La culpa es de Google
¿Acabaremos culpando a las tecnológicas de la carestía de la vivienda en Málaga?
En las dos manifestaciones que se han celebrado en Málaga por el derecho a la vivienda se escucharon muchas proclamas contra el turismo descontrolado y ... los Airbnb, pero también algunas (pocas, es cierto, pero las hubo) contra las empresas tecnológicas que se han instalado en Málaga. El argumento, que he oído también en alguna que otra conversación de bar, es que esos profesionales tan bien pagados que llegan de todos los rincones del mundo para vivir y trabajar en Málaga les están quitando las casas a los malagueños.
¿Son estas las primera señales de desapego hacia el sector tecnológico en Málaga? ¿Acabaremos como en San Francisco, donde muchos culpan a Google, Meta y compañía de la carestía de la vivienda, la gentrificación y la pérdida del alma de la que era la ciudad más europea de Estados Unidos? Recuerdo que estas preguntas ya surgieron hace un par de años en la Barcamp, el encuentro 'off the record' de la flor y nata del empresariado 'tech' malagueño. José Florido (cofundador de Panoramio, ahora en Freepik), que lleva más de una década viviendo en Berkeley, explicaba cómo se había fraguado ese sentimiento de rechazo hacia las empresas que llevaron a San Francisco a ser una de las ciudades con mayor concentración de riqueza del planeta. A mí, escuchándole, no me cabía en la cabeza que eso pudiera pasar en Málaga. ¡Pero si la tecnología es lo mejor que le ha pasado a la ciudad en mucho tiempo!
Ahora ya no veo tan descabellado que una corriente similar se asiente en Málaga. La situación de la vivienda es tan desesperada y la gente está tan polarizada, cabreada y desinformada que creo peligrosamente posible que si alguien con la habilidad y los altavoces necesarios se presta a propagar esa teoría, acabaría teniendo predicamento. Necesitamos culpables.
Ojalá una entidad de análisis se dedicara a evaluar científicamente el impacto económico del boom tecnológico de Málaga. Los efectos más inmediatos son la subida de sueldos de los ingenieros y las oportunidades para los estudiantes de carreras técnicas, que ya no tienen que irse fuera a encontrar buenos trabajos. Pero los efectos indirectos van mucho más allá. El reportaje que publicamos hoy simplemente aspira a esbozar ese impacto, que llega a sectores tradicionales de la economía malagueña. Asesorías, bufetes, colegios, estudios de arquitectura y decoración, comercios.. Negocios locales que prestan servicio a todas esas compañías y profesionales internacionales. Comercios familiares de muebles de oficina, por ejemplo, que se han convertido en proveedores de Google... con todo lo que eso significa. Una lluvia fina sobre la economía malagueña que generará más productividad, mejores salarios, más renta per cápita. ¿Que también contribuirá a que suban los precios de todo, incluida la vivienda? Pues sí; en economía no hay nada gratis.
El enfoque no debería ser que un ingeniero de Google va a venir a quitarte la casa. Debería ser que ahora tú (o tu hijo, o tu hija) también podrías trabajar en Google. Porque creo que el impacto más valioso de todo lo que está pasando es intangible: que nos creamos de una vez que Málaga puede ser algo más que turismo.
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