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La heladería La Veneciana, ya tristemente cerrada, ha sido una de las tres heladerías históricas de Málaga, junto a Casa Mira (fundada en 1890) y ... a Lauri (desde 1952), que aún siguen, por fortuna, deleitando los paladares de los malagueños con sus exquisitos helados.
La Veneciana fue fundada por Giuseppe Murante Barison. Había nacido en 1908 en Conselve, a 42 kilómetros de Venecia. Su madrastra se llamaba Gina di Rocco y era natural de Don't de Zoldo, de la región del Zoldano, en el Véneto. El Zoldano es una región montañesa al pie de los Dolomitas que, sorprendentemente, tiene una larga tradición heladera. Los pueblos de Val di Zoldo, Forno di Zoldo o Zoldo Alto conforman el que se ha denominado El valle del helado.
Cuando estalló la Guerra Civil, Giuseppe Murante acudió a España para participar en la contienda, alistado en las tropas italianas regulares como mecánico en un camión taller. En algún momento de la contienda conoció en Logroño a la que sería su mujer, Carmen Esquiú García. Tras finalizar la guerra, se volvió a Italia. Es entonces cuando convenció a su segunda madre, Gina, y se la trajo a España para que le ayudara a fabricar helado. Corría el año 1941. Giuseppe y Gina se establecieron en Logroño y allí fundaron una heladería a la que llamaron La Veneciana. La primera Veneciana estaba ubicada en la principal vía de la capital riojana, la calle Portales número 114. Su anagrama era la parte delantera de una góndola veneciana, que recibe el nombre de pettine o il ferro della gondola. El pettine («peine») está formado por una capucha, que representa el tocado de la cabeza del Dux, y siete salientes, que son los siete barrios de Venecia: San Marco, San Polo, Santa Croce, Castello, Dorsoduro, Cannareggio y Giudecca, el barrio judío.
¿Por qué se estableció Giuseppe en Logroño? Recordemos que de allí era una chica encantadora, Carmen, que Giuseppe había conocido en la Guerra Civil. Con ella se casó y en 1944 se vinieron a Málaga. La razón de su llegada a Málaga fue que el hermano de Gina, Paolo di Rocco, era dueño de una conocida heladería en la Gran Vía de Granada, Los Italianos, justo frente a la catedral, que aún permanece abierta. Por su cercanía, Giuseppe y Carmen eligieron la ciudad de Málaga y se instalaron en el número 3 de la calle Duque de la Victoria. La heladería de Logroño se vendió y hoy sigue existiendo con cinco tiendas abiertas al público.
En Málaga La Veneciana se ganó enseguida el favor de los malagueños, a pesar de las recios tiempos que corrían. En un anuncio publicitario de 1954, presumía de que «habían conquistado el favor del público malagueño en un tiempo record (…). En todo tiempo y a cualquier hora es necesario para la salud un buen helado», decía. Su lema era «todo hecho de verdad».
Parece que estoy viendo a Guiseppe cuando salía del obrador que había en la trastienda del pequeño local, con su pala rebosante de helado, para rellenar los recipientes del congelador. En La Veneciana el helado se fabricaba a diario y en pequeñas cantidades, de manera que siempre se consumía recién hecho en el mismo día. Su mujer Carmen era el alma de la heladería. Ya estaba cada día a las ocho de la mañana en la tienda para recibir a los proveedores. Cuando llegaban la leche, la nata y los huevos los mezclaba en un recipiente y los ponía a hervir. A continuación los vertía en una pila, con agua y bloques de hielo, para que la temperatura bajase rápidamente a cuatro o cinco grados. Este proceso, que hoy se hace industrialmente, recibe el nombre de pasteurización. De esa manera, cuando su marido y su hijo entraban a media mañana a la heladería, las cremas ya estaban preparadas para poder fabricar el helado. Por las tardes, Carmen siempre estaba sentada en la caja, pendiente de la buena marcha del negocio.
Cada año, después del día del Pilar, se cerraba la heladería, y cercana la festividad de San Giuseppe, se reabría, acontecimiento que era esperado con ilusión por muchos malagueños. Guiseppe estuvo al frente de la heladería hasta su fallecimiento, el día 27 de agosto de 1984, a los 76 años de edad. Carmen y su hija continuaron con la heladería y en 1988 se trasladaron a la calle Granada, mientras que su hijo Alberto abrió otra Veneciana en el barrio del Perchel en 1983. Ambas están hoy tristemente cerradas, esta última víctima de las interminables obras del metro.
Sin duda el mayor éxito de Giuseppe fue el helado de málaga. La idea le vino a la mente haciendo helado de tutifruti que, como todos sabemos, tiene trocitos de fruta. Pensó en el vino dulce y en las pasas como dos productos emblemáticos de los Montes de Málaga y se fue hasta Cómpeta para comprar gran cantidad de pasas. Pero lo más difícil fue solucionar las propiedades anticongelantes del vino. Cuando Giuseppe logró resolverlas, este nuevo sabor concentraba la esencia de Málaga, de ahí el nombre que le puso. Este helado ha difundido el nombre de Málaga por todo el mundo, algo de lo que la heladería La Veneciana puede estar bien orgullosa. El helado de málaga se fabrica en Italia con vino de Marsala o en Alemania con ron, por nombrar solo dos variedades.
Su hijo Alberto, que abrió una heladería en la plaza de San Pedro, quiso rendir un homenaje a la capacidad creativa de su padre. De esta manera inventó el helado de ajoblanco, de tortilla de patatas, de boquerones en vinagre, de queso con higos, de sidra, de cerveza o de cartojal.
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