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El volcán de La Palma cumple 88 días de erupción. reuters
Volcán de La Palma

Los científicos se dan diez días para certificar el final de la erupción

En los dos últimos días han desaparecido prácticamente la emisión de lava y azufre, la sismicidad y la deformación del terreno

f. morales y a. paniagua

Miércoles, 15 de diciembre 2021, 11:47

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Por segunda día consecutivo el volcán de la Palma permaneció en silencio. No solo dejó de emitir el persistente rugido de días anteriores, sino que tampoco protagonizó explosiones ni efusiones de lava significativas. Las concentraciones de dióxido de azufre (SO2) se movieron en niveles tan exiguos que todo induce a pensar que la actividad volcánica ha cesado. Aun así, los científicos se muestran prudentes y se conceden un plazo de diez días para dar por terminada la erupción. La razón de tanta prudencia es comprensible. No es la primera vez que el Cumbre Vieja permanece en calma, aunque esos lapsos no habían durado más allá de unas pocas horas. Esta vez la práctica ausencia de sismicidad se prolongaba ya dos días.

El Cumbre Vieja comienza a apagarse. Es una forma de decirlo, porque el terreno tardará siglos e incluso milenios en enfriarse. Este miércoles, la temperatura superficial descendió, pero se mantenía por encima de 400 grados.

Los expertos que estudian la erupción consideran que aunque el bullir del magma se haya apaciguado, la emergencia persiste. No en balde, el regreso de los evacuados a sus casas requiere un «periodo de seguridad», y lo mismo se puede decir del levantamiento de los precintos en las zonas cercanas a las coladas.

El dióxido de carbono y de azufre permanecen en la atmósfera, circunstancia que aconseja tomar medidas preventivas. La cantidad del segundo gas arrojada por el volcán se desplomó a menos de cinco toneladas, una cifra «extremadamente baja» si se la compara con jornadas anteriores, cuando las emanaciones de este gas se medían por decenas de miles. Sin embargo, esta vez el hecho de que el suelo permanezca estable y sin signos de deformación abona la hipótesis de que el fenómeno geológico languidece.

La debilidad del volcán no es óbice para prosigan los peligros. Así, el personal autorizado a adentrarse en la zona de exclusión apreció incandescencias en las bocas eruptivas a primeras horas de la mañana de hoy.

El portavoz del comité técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, no fue muy explícito sobre el retorno a sus hogares de los palmeros desalojados. Se limitó a decir que tal cosa acaecerá «en un futuro más o menos cercano, pero no va a ser en breve».

A la vista de la permanencia de los gases, los técnicos encarecen a las personas que accedan a las zonas evacuadas para hacer limpieza y recuperar de enseres que se protejan con mascarillas. El dióxido y monóxido de carbono pueden ser letales en lugares subterráneos como garajes, cuevas, sótanos y bodegas.

Casi tres meses

María José Blanco, portavoz del comité científico del Pevolca, aseguró que aún queda un remanente de lava discurriendo por los tubos volcánicos y, en menor medida, también por la superficie. El resurgimiento de la erupción es una posibilidad «improbable», según admiten en el Instituto Geográfico Nacional (IGN) Después de 88 días seguidos de actividad, con cinturones de lava arrasando todo lo que se encontraba a su paso, el balance es desolador. De acuerdo con cifras que se espera sean definitivas, las coladas ocupan una superficie de 1.198 hectáreas, que ascienden a 1.221 si se engloba el cono volcánico. Los dos deltas lávicos representan 48 hectáreas, de las que cinco corresponden a la fajana afincada más al norte. Por lo demás la anchura máxima cubierta por las rocas solifidificadas es de 3.350 metros.

Este miércoles un equipo científico pudo acceder al cono principal de volcán por primera vez. Los investigadores pudieron tomar imágenes de la abertura en la tierra, tanto de su contorno como de su interior. En vez de piroclastos y cenizas, observaron fumarolas. El cráter profundo presentaba señales de hundimiento de algunas paredes. A diferencia del bramido de otras ocasiones, el silencio era la nota dominante. «En la ladera este del volcán de Cumbre Vieja encontramos un silencio sepulcral, nada de explosividad, ausencia total de naturaleza viva y remolinos que arrastran las cenizas que expulsó hace escasamente unas horas. Solo se escucha el viento», escribió en Twitter el vulcanólogo Rubén López, del IGN.

La lava que empezó a vomitar el volcán en Cabeza de Vaca el pasado 19 de septiembre no ha originado por el momento ninguna víctima mortal confirmada, aunque sí hay una muerte colateral. El 13 de noviembre un hombre de 72 años pereció en el barrio de Corazoncillo, al que había entrado con autorización para retirar las cenizas de una vivienda, a causa aparentemente de una caída.

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