El arte urbano en Málaga y sus paradojas, el debate que resurge tras la condena al 'pintor dorado'

El autor de las creaciones en color oro siempre mantuvo que sus piezas pretendían alejarse del vandalismo y únicamente buscaban invitar a la reflexión sobre el significado que estos elementos podían adquirir para las personas en situación de sinhogarismo. «Este chaval hizo exactamente lo mismo que se hace en la Noche en Blanco o el Maus del Soho», opina al respecto el artista visual y poeta malagueño Rogelio López-Cuenca, quien ha aceptado a participar en la muestra seriada con la que el 'pintor dorado' buscará recaudar fondos para la hacer frente a la sanción impuesta por el Juzgado de lo Penal 4 de Málaga y ratificada por la Audiencia Provincial.

La exposición, además, contará con las colaboraciones del pintor Chema Lumbreras y el humorista gráfico Ángel Idígoras. Ya se ha fijado el espacio en el que se desarrollará: será en el Contenedor Cultural de la Universidad de Málaga (UMA), como adelanta el joven caleño. Ahora solo queda conocer la programación y esperar a que pongan fecha. En casos como este, en los que un artista se ve en apuros por desarrollar su talento, los apoyos del gremio, independiente de las trayectorias o los reconocimientos, se hacen más necesarios que nunca para «denunciar la precariedad e indefensión de la creación», como resume López-Cuenca.

«Aquí estamos hablando de intervenciones con un contenido social», rompe una lanza la gestora cultural Isabel Hurley, quien preside la asociación de galerías de arte contemporáneo en la escena malagueña. Pese a que desconocía las piezas del 'pintor dorado', la galerista subraya que no se puede olvidar cuál es la verdadera esencia del arte urbano. Su rebeldía indómita. Esa inquietud que mueve a los creadores a actuar en el entorno para denunciar situaciones, reivindicar derechos y tratar de subvertir un orden establecido. «Nada más lejos que eso que ir de la mano de los poderes públicos, es un contrasentido», recalca.

Piedras en el camino

Los grafiteros Dadi Dreucol –quien siempre preservó su anonimato– y Guillermo Paz, conocido por el seudónimo Nesui SRC, también han vivido en primera persona los inconvenientes de dar rienda suelta a su talento en la vía pública. De hecho, el primero llegó a vender una multa por pintar un mural reconvirtiendo la misma en una obra para pagar la sanción.

Fue en 2015, mismo año en que detuvieron al 'pintor dorado'. Según mantiene el autor malagueño –cuya firma del revés esconde la palabra 'locuerdidad–, solo concibe una forma de permitir que el arte realmente avance, y es dejándolo «en libertad».

Nesui SRC también padeció algunos «problemas» durante sus inicios como creador. «El que siente esa necesidad de expresarse no va por el mismo camino de la burocracia, que pide el diseño y todos los detalles en unos plazos cuando el artista lo que quiere es pintar hoy una cosa y mañana otra», explica.

De ahí que sostenga que las autoridades tendrían que realizar un «ejercicio de confianza» y ceder espacios para que los creadores plasmen su talento sin represalias. «El panorama es que los apoyos que hay son interesados y el que está empezando se encuentra muchas piedras en el camino y personas que buscan aprovecharse», asegura Paz.

Unos sí y otros no

La denuncia en solitario del Ayuntamiento de Málaga –desde el consistorio del Rincón de la Victoria llegaron a elogiar las intervenciones doradas– lleva a David Burbano, uno de los responsables de la Casa Amarilla, a cuestionar el motivo por el que se permiten determinadas manifestaciones artísticas, contando generalmente con autores de renombre, mientras otras son perseguidas y castigadas. «Es curioso que algunas creaciones en esta ciudad sí se paguen y otras, como en este caso, haya que pagarlas. ¿Es que el arte urbano solo es posible si es institucional?», se pregunta indignado.

En esta misma línea, López-Cuenca reitera que, a su juicio, lo ocurrido al creador de las piezas doradas tiene que ver con el hecho de que no realizara sus intervenciones «ni en el momento ni el sitio prefijado para que esas manifestaciones artísticas puedan ser convenientemente instrumentalizadas». Sin tapujos, sostiene que esta forma de expresión, de momento, solo recibe apoyos en Málaga cuando cumple con dos reglas. La primera, dice, es «atraer público consumidor a una zona concreta de la ciudad»; y la segunda, que «ese espectáculo» se ponga «al servicio de la especulación inmobiliaria para atraer la atención de los inversores».

Hurley también coincide al señalar que podría parecer que la apuesta por el arte urbano en Málaga tiene más que ver con el interés por promover procesos de gentrificación que con un afán sincero de promover el talento de los artistas. «No se puede amparar un tipo de intervención y otras no», mantiene. Pese a la sanción, al 'pintor dorado' no le faltan los apoyos.