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Momento de la 'Caminata nocturna'. Parque Ecoalberto
Siéntase como un migrante

Siéntase como un migrante

El parque Ecoalberto recrea la caminata que afrontan los que se ven obligados a cruzar a EEUU

isabel ibáñez

Lunes, 2 de septiembre 2019, 00:20

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Un campamento donde entrenan a los migrantes para cruzar la frontera? Eso es lo que pensaron tanto el Gobierno de Estados Unidos como las autoridades mexicanas, que no daban crédito. Aunque el propósito de la idea no puede ser más diferente. El parque Ecoalberto (Estado de Hidalgo, al norte de Ciudad de México) puso en marcha en 2003 la 'Caminata nocturna', un recorrido ficticio basado en las penalidades que los migrantes padecen en su intento de llegar 'al otro lado' para desanimar a los que empiezan a soñar con esa idea.

Lo cuentan sus responsables: «Surgió después de que la comunidad de Alberto (indígenas Hña Hñu, también llamados otomíes) se viera muy afectada con la migración hacia EE UU tanto por parte de padres como de hijos. La idea fue de uno de sus habitantes, que tuvo la visión de convertir esta vivencia en un producto turístico, ayudando a la comunidad a generar empleos dentro de la misma y concienciando a las personas, particularmente a los jóvenes, de todo lo que conlleva ser migrante; de los abusos, haciendo énfasis en que en México existe la oportunidad de lograr empleo. Y de esta manera evitar la pérdida de vidas en el trayecto hacia el famoso 'sueño' americano. Al principio hubo problemas porque las autoridades de ambos países pensaron que estábamos entrenando a la gente. De hecho, la continuidad de la caminata se vio amenazada».

Pero hoy sigue siendo posible realizar esta actividad, que se organiza en grupos de cincuenta a cien personas, entre ellas niños con sus padres, aunquela dureza del recorrido en algunos tramos y las sensaciones que el caminante experimenta hacen que alguno tire la toalla: «Hay personas que deciden abandonar, ya que la intensidad es demasiada: se oyen gritos, 'espantos', las caídas que no faltan... Y vives los famosos 'levantones' (variante del secuestro sin negociación donde la víctima acaba torturada, mutilada e incluso asesinada), ataques de 'cholos' (pandilleros), abusos de rancheros, simulación de disparos reales...».

Martha Verdugo es una mexicana que se atrevió con esta experiencia «única» y la plasmó en su blog (www.mishuidaspormexico.com.mx). Dice que repetiría: «Aquel que vaya regresará como yo, con el corazón inflamado».

¿Cree que la caminata consigue su objetivo, ponernos en la piel de esas miles de personas que deciden jugarse la vida para cruzar la frontera?

– Sí. Y aunque estoy convencida de que lo que experimenté aquella noche no se acerca ni un poco a lo que miles de mexicanos viven, el contexto, las personas y el lugar te hacen pensar en todo ello. Es una caminata que humaniza, y nosotros lo sentimos mucho como mexicanos, aunque migrantes hay en todo el mundo, así que cualquiera notará la empatía. Al principio solo sientes curiosidad por el recorrido, porque no sabes nunca lo que te espera, pero con cada paso la visión va cambiando. Piensas, sientes y te solidarizas con aquellos que ya no están.

Ecoalberto

  • Dónde El parque Ecoalberto se encuentra en la comunidad de El Alberto, en el municipio de Ixmiquilpa, dentro del Estado de Hidalgo, al norte de Ciudad de México. Tiene balneario con piscinas de agua termal y recorridos con actividades de ecoaventura junto al río

  • 'Caminata nocturna' Básica: 4 horas por 350 dólares (312 euros). Extrema: 5 horas por 500 dólares (445 euros). Equipamiento: Botas, pantalón, chamarra o suéter y mochila pequeña para provisiones. No llevar objetos de valor, reloj, pulseras, pendientes teléfonos móviles... Al final, la caminada concluye con un espectáculo de antorchas.

¿Cuál fue el momento más difícil y cuál el más emocionante?

– El más difícil fue hacia la mitad; hay una casa en ruinas donde tuvimos que escondernos esperando a que la 'migra' (la temida Policía de fronteras) pasara y no se diera cuenta de nuestra presencia; ahí capturaron a varios, todos están boca abajo sobre la tierra, puedes escuchar los gritos de los agentes, sus pasos detrás de ti… Y el más emocionante fue cantar el himno nacional frente a tantas personas que vieron irse a sus amigos, hermanos, esposos y que no saben si volverán; escuchar de voz de alguno de ellos su experiencia y el grito desesperado de empatía.

Así describió en su blog algunos de los tramos: «Llegamos a una iglesia, nadie sabe dónde estamos, la oscuridad es total. Aparece un equipo de personas de negro con pasamontañas, nos piden que formemos un círculo. Un hombre fornido y alto se coloca en el centro: 'Lo que esta noche pasarán es lo que les sucede a miles de nuestros hermanos (...). Van a cruzar la frontera de los prejuicios, de la indiferencia. Tendrán que luchar, y mucho, contra la oscuridad, contra el miedo, el cansancio…'».

«¡Corran, corran, corran!»

Otro momento: «Estamos inmóviles… Escuchamos los gritos… Se lo llevan. '¡Ahora salgan! ¡Corran, corran, corran!'. Pensé que había pasado lo peor. Pero no, teníamos enfrente un cerro que me pareció inmenso, subíamos alertándonos unos a otros de las plantas espinosas, nos tomábamos de la mano, nos ofrecíamos agua sin importar de quién era la baba. Mis pies parecían prestados, no querían seguir, muchos me ayudaron… 'Ya no puedo, no puedo más', dije sollozando… 'Tienes que seguir, amiga, no nos podemos detener, si te dejo aquí te agarra la 'migra'. Yo te ayudo', me dijo el encapuchado que me tendió la mano... Y se la cogí. Dirán que estoy loca, pero teníamos tanto tiempo caminando, corriendo, saltando, que esa mano extendida fue como mi tabla de salvación; la tomé con fuerza y él respondió igual». El sufrimiento concluye con un espectáculo de antorchas encendidas, homenaje a aquellas pobres personas que iniciaron el trayecto pero no lograron acabarlo.

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