Los Portales: artes y discreción en la Milla de Oro
Entre los primeros compradores de propiedades en Marbella después de la II Guerra Mundial estuvieron aristócratas como Maximiliano de Hohenlohe o el príncipe Bismarck
VÍCTOR HEREDIA
Viernes, 14 de agosto 2020, 00:05
Marbella como centro turístico surgió de la inspiración de precursores como Ricardo Soriano y Alfonso de Hohenlohe, que supieron ver la potencialidad de un territorio ... con un clima privilegiado al que le imprimieron un carácter distinguido. Como escribió Antonio Olano, Marbella era un gran escaparate, con tienda y trastienda. Y en esta última cabían todos aquellos que querían pasar temporadas de forma discreta, generalmente en invierno, en cualquiera de las urbanizaciones del municipio. O en un pequeño conjunto como Los Portales.
Entre los primeros compradores de propiedades en Marbella después de la II Guerra Mundial estuvieron aristócratas centroeuropeos como Maximiliano de Hohenlohe, el barón Mayr Melnhof, el príncipe Bismarck o el 'enigmático' húngaro George Szavoszt. Este último adquirió en 1946 la antigua finca de Antonio Palma, junto a la ermita del Cristo de Guadalpín, y la rebautizó como Los Cipreses. Vino acompañado de su esposa, la escultora alemana Astrid Begas.
La gente comentaba que el tesoro de la corona austro-húngara estaba enterrado en la finca. Szavoszt falleció con su secreto –en todo caso fuertemente protegido por vallas y perros– en 1964 y su hijo Mario Szavoszt Lentz, fruto de su primer matrimonio, solo le sobrevivió un año.
Las obras de ensanche de la carretera obligaron a demoler la ermita de Guadalpín en 1970. Para entonces aquella zona alejada se estaba integrando en el desarrollo de la ciudad, especialmente desde la inauguración del emblemático Hotel Don Pepe en 1964. Por allí estuvieron también el club de Pepe Carleton y la discoteca Oscar, del campeón de Fórmula 1 James Hunt.
Astrid mantuvo su residencia en la antigua casa de campo hasta que, de la mano del pintor Jesús Baca, se trasladó a Umbrete, donde falleció en 1997, a los 92 años. Con el paso de los años la casa de Los Cipreses se convirtió en el Club Financiero Inmobiliario de Jesús Gil, quien también se hizo con los terrenos de la finca que se extendían entre la carretera y el mar, en la zona conocida como Molino de Viento.
Vecinos singulares
Carmen Landa es vecina de Los Portales desde los años setenta. Durante muchos años tuvo abierta una boutique con su nombre en la Plaza de los Naranjos, junto al Ayuntamiento. Conocedora, como Pepe Carleton, del Tánger acogedor y cosmopolita que presagió a la Marbella internacional, tuvo la oportunidad de vender ropa a muchas de las personalidades que pasaron por la ciudad.
Carmen recuerda el buen ambiente que reinaba en la pequeña comunidad y los nombres de sus vecinos, como la pareja formada por Harold Brooke, comediógrafo y guionista, y Kay Bannerman, actriz y escritora; Marion Moltke y su hijo Félix, actual conde Moltke; el conde sueco Owe Letzen y su esposa Ingrid, escultora; el pianista Marshall Kreisler y su hermano, el galerista Edward Kreisler y su mujer, Araceli González. Araceli había ayudado a su primer marido, Juan Pujol, el famoso doble agente Garbo, a tejer la red que sirvió para despistar a los nazis sobre los planes de los aliados respecto al desembarco de Normandía. Una vida extraordinaria y discreta que pasó por Marbella, como tantas otras.
Pero mucho antes, en una parte de la propiedad que lindaba con el antiguo Camino de Camoján, antes de que éste se transformase en la actual avenida de Cánovas del Castillo, se había levantado Los Portales, un conjunto formado por dos edificios de solo tres plantas que se inspiraban en la arquitectura de los cortijos andaluces. Poco después fue ampliado con otro edificio de cinco alturas en la parte posterior. El promotor fue Antonio Sartorius, marqués de Mariño, con la ayuda de su hermano Vicente y de la decoradora María Luisa Larrañaga, más conocida como Mary Foxá por haber estado casada con el escritor y diplomático Agustín de Foxá. El arquitecto fue el chileno Larrain.
En aquella Marbella de los años dorados Los Portales se convirtió en una pequeña urbanización poblada de vecinos muy escogidos, con jardines cuidados y locales ocupados por actividades muy peculiares. Olano menciona algunas boutiques y una peluquería «que es tal vez la más original, pero también la más cara de toda la Costa». Sartorius y Mary Foxá consiguieron que durante un tiempo el rastro de Marbella, que empezó a hacerse en La Fonda, se instalara en los bajos de Los Portales, antes de trasladarse a Nueva Andalucía.
En los locales del edificio el marqués de Mariño abrió El Colonial, un bar que acogía exposiciones de pintura y cerámica, al que en 1971 se sumó la galería de Edward Kreisler y Araceli González. Kreisler, un conocido galerista con sedes en Madrid y Nueva York, instaló también el curioso Museo del Gramófono, que repasaba la evolución tecnológica de este aparato a través de cien piezas de gran valor histórico. Otro negocio fue la tienda de decoración y galería de arte Doble Z, de Rosa Zumárraga, que se había hecho famosa al ganar el concurso televisivo 'Un millón para el mejor' unos años antes. En los años setenta la confluencia de estas salas hizo del conjunto uno de los centros de la vida cultural de la ciudad.
Los Portales, hoy en el comienzo de la mundialmente conocida Milla de Oro, celebró su medio siglo en el año 2018 y permanece como referencia de una manera de entender el desarrollo turístico de Marbella, manteniendo la tradición de buen gusto con firmas como Gastón y Daniela y La Albaida.
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