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El hombre sereno

CRUCE DE VÍAS ·

Acudía a todas las llamadas no sólo para abrir portales sino también para restablecer la tranquilidad, el silencio y prestar ayuda

Sábado, 26 de junio 2021, 00:04

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Desde siempre me han llamado la atención las puertas. El misterio que ocultan y la vida que enseñan. Cuando tenía cinco o seis años quería ... ser sereno, como el hombre que pasaba las noches paseando por las aceras del barrio con un manojo de llaves. Cuando llegábamos tarde a casa, mi padre gritaba su nombre o hacía sonar las palmas un par de veces y enseguida surgía de la oscuridad. Abría el portal del edificio, nos deseaba las buenas noches y seguía paseando por las calles vacías de la ciudad dormida. En ocasiones, charlaba un rato con mis padres y contaba anécdotas que le habían sucedido a lo largo de los años. Recordaba intentos de robo, fiestas descomunales que impedían dormir al vecindario, reyertas, muertes y nacimientos, accidentes, personas sonámbulas que andaban como fantasmas, borrachos que no encontraban la puerta de su casa, relaciones amorosas que cobraban vida o se extinguían en el umbral de cualquier portal. El sereno acudía a todas las llamadas no sólo para abrir portales sino también para restablecer la tranquilidad, el silencio y prestar ayuda. Curiosamente era un hombre bastante mayor, al menos eso me parecía entonces, bajo de estatura y no daba la impresión de ser fuerte; sin embargo transmitía seguridad y confianza. El barrio entero lo quería como si formara parte de una gran familia.

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