De la monja despeñada y del convento dinamitado
Tres años después de morir Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz llegó a Málaga para fundar el convento de San José
Querido lector: Seguro que muchas veces has pasado por la calle Santa María. Detente hoy en su esquina con la calle Sánchez Pastor, ante ... el señorial edificio en el que se empiezan a contar las casas de Málaga (Polígono 1, Manzana 1). Has de saber que aquí estuvo el convento de las carmelitas que fundó San Juan de la Cruz.
En efecto, tres años después de morir Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz llegó a Málaga para fundar el convento de San José. Lo hizo acompañado de cinco monjas que él mismo había escogido, tres de Granada y dos de Beas del Segura. La fundación del monasterio del Señor San José de Málaga de las Carmelitas Descalzas se llevó a cabo el 17 de febrero de 1585, cuando se celebró la primera misa. Se logró gracias a las ayudas de doña Ana Pacheco, señora muy piadosa y, suponemos, también muy acaudalada. Aunque en un principio la comunidad se estableció en una casa provisional junto a la iglesia de los Mártires en la calle Mosquera (en la que, por cierto, han aparecido los escudos de las carmelitas en unas obras recientes), sabemos que en 1587 ya estaban en su nueva casa en la calle de Santa María. Este convento le dio muchos quebraderos de cabeza al propio San Juan de la Cruz porque una monja se suicidó arrojándose a la calle. Dicen las crónicas de la época que la madre Catalina Evangelista, sobrina de la madre superiora, «acometida por un delirio furioso y frenesí, se arrojó por una ventana de que se hizo pedazos y murió luego».
Hay que aclarar que el convento, con fachada principal a la calle Santa María, ocupaba un solar de unos 1.300 metros cuadrados y llegaba casi hasta la plaza de la Constitución. La calle Sánchez Pastor no existía entonces sino que, en su lugar, había un pequeño callejón sin salida llamado de las Carmelitas, que desembocaba en la calle Santa María.
Desarmotización
Allí vivieron las monjas plácidamente, entregadas a sus devociones y vida piadosa durante casi trescientos años, hasta que llegó el siglo XIX y con él las temidas desamortizaciones. En 1869 los revolucionarios ocuparon el edificio y expulsaron a las monjas. Más adelante, las religiosas pudieron volver a su convento. Pero el 1 de julio de 1873, cuando el reloj de la catedral daba las doce de la noche, siguiendo las órdenes del gobierno revolucionario municipal, el concejal Sánchez Pastor a punta de pistola echó a los dos últimos clérigos que quedaban en el convento y esa misma noche ordenó a los bomberos dinamitar el edificio que quedó en un estado ruinoso, como es de suponer. Ese mismo año de 1873 se demolió y se subastaron los solares, con cuyo dinero el Ayuntamiento pagó la traída de aguas de Torremolinos. Aunque parezca increíble, en el lugar que había ocupado el convento se instaló provisionalmente, en el verano de 1874, el circo de Mr. A. Loyal. Al menos así lo recoge la prensa de la época.

Aunque en un principió se pensó construir sobre todos los solares, después se decidió prolongar el antiguo callejón de los Carmelitas hasta la calle Granada. En 1886 el Ayuntamiento, presidido por Liborio García, decidió llamar al antiguo callejón de las Carmelitas con el primer apellido del alcalde saliente, Miguel Sánchez-Pastor Drago, por ser el impulsor de las obras que dieron origen a la actual calle.
Traslado
¿Y qué pasó con las carmelitas descalzas? Las monjas fueron acogidas por Josefa de la Cámara en su casa de la plaza de Arriola y luego en su finca San Rafael de Churriana. Y tras establecerse provisionalmente en la calle Nuño Gómez 9, en 1879 las religiosas se trasladaron a la calle Don Rodrigo, entre la calle Carretería y el río, donde edificaron un nuevo convento que fue quemado por otros revolucionarios en 1931 y en 1936. En este último saqueo desapareció el acta fundacional del convento firmada por San Juan de la Cruz. En la calle Don Rodrigo siguen hoy dedicándose a la vida contemplativa, a pesar de tantos sustos. El último este año de 2020, en el que seis de las diez monjas se han contagiado de coronavirus.
Cuando pases, lector curioso, por la calle Santa María acuérdate del convento que fundó San Juan de la Cruz y no te olvides de rezar una oración por el alma de la madre Catalina Evangelista.

Muebles Alonso, calidad y distinción
Muebles Alonso fue el comercio que fundó mi tatarabuelo, Pedro Alonso García, en 1879. Ocupaba los bajos del edificio que él levantó sobre el solar donde estuvo el antiguo convento de las carmelitas, siguiendo el proyecto de un joven arquitecto de 23 años llamado Eduardo Strachan Viana-Cárdenas. Tanto gustó el nuevo edificio que los marqueses de Larios eligieron al arquitecto para la construcción de las casas de la futura calle Larios.
En un principio Muebles Alonso fue un bazar industrial, establecimiento de moda entonces que vendía muebles, bronces, cristalerías, vajillas, cajas de caudales, lavabos, escribanías, relojes, tarjeteros, trofeos, cuadros, aparatos eléctricos y de gas, colchones de lana fina, etc. A principios del siglo XX el negocio se amplió a unos locales a la calle Granada que se comunicaban internamente con los de Sánchez Pastor. Con el tiempo el comercio se especializó en la fabricación de muebles artesanos, de los que duran toda la vida. Tres generaciones de la familia se hicieron cargo de Muebles Alonso hasta su cierre en 1976.
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