El angustioso rescate del vapor italiano 'Adda'
Víctor Heredia
Lunes, 25 de agosto 2025, 00:29
En la noche del 13 al 14 de mayo de 1915 el barco 'J.J. Síster', de la Compañía Valenciana de Vapores Correos de África, ... realizaba su ruta habitual entre Melilla y Málaga, regresando desde la ciudad norteafricana a la península. Aquella noche una densa niebla cubría el Mar de Alborán y dificultaba enormemente la navegación. Sin apenas visibilidad, el «melillero» marchaba a velocidad moderada, describiendo una ruta oblicua a la que seguían los buques que atravesaban Alborán después de haber pasado el Estrecho de Gibraltar o dirigiéndose al mismo. Es decir, en esas condiciones el riesgo de colisión con otro barco era bastante alto.
Hacia las cinco y media de la madrugada el 'Síster' escuchó una llamada de socorro. Desde otro buque se estaba pidiendo auxilio con el silbato. Por la banda de babor pudo reconocer un vapor en dificultades. Era el 'Adda', de bandera italiana, que en la parte de proa presentaba graves averías que hacían temer su próximo hundimiento. De hecho, los miembros de su tripulación habían arriado al mar todos los botes y permanecían en ellos a cierta distancia de su propio barco ante el temor de que el efecto de succión al hundirse los arrastrara. A bordo se quedaron los cadáveres de tres marineros que perecieron en el impacto y un herido cuyo cuerpo estaba aprisionado entre los hierros del casco. En el momento del choque estaban descansando debajo de la cubierta.
El vapor italiano transportaba un cargamento de 5.250 toneladas de trigo que había embarcado en Bahía Blanca (Argentina) con destino a Génova. Los daños habían sido causados por el abordaje en medio de la niebla de un mercante británico, el 'Harpagus', que había seguido su ruta hacia Gibraltar sin ayudar al 'Adda'. El capitán del 'J.J. Síster', Pedro Tonda Tur, ordenó el rescate de los embarcados en los botes y pensaba que así había cumplido con su deber de socorro, ya que carecía de medios para recuperar el vapor siniestrado sin comprometer la seguridad del suyo propio. Pero, cuando conoció la presencia de tres muertos y un herido en el 'Adda', cambió de opinión y decidió acometer la operación de salvamento, con el acuerdo del capitán del barco italiano, Silvio Vassallo.
La tripulación del 'Adda' retornó a su nave y se tendió un cable de remolque para conducirlo al puerto de Málaga, el más próximo y al que se dirigía el 'Síster'. Pero había un serio problema que complicaba la operación. Los destrozos en la proa del 'Adda' impedían amarrar ahí el cable. La solución adoptada fue la de realizar el remolque por la popa, que también presentaba graves riesgos. Por un lado, la propia inercia del buque auxiliado podía hacer que se precipitara sobre el auxiliante. Por otro, las guiñadas o cambios de rumbo del remolcado, que navegaba sin gobierno y cuyo volumen era muy superior al del vapor español, dificultaban los esfuerzos de este en mantener la ruta. Y se añadía una tercera complicación, el peligro de atravesar una zona de niebla con una línea de navegación de 300 metros, longitud que sumaban las esloras de ambos barcos y el cabo de remolque. Y, recordemos, navegando en diagonal respecto a las demás embarcaciones que cruzaban Alborán.
La determinación del capitán de 'Síster' consiguió completar el remolque y poner rumbo a Málaga con la máquina a velocidad moderada y haciendo constantes señales con el silbato. En las circunstancias mencionadas, las 30 millas que los separaban del puerto se hicieron eternas y se cubrieron en 15 horas, con una media de dos millas por hora, cuando el «melillero» solía navegar a 17 millas por hora. El convoy llegó a Málaga a las nueve de la noche del día 14 y el 'Adda' quedó a salvo en el antepuerto. En los morros y en los muelles se reunió un inmenso gentío que esperaba con curiosidad la llegada de los buques. Los heridos fueron trasladados al Hospital Civil y el fogonero que estaba aprisionado entre los hierros no pudo ser liberado hasta las seis de la tarde del día siguiente. Se llamaba Carmelo Ruggero. Los cadáveres de los fallecidos fueron recuperados con mucha dificultad por los bomberos y enterrados en San Miguel.
La penosa y arriesgada operación de salvamento había sido un éxito gracias a la pericia del capitán Tonda y de su tripulación. El capitán recibió la placa de honor y mérito de la Cruz Roja, la medalla del Salvamento de Náufragos y la cruz del Mérito Naval de primera clase. El industrial Juan Gallego se encargó de la primera reparación de la proa del 'Adda', que permaneció en el puerto hasta el mes de agosto, cuando zarpó hacia Génova para completar su arreglo.
Qué fue del 'J.J. Síster' y del 'Adda'
El 'J.J. Síster' había sido construido en los astilleros Odero de Génova en 1896. Era un buque de acero con 1.600 toneladas de registro bruto que en su primera etapa se llamó 'Galileo Galilei'. En 1910 fue adquirido por la Compañía Valenciana de Vapores Correos de África para prestar servicio en la línea Málaga-Melilla. Entonces fue rebautizado en honor de Juan José Síster, uno de los fundadores de la compañía, que en 1916 se transformó en la Transmediterránea por la fusión con otras navieras. En 1924 fue modernizado con motores diesel. La Guerra Civil le pilló en el puerto de Málaga, donde fue empleado como buque-prisión, antes de ser apresado en 1937 por el crucero Canarias. Fue desguazado en 1965. El 'Adda', por su parte, fue construido en Newcastle en 1894, desplazaba 5.750 toneladas y cuando se produjo la colisión hacía la ruta entre Argentina e Italia. En 1917 sufrió otro incidente y dejó de navegar hacia 1925. Por cierto, el británico 'Harpagus' fue hundido cerca de Marsella por un submarino alemán en 1917.
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