Un móvil sin bacterias, el plan de BlackBerry en horas bajas
La compañía está considerando fabricar dispositivos que repelan los microbios para entrar en el sector biomédico
lucía caballero
Miércoles, 4 de noviembre 2015, 09:34
John Chen, CEO de BlackBerry, anunció este verano que la empresa está considerando fabricar teléfonos libres de bacterias. Sin duda es una apuesta para incrementar ... su penetración en el sector biomédico, pero ¿tiene algún sentido la idea?
En 2014, el número de dispositivos móviles conectados a internet sobrepasó al de habitantes del planeta, según los datos de la empresa de telecomunicaciones Cisco, que predice además que los terrícolas tocaremos a 1,5 de estos aparatos por cabeza en 2019.
Solo hace falta caminar por la calle o viajar en transporte público para ver materializadas las cifras. Los números se transforman entonces en transeúntes con la vista fija en la pantalla de un smartphone, el mismo sitio sobre el que no cesan de posar sus hábiles dedos.
Con semejante panorama, la conclusión de un reciente estudio publicado en el repositorio abierto PeerJ no sorprende a nadie: alrededor del 22% de los microbios de nuestras manos viajan también sobre el teléfono. Los autores de otro trabajo, publicado en 'Annals of Clinical Microbiology and Antimicrobials', examinaron los dispositivos de 200 profesionales de la salud y el 94,5% de ellos estaban infectados por algún tipo de microorganismo patógeno.
Para conseguir un teléfono libre de estos diminutos habitantes, lejos de tener que rociar continuamente los dispositivos con un desinfectante (cuyo efecto desaparece con el tiempo), se pueden fabricar con materiales que impidan la proliferación de organismos infecciosos.
"El dióxido de titanio es un compuesto antibacteriano, cuyo potencial bactericida aumenta con la irradiación de luz ultravioleta", explica Javier González-Benito, investigador del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales de la Universidad Carlos III de Madrid.
González-Benito trabaja en el desarrollo de polímeros que repelen los microorganismos. "Introducimos nanopartículas de dióxido de titanio en plásticos", asegura el científico, porque se procesa más fácilmente que los cerámicos como el vidrio, que necesitan altas temperaturas.
El cobre y la plata son otros elementos apreciados por su conocida acción antibacteriana. No obstante, "con el cobre hay que tener cuidado, porque puede ser tóxico", advierte González-Benito. Otra cuestión es la variedad de microorganismos sobre los que actúan. "En los hospitales también es importante que sean fungicidas e impidan la proliferación de hongos".
En biomedicina, el dióxido de titanio puede aplicarse en la fabricación de prótesis, catéteres, piezas para aparatos dentales o en reparación de huesos, ya que impide las infecciones en estos delicados elementos en continuo contacto con el cuerpo.
Pero usarlo en hospitales tiene un inconveniente: el compuesto necesita luz para activarse, y en el interior de estos recintos no siempre hay suficiente. Por eso se combinan con otros ayudantes químicos, como iones y nanopartículas de plata y oro.
Así lo han hecho en el Centro de Investigación en Química de Materiales de la Universidad de Londres, donde han añadido partículas de dióxido de titanio y oro a silicona. El preparado resultante reducía el número de bacterias Staphylococcus aureus (responsable de muchas infecciones) por debajo del límite detectable en minutos.
Propiedades mecánicas y ópticas
El producto desarrollado por el University College London y la Universidad de Tecnología de Dalian (China) puede extenderse sobre acero, vidrio o algodón. Se trata de una especie de pintura. "Lo hemos probado en teclados de ordenador", dice Ivan Parkin, uno de sus creadores, "y también estamos desarrollando protectores de pantalla para smartphones".
La mayoría de las carcasas actuales contienen plásticos (policarbonatos) y metales como el magnesio y el aluminio. El material más común en la superficie de las pantallas son los aluminiosilicatos, característicos del Gorilla Glass de Corning, que ya produce una versión antibacteriana de esta lámina protectora.
Según González-Benito, el problema de incluir los compuestos bactericidas en los polímeros no es su coste, sino que el proceso no cambie las propiedades mecánicas y ópticas de los materiales. No sabemos si Chen cumplirá su palabra, pero la lucha contra las bacterias en el mundo móvil solo acaba de comenzar.
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