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Doris Lessing.
Albas y ocasos

Del rey Inca engañado a la escritora premiada: Atahualpa y Doris Lessing

Tal día como hoy nacía Atahualpa, Ave de la Fortuna en quechua, y moría Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura y militante pacifista y antiapartheid

maría teresa lezcano

Domingo, 17 de noviembre 2019, 00:35

Tal día como hoy nacía Atahualpa, Ave de la Fortuna en quechua, y moría Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura y militante pacifista y antiapartheid.

Atahualpa. Del 17-11-1497 al 16-7-1533

Diecisiete de noviembre de 1497, Cuzco. Nace Atahualpa, en quechua Ataw Wallpa, es decir Ave de la Fortuna, hijo de una ñusta, que suena a fruta exótica pero era una princesa virgen, y del soberano Inca Huayna Cápac. Habida cuenta que este último fue aviruelado por una epidemia que los españoles, auténticos pioneros en esto de las armas químicas, habían exportado magnánimamente desde la madre patria, se disputaron la sucesión Atahualpa y su hermano Huáscar y, cuando ya estaba el hermano guerreramente ahuascarado y se disponía Atahualpa a disfrutar de su reino, llegó Francisco de Pizarro y, mientras disimuladamente iba tomando chicha, que era un aguardiente de maíz, en su fuero interno maquinaba el momento propicio a un real desplumamiento del Ave de la Fortuna. La ocasión no tardó en presentarse mientras Atahualpa se desplazaba en litera sobre piernas –las de sus sirvientes– desde Pultumarca a Cajamarca, actual distrito de Baños del Inca, y, falcononetes para arriba, arcabuces para abajo, capturaron los soldados españoles al Ave incaica, la cual se apresuraron en enjaular el tiempo suficiente para que ésta comenzara a cantar ofrendas de oro y plata en cantidades tan ingentes que a sus custodios se les pusieron ojillos como derretidos de gusto y, tras haberle asegurado Pizarro al Ave de la Fortuna que, una vez recibidas las baratijas áureas y platerescas le dejaría volar de nuevo, lo que hizo fue endilgarle un consejo de guerra por los cargos que más rabia le dieron, a la sazón idolatría, herejía, regicidio, fratricidio, traición, poligamia e incesto, y como ya no se le ocurrieron más lo condenaron raudamente a muerte y se lo llevaron al centro de la plaza de Cajamarca donde, tras clavarlo en un tronco y rodearlo de leños se le acercó un español con una tea encendida. La ya desafortunada Ave de la Fortuna se apresuró en piar que, según la religión incaica, su cuerpo debía ser embalsamado para su resurrección en otro mundo, lo cual no sería posible si era consumido por las llamas, y el cura que andaba por allí le ofreció sustituir la parrillada inca por un bautizo seguido de una sesión de garrote vil y así fue como un Atahualpa rociado de agua bendita fue cristianamente estrangulado y no menos cristianamente enterrado en la iglesia local. Su cadáver sin embargo desapareció unos días después, al parecer rescatado por sus súbditos que se lo llevaron para momificarlo como Dios manda. Perdón, como Pachamama manda.

Doris Lessing. Del 22-10-1919 al 17-11-2013

Quinientos dieciséis años después del nacimiento cuzqueño de Atahualpa, moría en Londres Doris Lessing, escritora británica galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 2007 por su «capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria». Hija de un antiguo oficial del ejército británico que durante la Primera Guerra Mundial perdió una pierna y encontró una esposa ya que se casó con su enfermera, Doris May Tayler nació en Persia, actual República Islámica de Irán, donde se había trasladado el matrimonio Tayler en busca de un futuro mejor. Como no lo encontraron, los Tayler se aposentaron cuando Doris tenía cinco años en Rodesia del Sur, hoy denominada Zimbabue, donde el padre se recicló como granjero de tabaco y cereales y la madre mutó en una dama eduardiana venida a menos cuya autoridad refutó Doris al marcharse de casa a los quince años para sustentarse mediante empleos varios mientras iba leyendo todo lo que caía en manos de su ansiedad autodidacta. Casada a los diecinueve años, madre a los veinte y divorciada poco después, no se marcharía de África hasta después de cumplir los treinta años, tras abandonar a su segundo marido de quien conservó sin embargo el apellido Lessing e instalándose en un Londres donde, además de publicar 'Canta la hierba' participó en campañas contra el Apartheid y las armas nucleares y militó en el Partido Comunista Británico hasta que, tras ver a los tanques soviéticos sofocando la Revolución Húngara de 1956, se le hundieron las ilusiones ideológicas y se refugió exclusivamente en las literarias, reconocidas a partir de 1962 con la edición de 'El cuaderno dorado' que la catapultaría a la fama como icono de las reivindicaciones feministas aunque la prohibición de regresar a cualquier país de África del sur y especialmente a Rodesia debido a las críticas constantes e implacables que la autora de 'Hijos de la violencia' refrendaba dentro y fuera de la ficción, no sería revocada hasta cuatro décadas más tarde, cuando una Sudáfrica ya victoriosamente apartada del Apartheid le abrió los brazos para permitirle presentar la primera parte de su autobiografía titulada 'Bajo mi piel'. Una piel bajo la cual varios derrames cerebrales ya londinenses anticiparon la despedida definitiva, con noventa y cuatro años vividos y peleados y un epitafio parafraseado: «Soy una persona que continuamente destruye las posibilidades de un futuro debido a la cantidad de puntos de vista alternativos que puedo centrar en el presente». The end.

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