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La obesidad es la enfermedad crónica más prevalente en la infancia y adolescencia en España. Así de rotundo se muestra el Comité de Nutrición y Lactancia Materna y el Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Se estima que uno de cada tres niños presenta sobrepeso u obesidad en España. En esta misma línea se expresa la Organización Mundial de la Salud (OMS), que señala que casi el 60% de los adultos y uno de cada tres niños presenta exceso de peso. «La situación es realmente preocupante en niños», asegura el organismo internacional.
Un exceso de grasa corporal en edades tempranas de la vida se asocia a la larga con hipercolesterolemia, hipertensión o diabetes tipo 2, que son patologías «con grandes repercusiones para la salud a corto, medio y largo plazo», apuntan los pediatras.
En la actualidad, existen pocas opciones farmacológicas para afrontar la obesidad en menores. El tratamiento pasa por dieta y ejercicio físico. La Administración de Alimentos y Medicamentos en Estados Unidos (FDA) tiene aprobados solo cuatro medicamentos para controlar el peso en adolescentes: liraglutida, orlistat, cápsulas de liberación prolongada de fentermina/topiramato (todas para mayores de 12 años) y fentermina (para mayores de 16 años). De estos, solo uno (liraglutida) está admitido por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).
Un estudio, publicado en la revista 'Obesity', ha determinado la eficacia de la semaglutida (principio activo presente en el fármaco Ozempric, tan de moda por su viralización en redes sociales) en la reducción de peso en jovenes de entre 12 y 18 años. En concreto, un análisis realizado por Aaron S. Kelly, codirector del Centro de Medicina de la Obesidad Pediátrica de la Universidad de Minnesota, concluye que este tratamiento reduce los niveles de indice de masa corporal (IMC) en adolescentes con obesidad.
Un total de 201 jóvenes con obesidad y un peso medio de 107,5 kilos participaron en dicho estudio. Estos recibieron de manera aleatoria 2,4 mg de semaglutida subcutánea una vez a la semana o placebo durante 68 semanas. Además, recibieron asesoramiento sobre nutrición saludable y tuvieron que cumplir una meta de 60 minutos de actividad física de intensidad moderada a alta por día.
Al finalizar el ensayo, casi el 74% de los participantes tratados con semaglutida bajaron un puesto en la escala de obesidad, frente al 19% tratados con placebo. Además, un 45% de los participantes llegó a descender hasta dos puestos en la escala. En conjunto, el tratamiento con semaglutida redujo la proporción de participantes con el grado más grave de obesidad del 37% al 14% tras más de un año en tratamiento. Es decir, se logró que personas con obesidad alcanzaran un peso normal o, en su defecto, sobrepeso (por debajo del umbral de obesidad).
El informe concluye que «los hallazgos respaldan el uso temprano de semaglutida para el tratamiento de la obesidad en adolescentes y demuestra el potencial de la semaglutida para mejorar y reducir el indice de masa corporal».
Además, puntualiza que, aunque el estudio no fue diseñado para evaluar las diferencias de sexo, las diferencias en el IMC desde el inicio hasta la semana 68 fueron numéricamente mayores en mujeres, «aunque esto no fue estadísticamente significativo», explican, por lo que «serán necesarios más estudios para evaluar el impacto de la edad y el sexo en la respuesta a la semaglutida».
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