Un recuerdo único para llevar a casa

Ahora que todo se fabrica en masa, tener un artículo único aporta valor. Aunque no todos, un sector de clientes foráneos lo aprecia.«Cuando les digo que está todo hecho aquí, me ponen cara de alegría», asegura Juan de Arce. Él es el propietario actual de la tienda Artesanía Española, que regenta junto a su madre en la Plaza de la Iglesia de Marbella. La suya, fundada hace 40 años, es de las más antiguas de las que aún resisten hoy día en en el Casco Antiguo de la ciudad.

La tienda de De Arce, heredada de su padre, es una colorida mezcla de piezas de cerámica. Platos decorativos, relojes, imanes. También abanicos pintados a mano. Cuando le preguntan por ellos, De Arce se jacta de no tener «nada chino» en su tienda. Todo es de producción nacional. «De Sevilla, de Granada, de Córdoba...», enumera señalando las piezas. Algunos son productos toledanos, donde nació el propio dueño.

El cliente que acude a este tipo de negocios no suele tener reparos en pagar un poco más para llevarse una pieza única. «Los hay que se gastan hasta 200 euros», explica Fátima Guerrero, la dueña de la tienda homónima en el casco antiguo de Marbella dedicada a los productos de cuero artesanales. Ella, como suele ser habitual en este tipo de negocios, cuenta con un fondo de clientes fieles que vuelve año a año.«A algunos les hago envíos al extranjero por encargo», asegura.

Una parte de estos negocios viven en gran medida gracias al turismo. Es el caso de Cerámicas San Nicolás, otra de las tiendas longevas de Marbella dedicada a la venta de productos artesanales. «Los que me vienen más son clientes extranjeros», explica. El interior de su tienda está colmado de platos decorativos con intrincados diseños pintados a mano, algunos con sello de autenticidad.

Entre el abanico de productos hechos a mano, las opciones son amplias. Además de la clásica pieza de cerámica, hay negocios que ofrecen joyería e incluso prendas de ropa cosidas a la antigua usanza. Y entre todas ellas, Mari Carmen Guillén ha encontrado la forma de ofrecer recuerdos con un toque distinto. En su pequeña tienda, situada en el callejón exterior que conecta la Plaza de los Naranjos con la de la Iglesia, Guillén cuenta con una máquina bordadora y una diversidad de objetos en los que grabar un nombre. Camisetas, gorras, baberos. Incluso ositos de peluche. En su fachada cuelgan varios ejemplo ya terminados. Los hay que graban su nombre, el de su pareja o el de un hijo, para llevárselos como regalo.Y los hay también que le piden que ponga 'Marbella', como si de platos decorativos se tratase. «Tengo todo tipo de clientes: Ingleses, españoles, árabes... de todo», afirma.

Lo importante, destacan los dueños de estos comercios, no es solo que sus productos sean hechos a mano, sino que provengan de artesanos nacionales. ¿De dónde vienen? Como explica De Arce, «cada zona tiene su especialidad». La mayoría de la cerámica es andaluza. El cuero, de Castilla y la zona del norte. En el caso de Artesanía Española, sus abanicos se pintan en Valencia.

A pesar de que cada vez hay menos artesanos, las tiendas con productos hechos al estilo tradicional resisten el paso del tiempo gracias a los clientes que valoran los frutos del trabajo que se realiza con las manos desnudas.