Atrapados por la DANA: «Si no es por los policías, no lo contamos»
Erika, Ciro y sus hijos de seis y diez años vivieron momentos de pánico al inundarse su vivienda, en Teatinos, de la que no podían salir por la riada
Una montaña de ropa y calzado cubierto de barrio se apila en una mesa del patio. Es el primer lugar al que se dirige la ... vista al entrar en la vivienda de Ciro y Erika. Ya se han deshecho de los colchones de sus hijos, Melania y Alessandro, de seis y diez años, respectivamente. No había manera de salvarlos del lodo, como tampoco sus juguetes, la nevera y otros tantísimos efectos arrasados por la DANA este miércoles. «Lo hemos perdido casi todo, prácticamente todo», explica la mujer, de 30 años y natural de Milán (Italia).
Su rostro refleja agotamiento, pero también alivio. A pesar de los destrozos y la suciedad, de los daños y las pérdidas materiales, toda la familia –incluyendo a Diego, el perro de la casa, y a Simba, el gato– se encuentra a salvo. «Si no hubieran venido los policías tan rápido, no lo contamos… creo que nos hubiéramos ahogado; esto parecía el Titanic, estábamos en pánico», asegura Erika.
Los agentes Daniel Ibáñez y Sebastián Sabariego, el segundo de ellos en prácticas, estaban a unos 300 metros del domicilio cuando recibieron el aviso sobre la una del mediodía: una familia con dos niños atrapada en una vivienda anegada por el agua pedía auxilio en la calle James Joyce, en Teatinos. «Acudimos rapidísimo; ellos no podían salir porque fuera se había creado un torrente grandísimo con la lluvia, que chocaba contra la entrada», explican.
El patio de casa, desde el que se accede a la calle, ya superaba el metro de agua. Erika, Ciro y los pequeños se refugiaron en el interior del domicilio. Los críos lloraban asustados al fondo del inmueble, en un intento de alejarse lo máximo de la puerta. Los padres, recuerdan, estaban desesperados, sin saber qué hacer y temiéndose lo peor. El agua les llegaba por la cintura.
«Al poco rato de llamar pidiendo ayuda escuchamos unos ruidos que venían de fuera: eran los policías, que habían saltado el muro y ya estaban dentro del patio», relata la mujer. Ciro abrió la puerta completamente desencajado. «Los niños, los niños, los niños», le repetían los agentes. «Yo también tengo dos hijos, una de trece y otro de siete, y se me venían todo el rato a la cabeza; la prioridad era sacarlos de ahí», indica Daniel.
Atravesar la riada
Los progenitores, pese al estado de shock en el que se encontraban, reaccionaron y les entregaron a los menores, que se echaron a los brazos de los efectivos temblando de miedo. «Valoramos si saltar de nuevo el muro, pero dada la situación, decidimos arriesgarnos y salir con los niños en alto; la riada tenía mucha fuerza pero, con mucho cuidado, pudimos atravesarla y llegar al coche», exponen los policías.
A pesar de los momentos de angustia y las dificultades, Daniel y Sebastián lograron evacuar a la familia del domicilio, tras lo que la trasladaron hasta el centro deportivo municipal del Tiro Pichón. «Nosotros pedimos ayuda a todo el mundo pero nadie podía venir por el río que se había formado; los policías hicieron un trabajo increíble, es gracias a ellos que están vivos nuestros hijos», asegura Ciro, de 34 años y natural de Nápoles (Italia), completamente agradecido por su actuación. La familia pasó la noche en un hotel, derivados desde Protección Civil. A la mañana siguiente, regresaron a la casa.
Apenas la reconocían por el estado en el que quedó. El agua destrozó prácticamente todo lo que había a su alcance. Se salvó la televisión de plasma porque estaba colocada en altura, pero poco se puede hacer por el resto de enseres y muebles que aun no han tenido tiempo de tirar.
«Los vecinos nos dieron colchones y nos están ayudando un montón, tendremos que volver comprar las cosas poco a poco», apostilla Erika. De momento, intentan tirar de paciencia para terminar de limpiar el desastre y el barro instalado en cada rincón del domicilio.
Reencuentro
Este miércoles de alerta roja en Málaga, Daniel y Sebastián atendieron infinidad de emergencias que iban surgiendo a su paso, al igual que el resto de efectivos que estuvieron de servicio. «Estuvimos desbordados y haciendo lo que podíamos en cada momento, nosotros y todos los compañeros, que también salvaron a gente con problemas de movilidad y fueron ayudando a quienes se lo requerían», expone el policía en prácticas.
Al finalizar la jornada, ninguno de los dos se había olvidado de esta familia de Teatinos. Los policías, con todo el caos, se habían quedado con la documentación del padre y querían saber cómo se encontraban, así que al día siguiente regresaron al domicilio. Los niños, nada más verlos, se echaron a sus brazos. Para ellos, se han convertido en sus héroes.
Los agentes les prometieron que volverían a verse muy pronto. Cuando abandonaron la casa, viendo su estado –y antes de que se solicitase este reportaje– decidieron comprarles algunos juguetes y dárselos este viernes para que puedan olvidarse un rato de la pesadilla que vivieron.
Melania, la pequeña de seis años, también tenía un regalo para ellos: un dibujo en el que representaba cómo Daniel y Sebastián salvaron a su familia de la lluvia. «Que te de esto una niña es mejor que cualquier medalla que nos puedan entregar», aseguraron los policías emocionados.
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