Turistas en tiempos de Guerra Civil: las rutas de Luis Bolín
Designado jefe del Servicio Nacional de Turismo, desde sus oficinas planificó itinerarios turísticos oficiales dirigidos al público extranjero por la España 'liberada'
VÍCTOR HEREDIA
Domingo, 16 de agosto 2020, 00:46
Una de las experiencias más peculiares de la historia del turismo en España fue la organización de las denominadas Rutas Nacionales de Guerra en el ... periodo final del conflicto civil que se extendió entre 1936 y 1939. En los años previos el país había ganado peso en el sector turístico mundial y se había ido configurando una oferta de alojamientos y servicios que se vio desestructurada como consecuencia directa de la guerra.
En aquellos momentos la posibilidad de atraer a visitantes tenía un interés más relacionado con la propaganda que realmente con la actividad turística. Aunque ambos bandos invitaron a periodistas y personalidades de otros países con el objetivo de garantizar la difusión de su particular visión de la contienda, fue en el lado franquista donde el grado de organización y desarrollo de ese turismo bélico culminó en las Rutas Nacionales de Guerra promovidas por el malagueño Luis Bolín.
Bolín fue designado jefe del Servicio Nacional de Turismo en febrero de 1938 y desde sus oficinas en San Sebastián se puso manos a la obra para planificar unos itinerarios turísticos oficiales dirigidos al público extranjero con tres objetivos: mostrar una imagen de normalidad de la España 'liberada', obtener divisas extranjeras para las arcas del nuevo régimen y reactivar de alguna manera los negocios vinculados con el turismo. Estas rutas combinaban visitas a monumentos históricos con recorridos por escenarios del conflicto. Unos meses antes los nacionales habían completado la conquista del Norte, pero aún se tenía que librar la larga, sangrienta y decisiva batalla del Ebro.
Se compraron veinte autobuses norteamericanos de la marca Dodge, se formó un equipo de guías intérpretes y se realizó una intensa labor publicitaria con agencias de viajes de varios países europeos. También se elaboraron carteles y folletos informativos en seis idiomas.
El propósito inicial de las autoridades turísticas del nuevo Estado era la de poner en marcha cuatro circuitos, que finalmente se redujeron a dos, el del Norte y el del Sur o de Andalucía. La Ruta del Norte se inauguró el 1 de julio de 1938, con un recorrido circular entre Irún, Bilbao, Laredo, Santander, Gijón, Oviedo y San Sebastián. Su precio era de nueve libras esterlinas, que incluía los servicios de transporte, guía, tres comidas diarias y alojamiento, además de las propinas. Se abrió otro itinerario desde Tuy a Santander pensado para el público portugués.
Inmediatamente se preparó la Ruta del Sur, que hacía un circuito entre Sevilla, Cádiz, Algeciras, Ronda, Málaga, Granada y Córdoba, con retorno a Sevilla. La primera expedición partió el 1 de diciembre, con la intención de aprovechar el buen clima de la región en el periodo invernal y coincidiendo con la instalación provisional del Servicio Nacional de Turismo en el Castillo de Santa Catalina, en El Limonar. El coste era algo superior, once libras, y los viajeros se desplazaban con un salvoconducto colectivo de forma que nadie pudiera moverse fuera del grupo.
Bolín, entre el periodismo, la diplomacia y el turismo
Luis Bolín Bidwell nació en Málaga en 1894. Estudió Derecho, pero su dominio del idioma inglés por vía materna le condujo desde joven al periodismo y la diplomacia. Siguió los combates en Francia durante la I Guerra Mundial y después cubrió las acciones del Ejército español en Marruecos. Trabajó como agregado de prensa en la embajada en Londres y para la Sociedad de Naciones antes de ser nombrado delegado del Patronato Nacional de Turismo en Andalucía, Canarias y Marruecos. Luego ocupó la corresponsalía del diario 'ABC' en Londres, donde se adhirió a los preparativos de la conspiración y participó de forma decisiva en la contratación del avión que condujo al general Franco desde Canarias a Tetuán, el famoso 'Dragon Rapide'. Al principio de la guerra fue jefe de prensa de Queipo de Llano, sufriendo el engaño del húngaro Arthur Koestler. Estuvo al frente de la Dirección General de Turismo entre 1938 y 1952. Después fue consejero de la embajada en Washington y asesor del Banco Mundial. Falleció en 1969, mientras pasaba unos días de descanso en Málaga.
En la provincia de Málaga los grupos pernoctaban un día en Ronda, donde visitaban la plaza de toros, la Casa del Rey Moro, el Palacio de Salvatierra, Santa María la Mayor y la Casa de Mondragón. Desde Algeciras recorrían el litoral provincial hasta Málaga. Aquí el programa contemplaba visitas a la Alcazaba, la Catedral, Castillo de Gibralfaro, Parque, instituciones falangistas como el Auxilio Social y la Escuela de Flechas Navales y un recorrido por los edificios destruidos en la calle Larios y La Caleta. La primera expedición llegó a la capital malagueña el 5 de diciembre de 1938.
Con el fin de la guerra las rutas –que movieron unos 8.000 viajeros en su primer año y medio de funcionamiento– mantuvieron su carácter propagandístico y reforzaron su condición de oferta turística, ahora en un contexto internacional muy complicado por la II Guerra Mundial, por lo que desde entonces se apoyaron en los turistas nacionales hasta su liquidación en 1947.
Mientras tanto, Luis Bolín desarrolló una gestión enfocada a convertir España en un destino preferente en los mercados europeo y norteamericano, aplicando el eslogan 'Spain is beatiful and different'. En 1951, justo antes de su cese, cuando la coyuntura exterior empezaba a ser favorable, el país superó el millón de turistas. En su libro de memorias 'España, los años vitales' el siempre pulcro Bolín escribió: «Yo quería demostrar que la guerra y el turismo no son siempre incompatibles».
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