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Silva, junto a sus compañeros, ante la casa incendiada. vanessa melgar

El oído de una policía en prácticas salva a varios vecinos ancianos de un edificio en llamas en Ronda

La agente Silvia Cintado escuchó voces que procedían del telefonillo cuando ya se había evacuado a la mayoría de los residentes y se pensaba que no había más personas en el bloque

Lunes, 5 de septiembre 2022, 00:16

Apenas lleva dos meses en prácticas, pero su oído y su arrojo fueron cruciales para salvar a una pareja de ancianos y a más vecinos que seguían en sus viviendas mientras el edificio era consumido por las llamas originadas en un bazar de Ronda. Silvia Cintado, de 26 años, permanecía con todos sus sentidos en alerta y, cuando los policías pensaban que ya habían evacuado el bloque al completo, le pareció escuchar unas voces a través del telefonillo. No titubeó ni un instante: había que volver a entrar.

«Ya casi no se podía ver ni respirar en el interior del inmueble por el humo, que era muy denso, pero yo estaba segura de que todavía había gente dentro; al comprobarlo encontramos en la tercera planta a un hombre y a una mujer, los dos mayores, y apenas se podían ni mover», relata la agente en declaraciones a SUR.

No fueron los únicos, sus compañeros también rescataron a otros pocos vecinos, sacándolos en brazos al exterior en muchos casos por su avanzada edad. Los hechos ocurrieron el pasado jueves día 25 de agosto, cuando sobre las siete de la tarde se incendió un bazar de la calle Lauría, propagándose el fuego y el humo con virulencia por el edificio de tres plantas en el que se situaba en el establecimiento.

La actuación de la compañera de prácticas y de los policías Andrés Rojas, Jesús González, Diego Gómez, Alejandro Sánchez y Rafael Gil resultó esencial porque fueron los primeros en intervenir, evacuando rápidamente a los residentes de la principal edificación afectada, entre los que se encontraban varias personas con movilidad reducida, de avanzada edad e integradas en el plan social de dependencia.

El propio Consorcio Provincial de Bomberos ha emitido un informe, al que ha tenido acceso este periódico, en el que se pone de manifiesto de forma literal que los seis agentes «pusieron en peligro sus vidas de forma abnegada» para salvar a los vecinos, siendo crucial la labor que llevaron a cabo durante los primeros minutos del incendio, el cual llegó incluso a ocasionar el desprendimiento de la primera planta.

Cintado terminó su formación en la academia policial de Ávila en junio y, un mes después, el 13 de julio, comenzó sus prácticas en la comisaría de la Policía Nacional de Ronda, la ciudad en la que nació y que la ha visto crecer. Según afirma, su principal preocupación y la de sus compañeros era asegurarse de que no quedase nadie en el inmueble.

«En ese momento no te paras a plantearte que estás en peligro, tu mente piensa en que hay vidas humanas en juego y hay que actuar sí o sí», sostiene la agente, quien asegura «desde muy pequeña» ya se imaginaba vistiendo el uniforme azul. Según subraya, además, en todo momento se sintió «muy arropada» por el resto de compañeros y sabía que, si sufría algún accidente, ellos estarían ahí para socorrerla. «No tenía miedo por mí», incide.

El día del incendio, la joven acompañaba a los efectivos del grupo de Seguridad Ciudadana a bordo del radiopatrulla. La causalidad quiso que otros dos compañeros vestidos de paisano, Andrés Rojas y Jesús González, estuvieran realizando unas labores de investigación por la zona, a escasos metros del bazar siniestrado. «Fue todo rapidísimo, escuchamos a una mujer que decía que olía a goma quemada, pero no se veía fuego por ningún lado; en cuestión de dos minutos el establecimiento estaba ardiendo y había mucha humareda», cuenta Rojas.

Se desplazaron corriendo al edificio, a la par que otro vehículo de la Policía Local, y tras confirmar que los bomberos ya estaban avisados, solicitaron los refuerzos de sus compañeros para adentrarse en su interior y comenzar a sacar a los vecinos. «Llamamos a un porterillo para que nos abriera y ya en los primeros instantes del incendio el humo se había colado en los pasillos y en la primera planta», relata.

Así, comenzaron a golpear a las puertas para alertar a los residentes, que no sabían muy bien lo que había ocurrido. «El humo era tan denso que también se había colado por las ventanas y algunos vecinos pensaban que era su casa la que estaba ardiendo, estaban aturdidos», señala el policía.

Los dos efectivos de paisano junto a los cuatro de radiopatrulla, entre los que se encontraba la policía de prácticas, empezaron a rescatar a las personas del bloque a toda velocidad, en muchos casos cogiéndolas «a volandas» e incluso «con el tacatá», ya que en allí vivían sobre todo personas mayores.

El humo, cada vez más negro e intenso, en cuestión de escasos minutos empezaba a hacer estragos. «Costaba muchísimo respirar porque rajaba la garganta y apenas podíamos abrir los ojos; estaba todo a oscuras y bajar cada vez se hacía más difícil, sobre todo si llevábamos a alguien en brazos, porque nos podíamos caer», describe el policía.

Hicieron varias batidas en la primera, la segunda y tercera planta y pensaron que el edificio había quedado evacuado, pero todavía había gente en el último piso que no avanzó a abrirles la puerta. Afortunadamente, el fino oído de la agente Cintado les puso en aviso al escuchar unas voces cuando ya estaban fuera del bloque.

«La verdad es que la compañera de prácticas, a pesar de que salió hace poco de la academia, actuó con una profesional y una responsabilidad propia de un veterano», comenta Rojas admirado. En ningún momento se asustó ni se echó atrás, destaca. «Al contrario, le indicamos los pasos a seguir e intervino como uno más y con iniciativa propia para poner otras vidas a salvo», agrega.

A causa de su virulencia, los bomberos tardaron siete horas en sofocar el incendio localizado en un bajo comercial y un total de 50 viviendas de tres edificios -en el que se declaró y otros dos colindantes- tuvieron que ser desalojadas. La rápida actuación de los policías, que se jugaron la propia vida, permitió que no hubiera que lamentar ninguna pérdida humana.

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