Málaga

Mayores estafados en la provincia: «Decía que su mujer estaba de parto y que no tenía para gasolina»

Nada en él hacía sospechar del engaño. Bien repeinado, polo de marca, pantalones chinos y zapatos castellanos. Así se presentó, madrugador (6.45 horas), en la casa de Arturo (nombre ficticio), un vecino de Alhaurín el Grande que ya ha pasado los setenta y que ahora ayuda a sus hijos en el cuidado de los nietos.

«Llegó muy apurado. Le dijo que se acababa de mudar al barrio, que su mujer se había puesto de parto y que el coche se le había quedado sin gasolina. Preguntó a mi padre -quien cuenta la historia es un hijo de Arturo- si podía llevarlo al hospital. Y él, por instinto, respondió que sí».

El viaje no llegó a producirse porque en esas llegó otro hijo de Arturo. «Papá, ¿dónde vas? Si tú a este señor no lo conoces de nada... Que llame a la policía para que lo lleven. Además, tú debes quedarte con mis hijos, que yo me tengo que ir a trabajar». La reflexión lo frenó.

El Cuña siguió insistiendo -«mi mujer tiene muchos dolores, me debo ir ya»- y Arturo se compadeció y abrió la cartera. Le dio 10 euros para el combustible y, ante su exagerado agradecimiento, le soltó otros 10 por si necesitaba comprar algo de comida. Tras despedirse, corrió como alma que lleva el diablo y desapareció.

Un hijo de Arturo acudió a la Jefatura de la Policía Local de Alhaurín el Grande e informó de lo que le había ocurrido a su padre, aportando además una descripción física del sujeto. Pero no denunció. Tampoco lo hizo Josefa: «Cruzó el pasillo y se metió en el salón de mi casa. Me dijo: '¡Vecina! Mi padre se ha quedado tirado en el campo y necesito 10 euros para echar gasolina e ir a por él'. Yo me negué y él insistió: '¿Y 5 eurillos?'.

Esa era otra argucia que presuntamente utilizaba El Cuña para ganarse la confianza de sus víctimas: las llamaba incluso por su nombre de pila. Entre los trabajos que tuvo, figura el de pintor (de brocha gorda) y de eso -creen los investigadores- debía de conocer a muchos de los vecinos, e incluso las relaciones entre ellos (solía usar el «vengo de parte de...»).

Los agentes consideran que el detenido elegía premeditadamente a sus objetivos, buscando un perfil muy determinado: personas vulnerables debido a su avanzada edad o a sus graves enfermedades, a las que engañaba simulando ser un familiar o vecino para, una vez ganada su confianza, acceder al interior del domicilio.

Josefa no llegó a darle dinero, pero sí lo hizo su vecina «y muchos otros del pueblo». La Guardia Civil, que ha seguido el rastro del Cuña con la ayuda de las policías locales de la comarca, le atribuye una quincena de delitos, entre estafas, hurtos y robos con violencia (en alguna ocasión, les habría arrebatado la cartera de un tirón).

Pero los investigadores están convencidos de que la cifra negra es mucho mayor porque la mayoría de las víctimas no han denunciado al ser timos de cantidades pequeñas o incluso porque no han sido conscientes del fraude. Algunas, de hecho, no se creían que aquel señor tan bien vestido pudiera ser un estafador y se mostraron reacias a denunciar.

El Cuña habría actuado en Alhaurín el Grande, Alhaurín de la Torre, Coín, Mijas y Fuengirola. Se calcula, sólo por las denuncias presentadas, que habría conseguido un botín superior a 5.000 euros entre dinero, joyas y otros objetos de valor de los que presuntamente se apoderaba aprovechando un descuido de los mayores. Ya está detenido.