se fichó a tiro fijo. Después de años muy pobres de juego y resultados no podía haber apuestas de riesgo en el mercado. De ahí que entre los incorporados hubiera casos como los de Ejim, Thomas y Lima con un pasado en el equipo. Se contrató experiencia también, con veteranos de la talla de Djedovic o Thomas o con jugadores que ya habían ofrecido rendimiento en España como Kalinoski y Kravish, cara a hacer de pegamento junto a hombres, los menos, sin un recorrido en la ACB: Perry, Carter y Osetkowski.

Este Unicaja hace de todo. Es brillante en ataque, imponiendo el ritmo de su extensa rotación y con buenos triplistas (Kalinoski, Carter), sabe jugar en ataque estático cada vez mejor, con más paciencia, comparte la bola sin abusar del bote (uno de los mayores problemas en las temporadas anteriores), con un buen número de asistencias, corre cuando puede, es intenso en la defensa... son numerosos registros los que domina, lo que le está llevando a ganar a rivales de nivel medio o inferiores con una autoridad insultante.

Los poco más de 7.000 espectadores el sábado, en una jornada prenavideña en el Centro, fueron la excepción. El Martín Carpena se ha acercado ya al lleno en casi todas las ocasiones. Nada que ver con los partidos a puerta vacía de la peor etapa de la pandemia o el promedio en torno a 4.000 del decepcionante curso anterior, en el mayor distanciamiento que se recuerda entre público y equipo. Este Unicaja vuelve a divertir con jugadores que enganchan como Perry, Carter u Osetkowski.

En lo que va de campaña partidos en los que el Unicaja no haya podido jugar con sus doce hombres. Eso hubiera sido impensable en temporadas tan nefastas en cuanto a lesiones como la 2020-21, en la que nunca llegaron a estar todos los jugadores disponibles a la vez y hubo percances de larga duración. Es también un mérito achacable al trabajo preventivo que hacen el preparador físico y los 'fisios' con la plantilla.

Entre las numerosas virtudes en este equipo hay una muy importante, el margen de mejora que sigue habiendo. Se llevan apenas tres meses de competición y llegaron nueve jugadores nuevos. El Unicaja ha ido a más, tras fases irregulares en algunos de los primeros partidos, pero aún se puede crecer en la aplicación de sistemas de juego en ataque y en la conjunción en pista.