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Tres murciélagos hallados muertos en 2016 en Hungría con signos de hemorragia respiratoria. El de la izquierda dio positivo en virus Lloviu. Imagen de S. Boldogh /Kemenesi et al, 'Emerging Microbes & Infections'.
Piden cerrar una cueva asturiana al hallar un virus pariente del ébola

Piden cerrar una cueva asturiana al hallar un virus pariente del ébola

Félix González, biólogo asturiano que descubrió los murciélagos muertos en 2002, dice que ya se solicitó por precaución su clausura al Principado en varios informes

MIGUEL ROJO

Miércoles, 11 de mayo 2022, 12:47

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«No hay que transmitir la sensación de que hay riesgo ni de que esto va a ser un apocalipsis que comienza por Asturias», tranquiliza el biólogo Félix González, miembro asturiano de la Sociedad Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos (Secemu) y uno de los expertos que, en 2002, descubrió un montón de estos animales muertos en la cueva del Lloviu, en Peón (Villaviciosa), que tiempo después acabaron por dar nombre al virus Lloviu, un pariente del ébola que un grupo de científicos húngaros consiguió aislar el pasado mes de marzo, demostrando también su potencialidad para dar el salto al ser humano y replicarse. Es esa novedad la que ha puesto de actualidad un virus que, tranquiliza González, «es muy complicado de encontrar, después de 20 años de investigación en España -sin demasiados medios, todo hay que decirlo- solo se ha podido replicar en el laboratorio, y se han hallado anticuerpos en otros murciélagos, pero no en animales vivos ni muertos».

Aún así, sí recomienda algo que el sentido común ya dictaba en 2002, cuando se detectaron unos 500 murciélagos muertos en esa cueva, declarada Reserva Natural Parcial desde 1995, la que probablemente sea la mayor cavidad sobre calizas del Jurásico de la región: que se impida el libre acceso a la cueva por precaución. No solo por el riesgo de contagiarse del virus, que podría existir, sino por proteger un espacio en el que son, precisamente, las colonias de murciélagos de cueva (Miniopterus schreibersii) en los que se detectó por primera vez el virus, así como otras especies de murciélagos, las que la hacen digna de protección.

Sin embargo, a pesar de que en diferentes informes facilitados al Gobierno del Principado de Asturias desde que se localizaron los murciélagos y, posteriormente, cuando se detectó el virus Lloviu, ya se proponía esta medida de protección, «nada se ha hecho desde entonces». Solo poner un cartel en la entrada por el que se prohíbe el paso. «La cueva debería estar cerrada, está muy cerca de Gijón y hay gente que va ahí de excursión. No tiene por qué pasar nada, pero por precaución debería cerrarse», mantiene.

Lo mismo opinan los científicos que lograron aislar el virus después de hallarlo en murciélagos de Hungría en 2016: Tamás Görföl, Gábor Endre Tóth, Sándor András Boldogh, Ferenc Jakab y Gábor Kemenesi firman una carta hecha pública el pasado mes de febrero en la que advierten de que el virus es una enfermedad emergente «preocupante» y recomiendan varias medidas de control: continuar estudiando los murciélagos y sus parásitos -ni siquiera saben si los murciélagos son el reservorio del virus, como tampoco está confirmado que los que murieron en 2002 por toda Europa hayan muerto por causa del Lloviu-; que se prohíba el acceso a las colonias de murciélagos de esta especie salvo para realizar estudios científicos y «prevenir una posible infección en humanos», y la utilización de equipos de protección por parte de los científicos que se acerquen a los murciélagos, entre otras medidas.

La historia del virus

Recuerda Félix González que en junio de 2002 un investigador cántabro alertó del hallazgo de murciélagos muertos en una cueva. Él mismo había estado el día anterior en la del Lloviu, en Peón, y había advertido esa misma circunstancia. «Vimos el percal y salimos escopetados. Los retiramos con mascarillas, guantes, botas de agua... y llevamos las muestras al Serida, tras advertir al Principado de la situación», recuerda. Las muestras fueron después analizadas en el Instituto de Salud Carlos III de Madrid por el equipo de Juan Emilio Echevarría, que fue quien descubrió algunos años después que eran positivo en un filovirus muy similar al ébola. La falta de un laboratorio de nivel IV en España para experimentar con este tipo de virus tan peligrosos obligó a buscar colaboración con investigadores de otras partes del mundo.

Y fue en 2010 cuando se informó de nuevo a las autoridades regionales de los avances «y se recomendó cerrar la cueva», recuerda González. «El informe más reciente sobre el tema es de 2020», insiste. Lamenta también que se haya usado el nombre de Lloviu para ponérselo al virus. «Eso da la idea de que aquí hay más riesgo, pero no es así. El virus está localizado en toda Europa», puntualiza.

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