Asaltan por quinta vez una nave de Alhaurín el Grande que almacena el mayor alijo de gas de la risa intervenido en Europa

Ha pasado poco más de un año -la operación data de marzo de 2024- y el alijo continúa exactamente en el mismo lugar. Ni ha sido trasladado a un depósito judicial, ni ha sido destruido ni ha sido reutilizado. «Es un polvorín en el centro del polígono. Como a un ladrón le dé por entrar fumando... », dice el dueño del almacén, Francisco Ramírez, que lo alquiló de buena fe -«me dijeron que era para una empresa de paquetería»- y que está igual de atrapado que el óxido nitroso que guarda entre las paredes de su nave.

En realidad, la única novedad es que el alijo está siendo desvalijado poco a poco, puesto que el almacén no está vigilado. Esta semana han vuelto a robar, y ya es la quinta vez. El último asalto ocurrió minutos después de la medianoche del miércoles al jueves 19 de junio. El Centro Operativo de Servicios (COS) de la Guardia Civil recibió una llamada que alertaba de que se estaba produciendo un robo en una nave del polígono alhaurino.

Una patrulla de la Benemérita y otra de la Policía Local de Alhaurín el Grande acudieron al lugar y localizaron a dos sospechosos que iban caminando por la rotonda del Bajondillo. Uno de ellos fue interceptado allí mismo, mientras que el segundo echó a correr campo a través. Los agentes lo persiguieron a lo largo de un kilómetro hasta darle alcance y detenerlo. En un bolsillo llevaba las llaves de una furgoneta de alquiler que estaba en la puerta de la nave.

Los agentes comprobaron que el vehículo en cuestión tenía un cristal roto y las placas de matrícula dobladas. Dentro había 100 botellas de óxido nitroso que habían sido sustraídas del interior del almacén, donde se encontraban precintadas y a disposición del juzgado desde junio del año pasado, cuando fueron interceptadas por el Instituto Armado.

La nave estaba forzada y dentro permanecía el resto del alijo, aunque se desconoce lo que queda del mismo. Fuentes cercanas al caso apuntan que en este año han podido sustraer, en los diferentes robos que se han producido, unos cinco palés de los 20 que intervino originalmente la Guardia Civil. De confirmarse, habría desaparecido una cuarta parte de la mercancía.

El asunto no está exento de polémica porque nadie ha dado aún una solución a las botellas de óxido nitroso que continúan almacenadas en la nave de Francisco Ramírez, que se muestra realmente desesperado. No sólo lleva 15 meses sin cobrar el alquiler del almacén, sino que, además, se está teniendo que hacer cargo de la luz, el agua, la tasa de basura y alcantarillado... Y un abogado al que ha tenido que recurrir para que interceda con el juzgado y dejen de ocupar su propiedad.

Los 21.302 litros de óxido nitroso fueron intervenidos por la Guardia Civil el 22 de marzo de 2024 al interceptar un tráiler y quedaron depositados en la nave de la que salió el vehículo. Esa misma noche, sólo unas horas después de que se realizara la incautación, se produjo el primer robo. Después ha habido cuatro más y, según el propietario, alguno de ellos podría haber sido cometido por la propia organización a la que se le intervino el alijo. En uno de los asaltos estrellaron un vehículo y destrozaron el portón del almacén de Francisco, que también reclama por ello.

Las botellas de óxido nitroso quedaron a disposición de los juzgados de Coín, pero realmente la parálisis no es judicial. En julio del año pasado, el instructor de la causa dictó un auto por el que autorizaba la destrucción de las botellas, y a partir de ahí se descubrió el verdadero problema: las plantas donde se destruye la droga decomisada por las Fuerzas de Seguridad no están capacitadas para manipular este gas.

En todo este tiempo se han emitido multitud de informes de administraciones y empresas. Desde la comisión provincial de Policía Judicial hasta los ministerios de Industria, Justicia e incluso Presidencia, pasando por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). También varios presupuestos de empresas especializadas. Si se opta por reutilizarlo, costaría más de 200.000 euros. Si se decide su destrucción, más de 700.000. A día de hoy, nadie se ha hecho cargo de una u otra partida.

Para quien no lo sepa, el gas de la risa se ha convertido en una droga de moda en Europa, barata y popular entre los jóvenes, aunque su consumo puede dar lugar a graves secuelas, como informa el Ministerio de Sanidad en un informe dedicado a explicar los peligros de esta sustancia.

Entre otras complicaciones, lleva asociado el riesgo de asfixia debido a su naturaleza de gas licuado comprimido. Al funcionar como anestésico disociativo, también puede provocar alucinaciones, vocalización incontrolada, alteraciones de la percepción, desorientación espacial y temporal o reducir la sensibilidad al dolor.

Del mismo modo, puede derivar en graves problemas de salud, especialmente si provoca la falta de oxígeno al cerebro. Entre otras consecuencias, puede dar lugar a desmayos o, incluso, a paradas respiratorias. El consumo continuado, además, puede dañar la médula espinal y llegar a provocar la muerte.

Si se utiliza esta sustancia durante varios días seguidos o de manera intensa en una sesión se produce una disminución de los niveles de la vitamina B12 en el organismo. Este déficit tendría como consecuencia la aparición de problemas neurológicos y cognitivos.